miércoles, 25 de julio de 2012

San Francisco Solano y el Cottolengo de Claypole


 Palabras dichas por Don Orione, durante la cena, en Tortona, el 6 de diciembre de 1937

            ... Las obras de bien crecen sobre las huellas de los santos, porque ellos no van solos, sino siempre acompañados de la oración y la invocación constante a la Virgen, entonces la Virgen hace prodigios por medio de ellos, haciendo suscitar las iniciativas de caridad y bien (…)

             Las obras de caridad viven y prosperan especialmente allí donde hubo una aparición de la Virgen o bien donde vivieron y llevaron a cabo sus obras los santos de Dios. En Argentina, en Claypole, habían ofrecido unas 300 hectáreas de tierra para abrir un Pequeño Cottolengo. Ustedes me dirán: ¿Por qué surge ahí?... ¿Por qué en un lugar tan alejado se han gastado miles de liras?.. De hecho ahí, se construyo la primera iglesia en honor de San José Benito Cottolengo. Ni aun en Turín hay una iglesia dedicada al Cottolengo… ¿Por qué nos establecimos en Claypole? ¡Porque allí ha pasado, se ha detenido un Santo! Allí predico, se detuvo, allí vivió las virtudes un santo: ¡San Francisco Solano!... Un misionero español franciscano llamado el “Taumaturgo del Nuevo Mundo”. Vivió en la segunda mitad del siglo XVII y murió en Lima, si no me equivoco en 1610. Este santo no tuvo miedo: viajo mucho, sufrió mucho, encontrando grandes peligros…
            San Francisco Solano estuvo también en Chile, Paraguay; estuvo un poco en toda Sudamérica. Los santos son caminantes exenciónales: odian el quietismo, no se frenan. ¿Qué decía Don Abbondio? Es mucho decir,  gruñía, que los santos como los sinvergüenzas tienen viveza, y no se contentan con estar siempre haciendo algo, sino que quieren implicar, si pueden a todo el genero humano…

             Pues bien, ese santo, San Francisco Solano, utilizaba todos los medios a su alcance para convertir a los indios... Y consiguió convertir a mucho… ¿Saben cómo? ¡Con el violín! ¡Seguro! Acompañaba las canciones con el violín, las alabanzas a la Purísima con el violín.
            Allí dicen Purísima para referirse a la Inmaculada… Y allí, cerca de Claypole, se encontraron las ruinas del convento donde San Francisco Solano iba a descansar un poco de su cansancio… Cuando se dio cuenta que la muerte se acercaba, ¡pidió que le cantaran las glorias de la Virgen! (…)
            Mañana recemos también a San Ambrosio, el cantor de María, recemos a San Ambrosio, ¡el gran arzobispo de Milán!... E invoquen también el santo que hoy les recordé, San Francisco Solano, para que nos den algo de su amor filial, tiernísimo y hecho de obras y no de palabras; ¡a la Purísima, a la toda santa, toda inmaculada! 




Fuente: la Parola VII, 126-128

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