lunes, 19 de diciembre de 2011

Don Orione: Almuerzo con los pobres luego del pesebre viviente


            Con ocasión de las celebraciones navideñas, inspirándose en San Francisco de Asís, Don Orione organizo espectaculares pesebres vivientes en los años treinta, sagradas representaciones del misterio de la Navidad, manifestaciones de fe y arte que atrajeron decenas de miles de personas. 


            Don Orione comentaba a sus seminaristas: “Hemos sido los primeros en suscitarlo: al principio parecía una cosa para reír, ¡pero se hizo el bien!”. Ellos son “una manifestación de fe y de arte verdaderamente grandiosa, única en Italia”. 
            Don Orione organizo decenas de representaciones del Pesebre Viviente en Tortona, Vohera y Novi Ligure. 
            Una foto, hallada en nuestro Archivo general, muestra un hecho particular de aquellas representaciones sacras: “Con las donaciones recibidas para el Pesebre viviente se dará un almuerzo para 200 pobres”, informaba Don Orione. “El almuerzo, en el Colegio Dante, será servido por los ángeles y los pastores del pesebre viviente”. 


            La foto muestra el almuerzo del cual hablaba Don Orione en el salón del Colegio Dante. Los que están de pie, con una sabana plegada en la espalda, son los seminaristas-pastores que hacían de mozos. Los pobres fueron 280. “Reinó la disciplina y un orden perfecto”, escribió Don Orione. “Incluso entre la cordialidad y la alegría más sereno, no se rompió ni un vaso. Todos quedaron muy contentos, y salieron del Colegio Dante dando vivamente las gracias y vivas a los benefactores, y bendiciendo la Divina Providencia”. 
            Éste es el genio de Don Orione: “unir siempre a la obra de culto una obra de caridad”. 
            ¡Feliz Navidad!
            P. Flavio Peloso

martes, 13 de diciembre de 2011

P. Carlos Berón de Astrada: del Colegio Militar a la Obra Don Orione


Carlos era un cadete del Colegio Militar, miembro de una estirpe de militares, su abuelo había sido general, su padre coronel y su hermano llegaría también al grado de coronel. Su vida ya estaba destinada.


Pero, un hecho cambiaría el rumbo de su vida, o mejor dicho un encuentro, su encuentro con Don Orione. 
“Tú sabes, chico – me decía – en aquella época (refiriéndose a los años ´30), las señoritas no salían a caminar solas por Buenos Aires, siempre debían estar acompañadas por un hermano o el padre, eran otras épocas. Mi hermana quería ver a Don Orione, entonces mi padre me dijo que la acompañe y así lo hice. Llegamos a la casa de Carlos Pellegrini, donde mucha gente esperaba para hablar con Don Orione, quien en ese momento estaba atendiendo una persona. De pronto, se abre la puerta, y sale Don Orione, me clava la mirada y me dice: “ven aquí, que voy a confesarte”, yo no entendía nada, y atónico fui.Inginocchiatti”, me dijo y me arrodille. No recuerdo lo que me dijo, solo recuerdo su mirada”. 
Así describía el P. Carlos su encuentro con Don Orione, un encuentro que cambiaría su vida, ya que luego dejaría el Colegio Militar y la tradición familiar, para ir con Don Orione.
Si bien era una vocación adulta para la época, Carlos gozará de la estima del Fundador y de los superiores. Don Orione en una carta, refiriéndose de él, dirá: “Si hubiese venido a América solo pero esta vocación, me sentiría satisfecho – Deo Gratia!”[1].

