¿Qué es la Providencia? Es la acción
de Dios que conserva todas las cosas y conservándolas, continuamente las crea y
las dirige guiándolas a su fin. Pero también María Santísima, por ser
correndentora con su acción providencial conforta y dirige a la Iglesia hacia
su fin, y con sus virtudes alienta nuestra vida a su fin.
He
aquí los dos puntos: la acción providencial de María en la vida de la Iglesia,
el ejemplo providencial y la ayuda de María en nuestra vida.
Las
profecías habían anunciado los símbolos, las figuras de María y en algún modo,
la habían retratado.
Ella
nació en una pobre casita de Nazaret, rodeada por todos los signos de la
pobreza, pero el cielo exultó y se alegró la tierra: “celebre el universo
entero y vibre del más profundo gozo por el nacimiento de la Santa Virgen que
ha venido a iluminarlo” (de un sermón atribuido a San Agustín).
La
anunciación comunica a María el designio inefable de la divina Providencia, que
es Dios. La maldición que cayó sobre Eva se cambió en bendición.
María
de Nazaret, convertida en la Madre de Dios, no deja un instante de secundar los
designios de la Providencia.
En
las bodas de Caná se manifiesta la divinidad del hijo, pero también el poder y
la providencia de María.
La
Virgen instruye a los apóstoles en la sabiduría, de la cual ella es sede y los
edifica con los ejemplos de santidad, de la que ella es modelo. Con ellos se
uno en la oración: “todos… eran asiduos y estaban unidos, en la oración… con
María, la madre de Jesús”. (Hech 1,14).
San
Jerónimo dice que después de Jesucristo, no hay quien cuide con mayo solicitud
de nosotros que María Santísima.
Providencial
fue la intercesión de María en ocasión de las persecuciones y herejías. María
como nueva madre de los Macabeos, está al lado de los cristianos para animarlos
en las catacumbas. Los padres de Éfeso la saludan como la vencedora de las
herejías.
¿Hace
estragos la incredulidad? María la reprime. ¿Languidece la piedad? María la
reaviva.
María
es la castellana de Italia sobre todo en las horas más angustiantes. Los príncipes
de Saboya, los duques de Venecia, se arrodillan a sus pies…
Nuestra
Pequeña Obra es y quiere ser toda de Dios: y es obra de la divina Providencia, especialmente
por medio de la Santa Virgen. A la Virgen hoy, como ayer, mañana y siempre, nos
hemos entregado todos con la fe inquebrantable, con una confianza que no ha
sido nunca defraudada. Y si algo de bien se ha hecho y se hace ¡quien todo lo
hace es la Santa Virgen!
De los
escritos de Don Orione
(DOLM Vol. IV. Pp.
1890-1891)
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