sábado, 24 de diciembre de 2016

¡Navidad es paz para todos!



De una carta escrita por Don Orione a sus exalumnos, bienhechores y amigos para la Navidad de 1935.




El Ángel se les apareció a los pastores porque eran pobres, sencillos y piadosos; y llamados a la gruta de Belén, su corazón se enterneció ante el Niño Dios. El Señor se manifiesta a los humildes, a los puros, a los sencillos. Eran hombres de buena voluntad, y los ángeles proclamaron sobre ellos la paz.



¡Apareció el nuestro Dios y Salvador, el Mesías! Nace para salvar a todos los hombres; y su resplandor divino brilla hoy sobre nosotros, renovados por su gracia, e inundados por su luz y su paz. ¡Sólo su vida llena los corazones!



El que nace es Jesús, que perdona a los enemigos, vence al mal con el bien y establece el mandato de amar a todos los hombres: Jesús, el autor de la vida, el redentor del mundo, el que da la inmortalidad.



Oh Dios grande y bondadoso, Dios omnipotente y eterno, que por nosotros te hiciste niño, y nos alegras todos los años con la fiesta de Navidad, purifica nuestra vida mediante los misterios celestiales de los sacramentos; edifica en nosotros el Reino de tu santo amor y de tu paz suavísima; dirige nuestra voluntad hacia el bien y nuestras acciones según tu voluntad;





Haz, oh Señor,

que caminemos siempre por el camino recto,

bajo tu mirada:

siempre a los pies de tu Iglesia,

con gran humildad, sencillez y alegría.



¡Oh Jesús bondadoso, Jesús amor!

nosotros te queremos amar y servir

con gran caridad y santa alegría,

jubilosos siempre por la feliz esperanza,

amando y viviendo en humildad y pobreza,

como tú , Jesús, nos enseñaste,

con tu nacimiento, tu vida y tu muerte.

¡Hacer siempre el bien a todos,

oh Jesús,

siempre bendiciendo y jamás maldiciendo!



¡Colmados con las delicias celestiales de tu santa Navidad,

sólo  pedimos amarte, amarte, amarte!

Y que el consuelo de la paz

se difunda por toda la tierra








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