El entonces seminarista Carlos Beron de Astrada a la derecha de Don Orione

Luego de varios años en Italia, volverá a la Argentina, donde estará siempre en la “cresta de la ola”, como decía el P. Enzo Giustozzi, será secretario y vicario provincial, consejero, provincial, superior de Itatí, siendo un hombre de mucha confianza de la Congregación.
Siendo seminarista, una vez le pregunte una vez al P. Giustozzi acerca del P. Berón de Astrada y su pensamiento acerca de los gobiernos militares a lo largo de nuestra historia. Para quien no sabe, el P. Enzo fue un férreo opositor de las dictaduras militares, comprometiéndose en la lucha por los derechos humanos al punto de arriesgar su vida. “Berón, - me contesto - los conocía, y por eso no confiaba en ellos, ni aprobaba lo que hacían. Mas, una vez que visito un ex compañero del Colegio Militar, me dijo: ‘Enzo, hay que tener cuidado, estos están locos, quieren matar gente’”. 
Si bien, había roto con la tradición familiar, aun conservaba el porte marcial, muchos lo recuerdan caminando erguido, de buenos modales y trato cortes, digamos, un caballero. 
Cuando lo conocí, yo era un adolescente, y me impacto su modo de hablar y contarnos acerca de Don Orione. Sabía ganarse el cariño de la gente y acompañar a los jóvenes quienes disfrutábamos compartir con él alguna charla o pedirle algún consejo. 
A causa de su mal de Parkinson, se le hacía muy difícil mover las hojas del breviario y seguir las oraciones comunes, pues necesitaba más tiempo, pero él estaba siempre presente en las oraciones de la comunidad. Normalmente, rezaba el oficio por su cuenta, y luego, compartía la oración comunitaria. Siendo novicio, me enseño con su ejemplo el valor de la oración en comunidad. 


Pasó sus últimos años en Claypole, donde era muy querido por el personal y la comunidad religiosa. Los domingos por la mañana, iba a la parroquia de Lourdes, a confesar 3 o 4 horas, lugar donde también se gano el cariño de todos. 
Tuvo una muerte muy serena, durante su internación consolaba a los hermanos y les agradecía sus cuidados, prometiendo que cuando llegara al paraíso, junto a Don Orione rezaría la misa por la Congregación.




[1] Carta a Don Sterpi. Buenos Aires, 25 de Marzo de 1936. “Non fossi venuto in America che per questa vocazione, potrei dirmi soddisfatto - Deo gratias!”


martes, 29 de noviembre de 2011

P. Tomás Alonzo: de jardinero a obrero de la Providencia


            Tuve la gracia de conocer al P. Tomás Alonzo en mi parroquia natal allá en Pompeya. Su figura siempre me impactó, un sacerdote anciano de sotana negra, sentado en el confesionario o arreglando el jardín del atrio parroquial, pues ese había sido su antiguo oficio.
            Él había sido un simple inmigrante que trabajaba de jardinero de los padres del Sagrado Corazón, cuando conoció a Don Orione durante el Congreso Eucarístico de 1934, mientras este daba una catequesis para la comunidad italiana en la iglesia de San Carlos.
            Ese encuentro cambiaría la vida de Tomás quien dejará todo para seguir al Fundador.


            Mi padre siempre lo admiró por su capacidad de trabajo. Se levantaba a las 4 de la mañana, rezaba, comía algo y salía con un camión del depósito de Pompeya a “buscar la Providencia para los pobres del Cottolengo”, por quienes desgastó su vida, como le había enseñado el Fundador.
            Luego, al volver por la tarde a la parroquia, descansaba un poco y comenzaba a trabajar de nuevo arreglando el jardín del atrio parroquial. Nosotros éramos chicos y nos decía: “venga acá, ayúdeme”, pues pese a tener unos 80 años, se arrodillaba para trabajar y cuidar las plantas, “hay que sacar la gramilla”, decía mientras con un cuchillo removía la tierra y sacaba los yuyos. “Traiga la manguera”, “ayúdeme a pararme”, eran sus frases.
            El P. Tomás contaba que siendo clérigo, había trabajado en los comienzos del Cottolengo de Claypole, y más específicamente, había manejado el arado durante la construcción de los caminos internos del mismo.

P. Tomas (2° a la derecha) en la inaguración del Cottolengo de Claypole

           Era un hombre de trabajo, muy sencillo, que como el mismo contaba, había llegado a ser sacerdote gracias de Don Orione, estudiando en casa un poco, digamos a la orionita. Pero, lo que no tenía de ciencia, lo tenía de la sabiduría que le enseñó el trabajo.
          Durante sus recorridas por Buenos Aires, visitaba bienhechores, empresarios, hombres de negocios, etc., a quienes les pedía “algo para los pobres del Cottolengo”. Muchos de los cuales se sentían impactados ante este sacerdote anciano de sotana gastada.
            En sus recorridas, también sufrió el rechazo, los insultos y el maltrato, pero eso no lo asustaba, ni lo desanimaba, pues él tenía que continuar su misión, tenía que buscar “algo para los pobres del Cottolengo”.
            Otra cosa que hacía, que podríamos llamar “picara”, era ir a dedo al Cottolengo, esperando que algún alma generosa, viendo a este sacerdote anciano de sotana negra, frenara y se ofreciera a llevarlo. Esto se convertía en una ocasión para hacer conocer el Cottolengo y buscar nuevos bienhechores.


