martes, 20 de noviembre de 2012

María, Madre de la Divina Providencia



 ¿Qué es la Providencia? Es la acción de Dios que conserva todas las cosas y conservándolas, continuamente las crea y las dirige guiándolas a su fin. Pero también María Santísima, por ser correndentora con su acción providencial conforta y dirige a la Iglesia hacia su fin, y con sus virtudes alienta nuestra vida a su fin.

             He aquí los dos puntos: la acción providencial de María en la vida de la Iglesia, el ejemplo providencial y la ayuda de María en nuestra vida.
            Las profecías habían anunciado los símbolos, las figuras de María y en algún modo, la habían retratado.
            Ella nació en una pobre casita de Nazaret, rodeada por todos los signos de la pobreza, pero el cielo exultó y se alegró la tierra: “celebre el universo entero y vibre del más profundo gozo por el nacimiento de la Santa Virgen que ha venido a iluminarlo” (de un sermón atribuido a San Agustín).
            La anunciación comunica a María el designio inefable de la divina Providencia, que es Dios. La maldición que cayó sobre Eva se cambió en bendición.
            María de Nazaret, convertida en la Madre de Dios, no deja un instante de secundar los designios de la Providencia.
            En las bodas de Caná se manifiesta la divinidad del hijo, pero también el poder y la providencia de María.
            La Virgen instruye a los apóstoles en la sabiduría, de la cual ella es sede y los edifica con los ejemplos de santidad, de la que ella es modelo. Con ellos se uno en la oración: “todos… eran asiduos y estaban unidos, en la oración… con María, la madre de Jesús”. (Hech 1,14).

          San Jerónimo dice que después de Jesucristo, no hay quien cuide con mayo solicitud de nosotros que María Santísima.
         Providencial fue la intercesión de María en ocasión de las persecuciones y herejías. María como nueva madre de los Macabeos, está al lado de los cristianos para animarlos en las catacumbas. Los padres de Éfeso la saludan como la vencedora de las herejías. 
       ¿Hace estragos la incredulidad? María la reprime. ¿Languidece la piedad? María la reaviva.
            María es la castellana de Italia sobre todo en las horas más angustiantes. Los príncipes de Saboya, los duques de Venecia, se arrodillan a sus pies…
            Nuestra Pequeña Obra es y quiere ser toda de Dios: y es obra de la divina Providencia, especialmente por medio de la Santa Virgen. A la Virgen hoy, como ayer, mañana y  siempre, nos hemos entregado todos con la fe inquebrantable, con una confianza que no ha sido nunca defraudada. Y si algo de bien se ha hecho y se hace ¡quien todo lo hace es la Santa Virgen!


De los escritos de Don Orione
(DOLM Vol. IV. Pp. 1890-1891)
         

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