En abril de 1935, Don Orione publicaba una carta explicando que era el Pequeño Cottolengo Argentino. Pocos días despues, el 25 de abril, se colocaba la piedra fundamental del Cottolengo de Claypole; en 27 de junio, recibia la Casa Central del Cottolengo (Carlos Pellegrini 1441, Buenos Aires) y el 2 de julio, abria sus puertas del Cottolengo de Avellaneda.
Con esta Carta Magna, Don Orione describia cual era el espiritu de esta nueva obra de caridad.
EL
PEQUEÑO COTTOLENGO ARGENTINO - QUE ES -
Buenos
Aires, 13 de abril de 1935
Calle
Victoria - 2084
DEO GRATIAS! - Confiada en la Divina Providencia y en
el corazón magnánimo de los Argentinos y de toda persona de buena voluntad, se
comienza en Buenos Aires, en el Nombre de Dios y con la bendición de la
Iglesia, una humildísima obra de fe y de caridad, que tiene por objeto dar
asilo, pan y un poco de bienestar a los “desamparados” que no hayan podido
encontrar ayuda en otras instituciones de beneficencia.
Trae esta obra su vida y su espíritu
de la caridad de Cristo, y su nombre de San José Benito Cottolengo, que fue
Apóstol, y Padre de los pobres más infelices.
La Puerta del Pequeño Cottolengo
Argentino se preguntará a quien la cruce si tiene un nombre, sino solamente si
tiene un dolor.
"CHARITAS CHRISTI URGET
NOS" (II Cor., IV)
Cuántas bendiciones obtendrán de
Dios y de nuestros queridos pobres aquellas almas generosas que concurran a
remediar tanta miseria, a endulzar tanto dolor de los que son como “el desecho
de la sociedad”.
DE
COMO ES EL PEQUEÑO COTTOLENGO ARGENTINO
Él es, por ahora, como un pequeño grano de mostaza, al
cual bastará la bendición del Señor para llegar a ser un día en un árbol
corpulento, sobre cuyas ramas se posarán los pajarillos. (Math. cap. 13)
Los pajarillos, en este caso, son
los pobres más abandonados, nuestros hermanos y nuestros, amos.
EL
OJO DE LA DIVINA PROVIDENCIA
El Señor ama a todas sus criaturas sin excepción; su
Providencia, empero, no puede dejar de distinguir con amor de predilección por
los miserables, los afligidos, los huérfanos, los enfermos, a los que sufren
tribulación de alguna manera, después que Jesucristo se presento como su modelo
y Capitán, sometiéndose él también a la pobreza, al abandono, al dolor y hasta
el martirio de la Cruz.
Por lo cual el ojo de la Divina
Providencia está, de modo especial, fijo en las criaturas más desventuradas y
en aquellas que se hallan sumidad en mayor abandono.
A
QUIEN SE RECIBE EN EL PEQUEÑO COTTOLENGO ARGENTINO
El Pequeño Cottolengo tendrá siempre abierta su puerta
a clase de miseria moral y material. A los afligidos y desengañados
proporcionará nuevos alientos y lumbres de fe.
Separados luego en tantas otras
familias, acogerá en su seno como a hermanos a los ciegos, a los sordomudos, a
los retardados, a los incapaces: cojos, epilépticos, viejos inútiles para el
trabajo, niños escrofulosos, enfermos crónicos, niños y niñas de cortos años en
adelante; jovencitas en la edad de peligros morales; a todos aquellos, en una
palabra, que por una u otra causa necesiten de asistencia,[1]
de auxilio, con el agregado de que no pueden ser recibidos en hospitales y
asilos, y que verdaderamente sean abandonados: sean de cualquier nacionalidad,
sean de cualquier religión, sean también sin religión alguna: ¡Dios es Padre de
todos!
Es claro que todo esto se llevará a
cabo gradualmente, mientras se vaya edificando y se disponga del lugar
conveniente, confiando en Dios y en el concurso de los corazones
misericordiosos, desconfiando tan sólo de nosotros mismos
En el Cottolengo no deberá quedar
sitio vacío.
Nuestra debilidad no nos asusta: la
consideramos como el trofeo de la bondad y de la gloria de Jesucristo.
COMO
SE RIGE Y GOBIERNA EL PEQUEÑO COTOLENGO ARGENTINO
Nada es más agradable al Señor que la confianza en Él.
Y nosotros querríamos poseer una fe,
un coraje, una confianza tan grande cuán grande es el Corazón de Jesús, el cual
es su fundamento.
El Pequeño Cottolengo Argentino se
rige in Domino: sobre el fundamento de la fe; vive in Domino, de
la Divina Providencia y de vuestra generosidad; se gobierna in Domino,
esto es, con la caridad de Cristo: todo y sólo por amor, hasta el holocausto de
nuestra vida, con el divino auxilio.
¡Y nada de empleados! Nada de
fórmulas burocráticas, que a menudo angustian, si por ventura no vuelven
humillante el bien: nada que se parezca a una administración; nada de eso.
Todo depende de la Divina
Providencia; quien todo lo hace es la Divina Providencia y la caridad de los
corazones misericordiosos, movidos por el deseo de hacer el bien, tal como el
Evangelio nos lo enseña, a aquellos que más lo necesitan.
TIENE
REDITOS EL PEQUEÑO COTTOLENGO ARGENTINO
Vosotros quizás creeréis que poseemos con fondos y
réditos.
No, amigos míos; de todo eso tenemos menos que nada.
El Pequeño Cottolengo no tiene
réditos, y no podrá jamás tener tales réditos; va adelante día a día:
"panem nostrum quotidianum".