           Por otro lado, pese a codearse con gente de mucho dinero, supo vivir la pobreza de modo casi espartano, todo lo que recibía se lo entregaba al ecónomo provincial o al director del Cottolengo. Vestía ropa de Providencia, comía lo que había, nada era para él, todo era para los pobres. Su vivencia del voto de la pobreza, no necesitaba ninguna explicación, solo era necesario verlo.
            Otra faceta de este gran hombre, fue su amor por la confesión. Pasaba horas sentado en el confesionario, y mientras que parecía que se dormía, repetía: “que más, que más”. Sus penitencias eras grandes, pero su sonrisa y su misericordia lo eran más.
Breviario en mano, rezando las horas y cuanta estampita encontrase, nos preguntaba: “¿estuvo en misa?”, si decimos que sí, nos mandaba a jugar, y si decíamos que no, decía: “entonces, vaya a escuchar misa”.
            Si bien, tenía un carácter fuerte, y a veces era un tanto tosco y exigente, su corazón estaba lleno de amor a Dios, a la Iglesia, al Papa, y a los pobres del Cottolengo, como había aprendido con Don Orione.
            Muchos religiosos y laicos, recuerdan que repetía y repetía hasta el cansancio lo vivido con Don Orione y la historia del Cottolengo de Claypole, “¿Usted sabe como compré el Cottolengo?”, etc. Historias que habían quedado marcadas a fuego en su corazón.
            Todo era “Don Orione decía….”, “Don Orione nos enseñó…”, “tenemos que amar al Papa, porque Don Orione…”, etc., etc. Pues tenía una cosa bien clara, quería ser santo, porque eso era lo que le había enseñado Don Orione.
            Por último, cuanto tenía unos 10 o 11 años, curioso como cualquier niño, le pregunté algo que quería saber, ¿Cómo era Don Orione?, pero mi pregunta era muy simple, yo solo quería saber sobre su aspecto físico, ¿era flaco, gordo, alto o bajo? Recuerdo que ante mi pregunta, su rostro se iluminó, sonrió y me dijo algo que quedo grabado en mi corazón: “Era un padre”.

Benjamin Mela, P. Tomas Alonzo y Facundo Mela
 
De los escritos de Don Orione:
            “A Itatí van, el P. Vicenzo Errani, superior y párroco, el P. Juan Lorenzetti y un clérigo marquesano de 25 años, Alonzo Tomás, óptimo, que termina el noviciado el 18 e hizo los votos”.[1]

P. Facundo Mela fdp
Payatas (Filipinas) 28 de noviembre de 2011



[1] Carta a Don Sterpi. Buenos Aires, 22 de Enero de 1938. A Itati vanno don Vincenzo Errani, Superiore e Parroco, don Giovanni Lorenzetti e un Chierico, Marchigiano, di 25 anni, Alonzo Tommaso, ottimo che termina il 18 il Noviziato e fece i voti”.

martes, 22 de noviembre de 2011

¡Acá se viene a trabajar!



 Cuando éramos chicos, mi hermano y yo nos solíamos pelear por un gran sofá blanco que había en mi casa, los dos queríamos recostarnos en el sofá para mirar la televisión.
Un día mi papá, un hombre que ama el trabajo, se enojo con nosotros y nos dijo una frase que me quedó grabada: “si Don Orione estuviese acá, quemaría el sillón”
Luego, nos conto una historia que él a su vez había escuchado.


Roberto Mela, papá del P. Facundo, trabajando en el torno

Una vez, Don Orione vio un grupo de seminaristas recostándose en un sofá y peleándose por esa “poltrona” que había en el seminario, mi padre aun hoy repite la palabra italiana y agrega: “estaban apoltronados”. Entonces el Fundador puso el sofá en el medio del patio, llamo a todos los seminaristas, lo quemó y luego les dijo: “¡acá se viene a trabajar!”.
Mi papá pasó gran parte de su vida en la parroquia de Pompeya, donde conoció religiosos que se caracterizaron por ser grandes trabajadores: el P. Tomas Alonzo(1), el P. Ángel Pellizzari(2), el Hno. Dagoberto Molina(3), etc. Hombres a los cuales admiraba por su capacidad de trabajo y su amor al mismo.
En esa escuela orionita del trabajo, escuchó esta historia y le enseñaron que Don Orione había hecho esto porque quería que sus hijos, curas y hermanos, que sean hombres de trabajo y no señoritos, ni vagos.
Con los años, al ingresar en la congregación, volví a escuchar esta historia, e incluso leí el testimonio de algunos de los presentes. Pero siempre me quedaron grabadas las palabras de Don Orione, según el relato de papá: “¡acá se viene a trabajar!”.


