martes, 27 de agosto de 2019

El espíritu de pobreza de Don Orione


Testimonio del P. José Dutto para el proceso de beatificación de Don Orione.

           Puedo decir que Don Orione fue un enamorado de la pobreza como San Francisco de Asís. La practicó desde niño, porque nació en una familia pobre, pero la amó santamente durante toda su vida. Cuando hubiera podido obtener o gozar, si hubiera querido, de ciertos comodidades, continuo en su vida de pobreza. Se dispuso a abrir su primero colegio sin tener una moneda y ya de viejo contaba que en los primeros años de la Congregación muchas veces no dispuso ni del dinero necesario para la sal de la cocina.



No tenía más que un par de zapatos, a menudo remendados y rotos. Su ropa, si bien siempre limpia, estaba casi descocida y vieja. No llevaba reloj, no quería siquiera las llaves de la casa, ni cuando estaba en Buenos Aires. Casi nunca tenía dinero en los bolsillos, y cuando tenía, no sabía cuánto tenía, no le prestaba atención, cuando un pobre le pedía, daba y daba sin mirar cuanto dio. En Buenos Aires me contó varias veces el Sr. Antonio Solari, hoy Siervo de Dios, que un día Don Orione, a quien ya conocía, le pregunto dónde podía encontrar un barbero, pero luego añadió: “pero no tengo dinero para pagarle”.

            No es que fuese imprudente o presuntuoso: sabía también valorar oportunamente la importancia del dinero, pero santamente, como un medio para hacer el bien y para la gloria de Dios. Pocas horas antes de embarcarse para volver a Italia, el 6 de agosto de 1937, me llamo a su habitación con el P. Zanocchi y el P. Di Salvatore. Sobre el piso, entre papeles para tirar, había una cierta cantidad de dinero. Nos dijo: “En sus manos dejo la Congregación en Argentina”. Luego, indicó el dinero que estaba en el piso con los papeles para tirar, y agrego: “Aquí les dejo también un poco de dinero. Si fuese solamente por el dinero, le diría una patada; pero el dinero es necesario para hacer el bien, por tanto lo bendigo para que el Señor lo multiplique y podamos hacer mucho bien”.

El Papa Pablo VI, el P. José Dutto y el P. Humberto Zanatta


Verdaderamente pobre quería que su Congregación fuese para los pobres más pobres, porque en ello veía y quería serviré a Jesucristo. La quería así o nada. Preocupado porque que Congregación permaneciese fiel al espíritu de pobreza querido por él, dispuso que sus miembros hicieran un juramento, con el cual se comprometían a ser fieles a la pobreza propia de la Congregación. Un día, siempre insistiendo sobre su voluntad de la observancia de la pobreza, le escuche decir a dos obispos argentinos: Mons. Barrére y Mons. Devoto: “Se tuviese que disminuir este espíritu de la Congregación, rogare al Señor que la destruya y, si el Señor no la destruye, le pediré permiso de venir yo mismo personalmente a destruirla”. Tal era el espíritu de pobreza en Don Orione, en su persona y en las casas que no es posible tener la mínima duda sobre la practica heroica de tal virtud.

Fuente: Summarium, 584-585.

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