Aquel Dios que es el gran Padre de
todos, que piensa en el pajarillo del aire y viste a los lirios del campo,
envía con mano benéfica el pan cotidiano, esto es, aquel que se necesita cada
día.
Nuestro
banco es la Divina Providencia, y nuestra bolsa está en vuestro bolsillo y en
vuestro buen corazón.
COMO
SE VIVE EN EL COTTOLENGO ARGENTINO
El Cottolengo está construido sobre la fe, y vive de
los frutos de una caridad inextinguible.
En el Cottolengo se vive
alegremente: se ora, se trabaja en la medida que las fuerzas de cada uno; se
ama a Dios, se ama y se sirve a los pobres. En los desamparados se ve y se
sirve al mismo Cristo, en santa y perfecta alegría. ¿Quién más feliz que
nosotros?
Y también nuestros queridos pobres
viven contentos: ellos no son nuestros huéspedes, no son asilados, sino que son
los patrones y nosotros sus sirvientes, ¡así se sirve al Señor!
¡Cuán hermosa es la vida en el
Cottolengo! Es una sinfonía de oraciones por los bienhechores, de trabajo, de
alegría, de cantos y de caridad!
DE
QUE MANERA SE PUEDE AYUDAR AL PEQUEÑO COTTOLENGO ARGENTINO
De mil maneras: con la oración, con dinero y
haciéndolo conocer de personas de corazón y benéficas, que puedan cooperar a
tan gran bien.
Por otra parte, todo aquello que
tengáis y no podías utilizar más, enviadlo al Cottolengo. Por ejemplo: ¿tenéis
un par de botines que no lleváis más? Y bien, enviadlos al Cottolengo. ¿Tenéis
lienzos, ropa blanca vieja, frazadas y vestidos usados, sombreros deteriorados?
Y bien, enviadlos al Cottolengo. O avisad por teléfono dónde y cuándo podríamos
ir a tomar dichos objetos. Nuestros teléfonos son: U.T 61-2654 y también 7 San
Fernando.
Todo es grande cuando es grande el
corazón que lo da. Como en el Cottolengo se reciben los a los llamados desechos
de la sociedad, así también se reciben los desechos de vuestra casa: muebles
fuera de uso o rotos, mesas, sillas, camas, libros, cuadros, retazos
inservibles y artículos de ropavejero: pan, carne, fideos, harina, legumbres,
medicinas, carbón, leña, etc, todo sirve a los pobres del Pequeño Cottolengo
Argentino.
En el Cottolengo somos todos más
pobres que vosotros, comenzando por los Padres, los cuales recibirán y vestirán
con sentimientos de mucha gratitud los trajes eclesiásticos desusados que el
Reverendo Clero tuviese a bien ofrecérselos en caridad.
Al muy Rvdo. Clero Argentino el Pequeño Cottolengo
manda su humilde saludo en el Señor, anticipándoles vivas manifestaciones de
agradecimiento por la benévola acción que querrá desenvolver con el fin de que
se conozca la nueva institución, que ha sido ampliamente bendecida por el
Excelentísimo Señor Nuncio Apostólico y por los excelentísimos señores
arzobispos de Buenos Aires y de La Plata.
Si alguno deseare dedicar lechos, un
aula, un dormitorio, a la memoria y al nombre de una persona querida, esto
puede hacerse en el Cottolengo, y se transmutará en bendiciones el acto
magnífico del insigne benefactor o benefactora y de su familia.
VISITAD
AL COTTOLENGO
¡Oh, argentinos, que poseéis el corazón más noble que
haya jamás encontrado, venid a visitar a los pobres del Cottolengo, donde hay laus
perennis por la prosperidad de vuestras familias y de la República; donde
todo es simplicidad de vida y buen sonreír, sereno y reconocido donde todos los
sacrificios y todas las palabras se confunden y se mudan en una sola: ¡CARIDAD!
¡El Señor perdona tantas cosas, por
una obra de misericordia!
A
LAS BENEFACTORAS Y A LOS BENEFACTORES
Suscite Dios en Buenos Aires y en toda la República
Argentina, muchos corazones generosos, abiertos al bien, que vengan a coadyuvar
en esta Obra de cristiano amor hacia los hermanos más miserables.
Quieran todos rogar por nosotros, y
recordar con benevolencia a nuestros queridos pobres; ellos, nada olvidadizos,
rogarán siempre por sus bienhechores, y sus bendiciones seguirán a estos y los
confortarán en todos los días de su existencia.
A todos cuantos presten su concurso
al Pequeño Cottolengo Argentino conceda el Señor el ciento por uno en la
presente vida, eterna recompensa en el Cielo!
Custodia, Reina y Madre del
Cottolengo Argentino, es María, Madre de Dios, la Santa Señor de la Divina
Providencia.
¡Oh, mi Santa Señora, he aquí que os
he consagrado por Patrona y Madre; ahora os toca a Vos!
Sacerdote LUIS
ORIONE
de los Hijos de
la Divina Providencia
Buenos
Aires, Abril 12 de 1935
Puede
imprimirse
ANTONIO
ROCCA
Vic.
Gen.
Esta carta fue publicada por el diario el Pueblo, a modo de separata en su edición del 12 de abril de 1935; y en Boletín
Eclesiástico de la Diócesis de La Plata 6 (1936), pags. 181-184.
[1]
Para no caer en juicios erróneos, nos parece conveniente mencionar que Don
Orione utiliza los términos propios de la época para referirse a las personas
con discapacidad; por otra parte, al decir que ellos “son los patrones y
nosotros [los religiosos] sus sirvientes”, muestra una visión de avanzada sobre
la discapacidad.
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