De los escritos de Don Orione

“¿Cuándo fue visto Don Bosco tendiéndose en un sofá?
¡Si hubiesen entendido el significado de haber hecho quemar el sofá en medio de este patio el año pasado! 
No solo era por el espíritu de la pobreza, ¡Era mucho más que eso! ¡Y un día lo van a entender bien!”(4)



[1] P. Tomas Alonzo de Atri (Teramo, Italia), muerto en Claypole, el 4 de Octubre en 1991, a 83 años de edad, 55 de profesión y 45 de sacerdocio.
[2] P. Angel Pellizari de Gossolengo (Piacenza, Italia), muerto en Génova (Italia) el 15 de Agosto de 2011, a 83 años de edad, 68 de profesión y 57 de sacerdocio.
[3] Hno. Dagoberto Molina de Núñez (Ciudad de Bs As), muerto en Claypole, el 1° de Septiembre de 1986, a 55 años de edad y 33 de Profesión
[4] Carta circular a los sacerdotes y seminaristas. Tortona, 3 de Agosto de 1920 (Scritti 52, 34) “Quando mai si è visto Don Bosco a sdraiarsi sul sofà? E se aveste capito cosa significava l’anno scorso l’aver fatto abbruciare in mezzo a codesto cortile il sofà! Non era solo per lo spirito di povertà, era ben altro! E lo capirete bene un giorno!”

martes, 8 de noviembre de 2011

El burrito de la Divina Providencia


            “¿En serio, padre, Don Orione decía que era un burro de Divina Providencia?”, me preguntó asombrada mi profesora de Tagalo, cuando leyó algo que yo había escrito sobre Don Orione a modo de tarea. Recuerdo que ella no podía comprender como Don Orione: santo, fundador, hombre de Dios, misionero, etc.; dijese que su vocación era ser un burro de la Divina Providencia, así que le conté algunas anécdotas del Fundador y le explique de modo sencillo que significaba para él ser un burro de la Providencia.

            Un año más tarde, la curiosidad me llevo a profundizar un poco más acerca de estas palabras de Don Orione y saber qué significaba para él ser un burrito de la Providencia y qué implicancias tendría en su vida y su obra.

Encuentro con un cura extraño
           El primer encuentro del joven Ignacio Silone con Don Orione quedará grabado en la memoria del escritor italiano, quien escuchará de los labios del Fundador la autodefinición de su vocación: “vivir como un auténtico borrico de la Divina Providencia”.
           Este encuentro estuvo marcado por dos momentos: uno de rebeldía e impertinencia, donde el joven Silone estaba enojado, ya que pensaba que Don Orione no lo había ido a buscar al instituto donde estaba internado; y un segundo momento de apertura, al descubrir que ese sacerdote que tenía enfrente era Don Orione.
           En ese momento, se creará una corriente de amistad, respeto y cariño. Relata Silone:
          “Quedé asombrado ante aquella revelación inesperada: de pronto me sentí despreciable y vil. Escondí el diario con avergonzada precipitación y balbuceé algo que quería ser una excusa por mi anterior arrogancia y sonrió como quién hace una confidencia a un amigo.
          ‑Soy verdaderamente feliz cuando alguna vez puedo cargar con las valijas de niños impertinentes como tú ‑me expresó-. Usó una imagen peculiar que me agradó enormemente y me conmovió.
          ‑Llevar la carga como un burrito ‑dijo exactamente‑. Y me confió:
          ‑Mi verdadera vocación es un secreto que quiero revelarte, sería poder vivir como un auténtico borrico de la Divina Providencia”.

