Don Orione no escribió
tratados sobre la confesión. Pero confesó mucho. Y personas de todo tipo.
Confesó en todos los lugares: no sólo en los confesionarios, sino también sobre
los barcos y en los automóviles.
Su interés por la confesión
se refleja en su creatividad pastoral. En un folleto, a confesarse de noche. ¡Sólo
para hombres y jóvenes! En el mismo está
escrito: confesión y café para todos.
A los hombres y jóvenes:
Ya no es una novedad, este año, pero es siempre una cosa
hermosa y santa venir a confesarse por la Virgen de la Guardia, mis buenos amigos. En la noche del sábado
25 y el domingo 26 de Agosto, los invito a su Santuario de la Guardia: habrá una
celebración para ustedes, expresamente y sólo para ustedes. ¡Ninguna mujer! De
noche es conveniente que las mujeres, por seriedad y buen nombre, estén en
casa… Me dirán: ¿y las jóvenes y las señoritas? Las jóvenes y las señoritas los
dejen en paz, al menos de noche, ¡se vayan a dormir y soñar! Nosotros los
hombres, en cambio, es otra cosa: el hombre debe estar siempre de pie, de
mañana y de noche, si es necesario. Y cuando se trata de ir al Señor, no debemos
desmentir a aquel tal Nicodemo del
Evangelio que iba de noche, cuando nadie lo veía…
Los hombres de hoy
tienen que trabajar; ustedes jóvenes, también, tienen que sudar, tiene que leer
la "Gazzetta
dello Sport", no tienen tiempo y no lo pretendo: vengan entonces de noche.
Jesús nos espera
también de noche. Vengan con buena voluntad y sin tanto miedo: los pecados, se
confiesan quizás mejor de noche, porque no se ven.
Sus pecados, díganmelos en buen tortonés, y comiencen
por los más grandes, aunque no sean tortoneses. Vendrán a confesarse conmigo o
con otros, pero especialmente conmigo, que ando mucho por el mundo y los pecados los sé todos; los adivino
también, a veces siento su olor; que si no me los dicen ustedes, se los diré
yo, con la ayuda de Dios: en un instante los pongo en su lugar, y se irán
contentos con paz en el corazón. ¡Vamos, buenos amigos, coraje! Nos vemos el
sábado a la noche. Los espero a todos.
Es la hora de Dios,
los llamo en el nombre de Dios: la
Virgen nos espera. Si no ponemos la conciencia en su lugar
ahora ¿cuándo lo haremos?, ¿cuándo llegará la muerte? Pero, ¿tendremos tiempo aún?
¿y será una confesión entones o será una confusión?
Es hora que ustedes
y yo nos pongamos a vivir como buenos cristianos, en serio: quien tiene tiempo
no espere más.
Queridos amigos, no
somos animales, tenemos un alma, ¡debemos salvarla!
La Virgen de la Guardia nos llama: su voz
es de madre y de misericordia: ¡vengan!
Los espero.
Don Orione.
PD: Confesión y café
Después de la comunión, me
harán el honor de pasar todos a la casa, detrás del Santuario; les daré un buen
café. Quiero mandarlos a casa con sus mujeres y madres, ¡con la boca dulce y el
corazón contento; y tomarán dos o tres tazas, ¡pero no doce! ¡Me mandarán a la
ruina!
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