lunes, 19 de diciembre de 2011

Don Orione: Almuerzo con los pobres luego del pesebre viviente


            Con ocasión de las celebraciones navideñas, inspirándose en San Francisco de Asís, Don Orione organizo espectaculares pesebres vivientes en los años treinta, sagradas representaciones del misterio de la Navidad, manifestaciones de fe y arte que atrajeron decenas de miles de personas. 


            Don Orione comentaba a sus seminaristas: “Hemos sido los primeros en suscitarlo: al principio parecía una cosa para reír, ¡pero se hizo el bien!”. Ellos son “una manifestación de fe y de arte verdaderamente grandiosa, única en Italia”. 
            Don Orione organizo decenas de representaciones del Pesebre Viviente en Tortona, Vohera y Novi Ligure. 
            Una foto, hallada en nuestro Archivo general, muestra un hecho particular de aquellas representaciones sacras: “Con las donaciones recibidas para el Pesebre viviente se dará un almuerzo para 200 pobres”, informaba Don Orione. “El almuerzo, en el Colegio Dante, será servido por los ángeles y los pastores del pesebre viviente”. 


            La foto muestra el almuerzo del cual hablaba Don Orione en el salón del Colegio Dante. Los que están de pie, con una sabana plegada en la espalda, son los seminaristas-pastores que hacían de mozos. Los pobres fueron 280. “Reinó la disciplina y un orden perfecto”, escribió Don Orione. “Incluso entre la cordialidad y la alegría más sereno, no se rompió ni un vaso. Todos quedaron muy contentos, y salieron del Colegio Dante dando vivamente las gracias y vivas a los benefactores, y bendiciendo la Divina Providencia”. 
            Éste es el genio de Don Orione: “unir siempre a la obra de culto una obra de caridad”. 
            ¡Feliz Navidad!
            P. Flavio Peloso

martes, 13 de diciembre de 2011

P. Carlos Berón de Astrada: del Colegio Militar a la Obra Don Orione


Carlos era un cadete del Colegio Militar, miembro de una estirpe de militares, su abuelo había sido general, su padre coronel y su hermano llegaría también al grado de coronel. Su vida ya estaba destinada.


Pero, un hecho cambiaría el rumbo de su vida, o mejor dicho un encuentro, su encuentro con Don Orione. 
“Tú sabes, chico – me decía – en aquella época (refiriéndose a los años ´30), las señoritas no salían a caminar solas por Buenos Aires, siempre debían estar acompañadas por un hermano o el padre, eran otras épocas. Mi hermana quería ver a Don Orione, entonces mi padre me dijo que la acompañe y así lo hice. Llegamos a la casa de Carlos Pellegrini, donde mucha gente esperaba para hablar con Don Orione, quien en ese momento estaba atendiendo una persona. De pronto, se abre la puerta, y sale Don Orione, me clava la mirada y me dice: “ven aquí, que voy a confesarte”, yo no entendía nada, y atónico fui.Inginocchiatti”, me dijo y me arrodille. No recuerdo lo que me dijo, solo recuerdo su mirada”. 
Así describía el P. Carlos su encuentro con Don Orione, un encuentro que cambiaría su vida, ya que luego dejaría el Colegio Militar y la tradición familiar, para ir con Don Orione.
Si bien era una vocación adulta para la época, Carlos gozará de la estima del Fundador y de los superiores. Don Orione en una carta, refiriéndose de él, dirá: “Si hubiese venido a América solo pero esta vocación, me sentiría satisfecho – Deo Gratia!”[1].

El entonces seminarista Carlos Beron de Astrada a la derecha de Don Orione

Luego de varios años en Italia, volverá a la Argentina, donde estará siempre en la “cresta de la ola”, como decía el P. Enzo Giustozzi, será secretario y vicario provincial, consejero, provincial, superior de Itatí, siendo un hombre de mucha confianza de la Congregación.
Siendo seminarista, una vez le pregunte una vez al P. Giustozzi acerca del P. Berón de Astrada y su pensamiento acerca de los gobiernos militares a lo largo de nuestra historia. Para quien no sabe, el P. Enzo fue un férreo opositor de las dictaduras militares, comprometiéndose en la lucha por los derechos humanos al punto de arriesgar su vida. “Berón, - me contesto - los conocía, y por eso no confiaba en ellos, ni aprobaba lo que hacían. Mas, una vez que visito un ex compañero del Colegio Militar, me dijo: ‘Enzo, hay que tener cuidado, estos están locos, quieren matar gente’”. 
Si bien, había roto con la tradición familiar, aun conservaba el porte marcial, muchos lo recuerdan caminando erguido, de buenos modales y trato cortes, digamos, un caballero. 
Cuando lo conocí, yo era un adolescente, y me impacto su modo de hablar y contarnos acerca de Don Orione. Sabía ganarse el cariño de la gente y acompañar a los jóvenes quienes disfrutábamos compartir con él alguna charla o pedirle algún consejo. 
A causa de su mal de Parkinson, se le hacía muy difícil mover las hojas del breviario y seguir las oraciones comunes, pues necesitaba más tiempo, pero él estaba siempre presente en las oraciones de la comunidad. Normalmente, rezaba el oficio por su cuenta, y luego, compartía la oración comunitaria. Siendo novicio, me enseño con su ejemplo el valor de la oración en comunidad. 


Pasó sus últimos años en Claypole, donde era muy querido por el personal y la comunidad religiosa. Los domingos por la mañana, iba a la parroquia de Lourdes, a confesar 3 o 4 horas, lugar donde también se gano el cariño de todos. 
Tuvo una muerte muy serena, durante su internación consolaba a los hermanos y les agradecía sus cuidados, prometiendo que cuando llegara al paraíso, junto a Don Orione rezaría la misa por la Congregación.




[1] Carta a Don Sterpi. Buenos Aires, 25 de Marzo de 1936. “Non fossi venuto in America che per questa vocazione, potrei dirmi soddisfatto - Deo gratias!”