Burros en lugar de caballos
            En varias cartas, refiriéndose a los comienzos de la misión de Sáenz Peña, Don Orione utilizará la expresión: “A falta de caballos, trotan los burros”, haciendo referencia a que aceptó ir allí, ya que otros habían rechazado ese lugar.
            En una carta al Abad Caronti, entonces Visitador Apostólico de la Congregación, el Fundador le expresará su deseo de “ser pobres y para los pobres”, ser “los pequeños burros de la Providencia”. Aquí podemos ver el corazón sacerdotal de Don Orione.
            “El P. Sterpi le habrá dicho que pusimos pie en el centro del Chaco, dada la insistencia de los dos Obispos y de la Nunciatura, y por la necesidad de esas almas. Acepté con reservas y cuando todos habían rechazado, hasta el Inspector de los Salesianos me dijo que lo había rechazado. Recé un poco, quizás demasiado poco... Creo que los otros no aceptaron por el calor insoportable y la enorme pobreza; pero nosotros queremos ser pobres de la Divina Providencia y queremos ser pobres y para los pobres. Pensé que si S.E. hubiese estado aquí, me hubiera dado la bendición, y pensé en todas aquellas almas y en Jesucristo y que mi madre decía que a falta de caballos, trotan los burros, y nosotros somos precisamente los pequeños burros de la Providencia, o, al menos, deseamos serlo.
            Si estuviera aquí, le pediría ir yo al Chaco para morir allí, para consumirme y vivir como un verdadero misionero, confiado al Señor. (…)
            Aquí el Chaco es considerado peor que la Patagonia, todo está por hacerse, todo es sufrimientos, todo sacrificios, por el Señor, por las almas, por la Santa Iglesia. (…)
            Y ahora termino. Excelencia, disculpe la extensión de mi carta y permítame pedirle me deje un poco más acá; y, si Dios le inspirase dejarme aquí siempre, porque así fuere para mi bien y el de la Pequeña Obra, déjeme aquí para siempre, e intérneme o lánceme donde mejor le parezca in Domino, que siempre seré muy feliz in Domino.
            Sólo tengo un deseo: amar al Señor y amar a la Santa Iglesia, las almas, los pobres, los niños pobres, los abandonados, la clase pobre, los obreros, los comunistas: querría morir por estos hermanos míos, querría ser olvidado por todos, vivir y morir olvidado por todos, a los pies de todos y sólo amar a Jesús, a la Santa Iglesia y a todos, y perderme en el Señor; yo, indignísimo, que pequé tanto, que fui muy malo con el Señor y con la Virgen y ¡no atesoré los dones del Señor!” (Buenos Aires, 17/3/1937). 

Jesús prefería los burros.
            En otra carta acerca de Sáenz Peña retomará la idea, pero agregará algo más, la preferencia de Jesús por los burros, ya este ingresó a Jerusalén montado en un burro.
            Para Don Orione, su felicidad y la de sus hijos, se encuentra en el ser “los burritos de Jesús, del Papa, de los obispos y de las almas”.
             “En el Chaco hace muchísimo calor, nadie quería ir, y a falta de caballos, trotaron los burros. Y sí, nosotros queremos ser los burritos de la Divina Providencia. ¿Acaso Jesús no prefería los burros? ¿Acaso no entró a Jerusalén en un burro? Sí, sí, ¡felices nosotros, si somos los burritos de Jesús, del Papa, de los obispos y de las almas!
            Rece, rece, Señora Condesa, para que siempre seamos pobres, pequeños y humildes como los burritos, y todos y totalmente de Jesús, de la Santa Iglesia, pequeños y humildes a los pies de la Madre Iglesia. Y ahora termino, si Dios quiere, regresaré en julio. Luego, si me dejan volver, volvería con gusto a perderme en Jesús y en las almas, aquí en Sudamérica”. (Rio de Janeiro, 10/4/1937).


            Su pensamiento, se hundirá en la tradición bíblica del Mesías, manso y humilde, que entra a Jerusalén montado en un burro, en un animal de trabajo: “Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: "Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal de carga". (Mateo 21, 4-5). 

Un poco de humor
            Don Orione tampoco perderá la oportunidad de reírse y bromear sobre sí mismo comparándose con un burro.
            En una foto montado en un burro, mientras descendía del Monte Soratte luego de una visita a los ermitaños, escribirá de puño y letra en dicha foto: “Él y yo somos… dos!”

