martes, 25 de septiembre de 2012

Algunas imagenes orionitas del trabajo (I): introducción, las hormigas y el burrito


En algunos de sus escritos, Don Orione utiliza distintas imágenes para describir su visión del trabajo.
Algunas veces explicará dichas imágenes, mientras que otras no. Pero al tratarse de imágenes, estas poseen un poder de significación mayor que una definición académica, pues la imagen es significativa abierta, mientras que la definición es cerrada.
En dicho trabajo intentaremos hacer un análisis de algunas de las imágenes que utiliza Don Orione: las hormigas, el burrito, el trapo (straccio), el changador y el peón, como también mencionaremos algunos ejemplos del trabajo orionita, religiosos que con su testimonio encarnaron los ideales del Fundador.

Las Hormigas
            Esta es una imagen que generalmente el Fundador utiliza refiriéndose a las Hermanas y a su modo de trabajar, por ejemplo en la famosa “carta de la colecta de las vocaciones”, donde escribió: 

            “Aún no he terminado porque también tengo Hermanas. La Divina Providencia actúa. Desde hace algunos años me viene desarrollando una nueva congregación de religiosas, llamadas las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (…) No sé cuántas son. Pero sé que, en general, se parecen un poco a las hormigas: se afanan, crecen, se multiplican, como las hormigas. Pero debo decir que para las necesidades son siempre pocas, porque me las piden de todas partes”.[1]

            Incluso dirá que son más diligentes que los religiosos, en una carta a una superiora: “Siempre he dicho que ustedes son como las hormigas, hacen más pronto que nosotros;…” [2]
            Mientras que a sus religiosos, les dirá que en el cuidado de las vocaciones no hay que desanimarse: “Si la prueba falla, comenzaremos del principio, una segunda, tercera, cuarta, quinta, centésima vez: no nos desanimemos jamás, hagamos como las hormigas”.[3]
            Para comprender su pensamiento, debemos pensar en la imagen cultural de las hormigas: En muchas culturas, incluyendo la judía, la hormiga es símbolo de diligencia, constancia, eficiencia, inteligencia y planificación del futuro, utilizándose también como antítesis de la persona perezosa”.[4]

 Dicha visión la encontramos, tanto en la conocida fabula “La cigarra y la hormiga”, atribuida a Esopo, la cual nos ofrece también una comparación: donde la hormiga trabaja, mientras que la cigarra no hace nada. Como en el libro de los Proverbios: “Fíjate en la hormiga, perezoso, observa sus costumbres y aprende a ser sabio: ella, que no tiene jefe, ni capataz, ni dueño, se provee de alimento en verano y junta su comida durante la cosecha” (6,6-8).[5]

 
            Teniendo en cuenta este trasfondo cultural es fácil comprender que Don Orione quería que las Hermanas fuesen religiosas diligentes, poseedoras de una gran capacidad de trabajo, humildes y de sentido comunitario.


El burrito de la Divina Providencia
            Esta imagen del burro, un animal de trabajo, el Fundador la aplicará a sí mismo como también a sus hijos.
El primer encuentro del joven Ignacio Silone[6] con Don Orione, el futuro escritor italiano escuchará de los labios del Fundador: “Mi verdadera vocación es un secreto que quiero revelarte, sería poder vivir como un auténtico borrico de la Divina Providencia”.[7]
            En varias cartas, refiriéndose a los comienzos de la misión de Sáenz Peña, Don Orione utilizará la expresión: “A falta de caballos, trotan los burros”, haciendo referencia a que aceptó ir allí, ya que otros habían rechazado ese lugar. En una carta al Abad Caronti, entonces Visitador Apostólico de la Congregación, escribirá:

            “Creo que los otros no aceptaron por el calor insoportable y la enorme pobreza; pero nosotros queremos ser pobres de la Divina Providencia y queremos ser pobres y para los pobres. Pensé que si S.E. hubiese estado aquí, me hubiera dado la bendición, y pensé en todas aquellas almas y en Jesucristo y que mi madre decía que a falta de caballos, trotan los burros, y nosotros somos precisamente los pequeños burros de la Providencia, o, al menos, deseamos serlo”.[8]
           
            En otra carta acerca de Sáenz Peña retomará la idea, pero agregará: “Y sí, nosotros queremos ser los burritos de la Divina Providencia. ¿Acaso Jesús no prefería los burros? ¿Acaso no entró a Jerusalén en un burro? Sí, sí, ¡felices nosotros, si somos los burritos de Jesús, del Papa, de los obispos y de las almas!”.[9] Enraizando su pensamiento en la tradición bíblica del Mesías, manso y humilde, que entra a Jerusalén montado en un burro: “Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal de carga” (Mt. 21,5).


Para Don Orione, ser “un borrico de la Divina Providencia”, no es una frase retórica, sino una convicción de vida. Sus hijos y él mismo debían ser pequeños, humildes y pobres para los pobres, pues esto es lo que le gusta a Jesús.



[1] Carta circular a los párrocos de Italia. Tortona, 15 de agosto de 1927.
[2] Carta a una superiora. Tortona, 10 de marzo de 1931. Scritti 39,88 y 39,109
[3] De una conversación con sus religiosos. Campocroce, 29 de julio de 1924. Scritti 99,113
[4] YEFFET-REFAEL, R. “Proverbios, fábulas y metáforas de la hormiga en la literatura hebrea de la Edad Media”. [en línea] Culturas Populares. Revista Electrónica 5 (julio-diciembre 2007), 17 pp. http://www.culturaspopulares.org/textos5/articulos/yeffet.pdf [consulta: 13 de octubre de 2011].
[5] El Libro del Pueblo de Dios. La Biblia, Madrid, San Pablo, 2004.28
[6] Ignacio Silone, escritor italiano (Pescina, 1° de mayo de 1900 – Ginebra, Suiza, 22 de agosto de 1978). Su nombre verdadero era Secondo Tranquilli.
[7] SILONE, I., Encuentro con un cura extraño, Pequeña Obra de la Divina Providencia, Buenos Aires, 1980. Extracto del libro Salida de Seguridad.
[8] Carta al Abad Emanuel Caronti. Buenos Aires, 17 de marzo de 1937.
[9] Carta a la Condesa Dolores Cobo de Marchi di Cellere. Rio de Janeiro, 10 de Abril de 1937. Scritti 51, 147 y 51, 248

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