Pascua de 1936, desde Buenos
Aires, Don Orione les envía una carta circular a sus religiosos, amigos, benefactores, huérfanos, alumnos, etc. El Fundador quiere darles una palabra de esperanza y recordarles
que Cristo ha resucitado.
Buenos Aires, Abril
de 1936
Queridísimos
en el Señor:
La paz sea con ustedes!
Vengo a presentarles mis
felicitaciones de Buenas Pascuas. Que ellas traigan a todos y cada uno de ustedes, las alegrías y los gozos de la Resurrección.
Cristo "nuestra Pascua" ha
sido inmolado: el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, ha muerto y
al morir, destruyó la muerte.
Pues El es Resurrección y Vida, y
hoy ha resucitado glorioso y, al resucitar, renovó la vida.
¡ESTAMOS EN
PASCUA! Pascua en hebreo significa "pasaje" - y señala el tránsito
del hombre caído, del estado de esclavitud por el pecado y la muerte, a la
libertad de los hijos de Dios y a la posesión de una nueva vida de gracia.
Es Pascua ¡Hosanna al resucitado!
¡Aleluya, aleluya!
Este es el Día que ha hecho el
Señor: gocemos y alegrémonos en él con actos de pureza y de verdad.
¡Aleluya! Alabemos y glorifiquemos a
nuestro Dios, porque la Resurrección es la victoria de Cristo sobre el poder de
las tinieblas; es el Rey Victorioso que sale del sepulcro, después de haber
vencido a la muerte, y asciende para abrirnos las puertas del cielo.
Ya el Diácono de la blanca
dalmática, ha anunciado a los creyentes la inefable alegría.
La Pascua es "la Fiesta de las
fiestas", la "Solemnidad de las solemnidades", pues la
Resurrección del Señor es el milagro por excelencia, el sello de nuestra fe en
la Divinidad de Cristo.
¡ESTAMOS EN PASCUA! ¡Oh
queridísimos: Aleluya, aleluya!
¡Paz a ustedes y paz a todos! Es la
hora de los suaves y santos gozos, la hora del más espiritual de los
consuelos" ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya, aleluya!
¡Es Pascua! Abramos los ojos a la
nueva luz, desprendámonos de toda debilidad e imperfección moral; elevémonos,
oh mis queridos de las ansiosas solicitudes de esta miserable vida, a los goces
de la vida bienaventurada. ¡Arriba los corazones, oh Hermanos, arriba, arriba!
¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡Ah, que resurja Cristo también
en nosotros, si por ventura hubiésemos tropezado a lo largo del camino; que
viva en nosotros con su gracia, y que nosotros vivamos en Él y de Él, porque
afuera de El no hay vida ni consuelo que valga! ¡Vivamos de Cristo y hagamos
vivir a todo el mundo de Cristo!
Y que la victoria del Señor sea
también nuestra victoria, y la muerte sea, también para nosotros un pasaje a la
vida nueva, y pueda un día hacernos gloriosos este cuerpo que la tumba sólo recibirá
en depósito.
¡CRISTO HA RESUCITADO! Pero sigue
quedando entre nosotros; queda siempre con nosotros para enjugar nuestras
lágrimas y trocar en amor nuestros dolores.
Elevemos los ojos de la fe, oh hermanos, he aquí a
Cristo que viene, vivo entre vivos, para darnos vida con su vida, en la efusión
copiosa de la redención.
Viene radiante, envuelto en el gran
manto de la misericordia, y adelanta amable y poderoso "coronado con
aureolas de victoria".
Avanza al grito angustioso de los
pueblos: Cristo viene llevando sobre su Corazón a la Iglesia, y en su mano las
lágrimas y la sangre de los pobres; la causa de los afligidos, de los
oprimidos, de las viudas, de los huérfanos, de los humildes, de los
despreciados.
Y tras de Jesús, se abren nuevos
cielos: ¡es como la aurora del triunfo de Dios! Son gentes nuevas, nuevas
conquistas; es todo un triunfo, jamás visto, de grande y universal caridad;
porque el último en vencer es El, Cristo y Cristo vence en la caridad y en la
misericordia.
Porque el porvenir le pertenece a Él,
a Cristo, Rey invencible, Verbo Divino que regenera, camino de toda grandeza
moral, Vida y fuente viva de amor, de progreso, de libertad y de paz.
¡Los bendigo a todos, mis
queridísimos pobres, y felices Pascuas!
Y aquí termino, porque si no, nunca
terminaría. Ahora me dirijo a todos:
¡La luz de Cristo ilumine sus pasos,
alegre y santifique toda nuestra vida!
¡Que esta Santa Pascua obre en nosotros
una maravillosa renovación espiritual y nos transforme en Cristo!
Que la bendición del Señor descienda
ampliamente sobre ustedes y sobre sus seres queridos, y sea una bendición
grande, grande, grande como es grande el Corazón de Dios!
¡Aleluya!, Aleluya, Aleluya!...
¡Felices y Santas Pascuas a todos!
Con cariño en Jesucristo y en la
Santísima Virgen,
Don
Orione
de
la Divina Providencia