Sacerdotes de espíritu ¿o de… ceremonias?
A propósito es interesante una
carta de Don Orione al P. Cremaschi.
Insiste en la necesidad de dar
al instituto filosófico una impronta más seria respecto de los estudios.
Y luego, responde un pedido de
ayuda para construir tres nuevas aulas en el noviciado. De modo benévolo y
fuerte al mismo tiempo, Don Orione invita al querido maestro a saber adaptarse
a la situación. Y, con gran apertura mental, lo invita a privilegiar la
sustancia respecto de la forma, las personas respecto de las cosas. En una
palabra, lo esencial respecto de lo que es secundario. “¿Qué me importan las
sacristías y las ceremonias, cuando falta el espíritu?”
Una preciosa lección, en un
mundo (¡a menudo también religioso!) que corre el peligro de vivir sólo de la
apariencia.
¡Almas y almas!
Tortona, 5 de Octubre de 1939
Mi querido P. Cremaschi
¡El Señor esté siempre con nosotros!
Reservándome
de ir, en estos días, o de escribirte más particularmente, siento la necesidad,
apenas llegue de Roma, de manifestarte las grandes líneas de mi pensamiento
acerca de la función y la finalidad de Villa Moffa, para el año 1939-1940.
Después de rezar y reflexionar en el Señor, es mi vivo deseo que la Moffa quede como casa de
Noviciado de la
Congregación, como ha sido hasta ahora.
Más,
deseo en el Señor que, en la
Moffa, tenga los tres años del liceo, y que sea un liceo bien
hecho, seriamente hecho, y con los mejores docentes que la Congregación tenga y
pueda dar.
Tengamos
los criterios de las escuelas del estado, y no nos hagamos las madres piadosas,
donde tiene haber seriedad y resultados; aquí no es el corazón el que debe
prevalecer, sino la razón y los justos métodos y criterios que se aplican para
todas las escuelas serias, donde se quiere que se estudie. (…)
Dicho
esto, pienso que: me parece que una vez había en nosotros más espíritu de
pobreza, más facilidad para acostumbrarnos y contentarnos con lo poco, con lo
estrecho, con aquello que sabía a vida humilde, con simplicidad, de pobres
Hijos de la Divina Providencia.
Ahora se
tiene necesidad de tener todo, se hace a dura penas y casi se rehúye, de
afanarnos y contentarnos con poco, de ser felices cuando hay que sufrir un
poco, algún sacrificio que hacer.
Tienes
razón de pedir tres aulas, ya que son tres clases distintas; pero las tres
aulas ya la Divina Providencia
se las dará, queridos hijos míos.
Sólo
sucede que sus ojos están velados, de donde está un poco velado el espíritu que
antiguamente resplandecía en nosotros: tienen las aulas y no las ven y no las
encuentran. ¿Pero sabes, mi queridísimo P. Cremaschi, que ésta es una gran pena
para Don Orione? Detrás de la capilla, ¿cuántas aulas hay?, ¡tres!, Ahí están
las tres aulas. Me dirás: “¡Pero es la sacristía!” Respondo: al menos hasta que
no hagamos las aulas, se utilice la sacristía y los sacerdotes se revistan en
el presbiterio. ¿Es tal vez supremamente necesaria la sacristía? ¡Ah! ¡Cómo se
ven que no han estado en países de misión! ¿Y el Cenáculo tenía sacristía? Por
otra parte, ¿y porqué a la mañana no podrá el sacerdote revestirse también en
un aula escolar?
Mi
querido buen P. Cremaschi, volvámonos pobres, ¡volvamos a los primeros tiempos!
Formemos a los novicios que vivan con buen espíritu, con pobreza, con
sacrificio.
“¿Qué me
importan las sacristías y las ceremonias, cuando falta el espíritu, que debe
ser propio de los Hijos de la Divina
Providencia?
No
siempre se puede tener todo: sepamos un poco comprender los tiempos y los
momentos de la
Congregación. ¡Tendremos tanto lugar en el Paraíso, querido P.
Cremaschi!
Yo,
querido P. Cremaschi, encuentro para hacer escuelas para todos y ¡ustedes no
encuentran!
¿Y qué
tiene de malo, dado nuestra necesidad y
los momentos que atravesamos, qué tiene de malo utilizar como escuela una
capilla?
¿Para
qué estudiamos, si no para servir a Jesucristo y a la Iglesia también con las
ciencia?
¿No es
Dios el Señor de las ciencias?
¡Vamos!,
querido P. Cremaschi, no te pierdas en la niebla, más iniciativa, más ardor de
voluntad y los problemas se resolverán. Yo veo tantas aulas, ¿Por qué tú,
querido P. Julio, no las ves?
No les escribo estas cosas para avergonzarlos [referencia a 1 Cor 4, 14]… tú lo comprendes bien, querido P. Cremaschi, pero
para animarte a hacer, con confianza y con fe en la ayuda de la Divina Providencia.
¡Ánimo!
¡Ave María y Adelante!
Todas
las bendiciones a todos, en la Ssma. Virgen
Sac. Luis Orione
“Yo sé
vivir tanto en las privaciones como en la abundancia;
estoy
hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre,
a tener
sobra como a no tener nada”.
(Fil 4,
12)
Comentario inicial del P. Vincenzo Alesiani.
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