“Él y yo somos… dos!”
 A modo de conclusión
            Para Don Orione, ser “un borrico de la Divina Providencia”, no es una frase retórica, sino una convicción de vida. El Fundador quiso ser pequeño, humilde y pobre para los pobres, pues esto es lo que le gusta a Jesús.
            Esto también lo quiso para sus hijos, quienes deben ser los burritos de la Providencia, es decir: pobres, pequeños y humildes, como él mismo lo fue. Para Don Orione, tal vez no somos los mejores, pero tenemos que ir y estar donde los “mejores” no quieren estar, tenemos que “ser pobres y para los pobres”. Ese es nuestro lugar para Don Orione.
            Por otro lado, esto no nos tiene que llenar de odio, ni de soberbia, sino que tiene que ayudarnos a ser más humildes y descubrir (o redescubrir) que nacimos para los pobres, para aquellos que nadie quiere cuidar o nadie se preocupa, que tenemos que ir a los pobres más pobres como quería Don Orione.

P. Facundo Mela fdp
Payatas (Filipinas), 26 de Agosto de 2010

Don Orione expresándose en español

            Durante sus dos estadías en Latinoamérica (1921-1922 y 1934-1937), Don Orione aprendió bastante de portugués y español; y aunque de forma limitada, podemos decir que tuvo un cierto dominio de los mismos.
            En el caso concreto del español, Don Orione visitó Uruguay y permaneció en Argentina unos cuatro meses durante su primera estadía; mientras que la segunda, permaneció casi tres años en Argentina, visitando también Uruguay y Chile. Esto significa que estuvo casi tres años inmersos en países de habla hispana, experimentando lo que vive todo misionero ante una nueva lengua: descubrir la importancia de hablar la lengua de la gente, experimentar diversas dificultades lingüísticas, comenzar a entender y expresarse, etc. Pero, dejemos que el fundador nos cuente su experiencia.
            Por una cuestión metodológica, algunos textos no se traducirán y otros se resaltaran para captar mejor como Don Orione utilizo del castellano.

Don Orione hablando en español
            Don Orione experimentó la novedad de comenzar a hablar en español: “Ahora ya hablo y predico en español” (14/9/1935) y “Ora comincio a fare qualche cosa poiché già hablo en espanol. Prega e fa pregare” (26/3/1935). Como tambien la vergüenza de no saber hablar bien la nueva lengua: “¡Figúrense ustedes cual ha sido mi embarazo encontrándome delante de tantos caballeros y damas! Traté de hacer mis cumplidos con frases españolas pero, éstas, muchas veces no me salían y entonces me la pasé haciendo unas reverencias ¡Qué feo no saber hablar! Si hubiera venido acá hablando el español ¡Cuánto más bien habría podido hacer!” 
            El Fundador experimentó también uno de los problemas más comunes a la hora de hablar en otra lengua: los problemas de pronunciación. “Ayer a la tarde, fiesta de Don Bosco, le hable a los argentinos por radio, y en lengua española, pero la ‘cota’ no logro pronunciarla bien, en necesario nacer aquí” (27/4/1935).
Don Orione comparte su imposibilidad de pronunciar bien la J, refiriéndose a esta come la “cota”, posiblemente porque así pronunciaba la palabra jota (es bueno recordar en italiano la J se llama i lunga).
            Existe un testimonio del español de Don Orione. La Srta. Pelagia Aldunate Lyon, hija del embajador chileno en Italia, relata en sus Notas de viaje un encuentro con Don Orione, en el cual el Fundador habló en español. “Don Orione entiende el español así que nosotros hablábamos un español italianizado y él un italiano españolizado”.

Escribiendo en español
            En muchas de sus cartas escritas entre 1935 y 1940 podemos encontrar frases o palabras españolas, lo cual nos muestra cómo iba asimilando la nueva lengua y su esfuerzo de escribir en la misma: “Le mando la santa benedizione Pasquale a Lei, al mio prediletto, alla nipote Elisa, a todos! Vede, che parlo già in spagnolo?” (10/4/1935). Veamos algunos ejemplos:

“Almas ! Almas !
Buenos Aires, 19 de mayo [de]1937

                Al mio caro e grande amico il D.r Ambrogio Solari,
                “La grazia dello Spirito Santo e tutti i Sette Doni della Pentecoste siano sopra di lei, mio caro D.r Solari, sulla sua distinta señ.ra [sra.]e suoi vostri cari figli! Oh quanto piacere mi hanno recato le sue lettere, per avion, del dì 8 e 12 de mayo: io le do mille e mille grazie! Sono contento che lei abbia ricevuto la mia carta, inviata a Nizza. Io sono ritornato bene dal Brasile e, grazcias [gracias]a Dios, esto[estoy] muy bien de salud: tambien los otros de esta Casa todos muy bien. Ringrazio delle orazioni che per me e mia Congregazione lei, la sua señ.ra y higos [hijos]avete fatto a Lourdes. Ho molto gradito las buonas [buenas]noticias de Alejandrito, Eduardo, Daniel y Felipe y tambien del corderito de Jesus Noemi Maria. (…) L’altro jeri Gesù Cristo mi ha dato la grazia di liberare dal demonio una ossessa, - nella nostra cappella di Carlos Pellegrini: demos gracias a Dios!

“Nob.ma Dona Sen.ra Inéz Dorego [Doña Sra. Inés Dorrego] de Unzuè
Cerrito Capital
                Riferendomi alla umile richiesta che jeri ho rivolto alla sua intelligente bontà di voler ciò porre la sua valida intercessione presso il sig.r Saturnino Unzuè, suo deg.mo esposo, - credo  conveniente mandare il progetto del Galpón, che tanto necessita al Piccolo Cottolengo di Claypole, per tenere da conto sia il bestiame che la raccolta e gli attrezzi agricoli. El Galpón sarebbe dividido en dos cuerpos, para caballeriza y para depósito de mais [maíz] etc.  Sarò profondamente grato a su seg.r esposo y siempre invocherò da Dios grandes bendiciones sobre El y sobre Vd! Dios siempre benediga! [la bendiga]
Don Orione”.

Incluso escribirá algunas máximas y refranes:
              "Lauda Sion Salvatorem!
               Mi madre! Acuérdome que quando murió mi madre, quedé yo de edad de doce anos, pocos menos; como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra Señora y supliquéla fuese mi Madre con muchas lagrimas. Paréceme que aunque se hizo con simpleza, que me ha valido, poique conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a Ella. (Santa Teresa) [vita 1,7] (…)  Máximas de San Francisco de Sales Me parece que el conocimiento de todas nuestras imperfecciones, lejos de turbarnos deberìa alegrarnos, porque es un medio de enmienda. Cuanto ostenta el mundo a nuestros ojos como grande, es ilusión y mentira”.

               Junto con esto, el Fundador mezclará palabras italianas y españolas. Por ejemplo refiriéndose al barrio porteño de “Nueva Pompeya”, algunas veces escribirá Nueva Pompeya, mientras que otras veces: Pompeja o Pompeia (el nombre italiano de la ciudad de Pompeya es Pompei). Refiriéndose al Hno. Jorge Valle, podemos encontrar que escribió: Jorge, George, Giorgio (como es en italiano) y Gorge.
              Un gesto paternal de Don Orione son las pequeñas frases que escribe en castellano a los clérigos argentinos, Luis Smiriglio y Carlos Berón de Astrada, que se encontraban estudiando en Italia: “preghiamo, o miei cari Luis y Carlos, che la nostra Virgen de Lujan li mantenga forti nella pietà e perseveranti nella umiltà e vocazione” (18/9/1937). En otra carta: “Todos los dias pido al Señor per V.ds” (1/10/1937). 
            Por último, Don Orione traducirá su nombre en castellano, firmando algunas veces como Luis Orione, tanto en cartas escritas a puño y letra como en telegramas o circulares: “(Don Luis Orione)”, Sac. Luis Orione della Divina Provvidenza” y “Juan Luis Orione. Pequeña Obra de la Divina Providencia”.

Apreciaciones personales
            Luego de haber recorrido los textos del Fundador, profundizar un poco más acerca de su experiencia expresándose en español, quisiera destacar solo dos elementos:
            La experiencia personal del Fundador, en la cual cualquier misionero, o persona que viaje a un país sin conocer la lengua local, puede sentirse reflejado, pues Don Orione buscó de aprender la nueva lengua, experimentando alegría de expresarse en la misma como también la limitación idiomática.
            El deseo de adoptar otras culturas, descubriendo la importancia de hablarle a la gente en su propia lengua.

            P. Facundo Mela fdp

Don Orione hablando por radio en Argentina