martes, 17 de febrero de 2015

Don Bosco y el Canonico Cottolengo: Los grandes inspiradores y modelos de nuestro apostolado


Don Bosco y el Cottolengo fueron los grandes inspiradores del joven Luis Orione y de todo el apostolado de su congregación, la Pequeña Obra de la Divina Providencia.

Al sentimiento de cariño, de amor, de ternura hacia a los pobres y desdichados, Luis Orione unió la confianza en la Divina Providencia, fundamento de la obra del Cottolengo. Si la organización de los “Pequeños Cottolengo” fue el coronamiento de la actividad caritativa iniciada por Don Orione en Tortona en 1893 (el primer Cottolengo fue Ameno en el año 1915; siguen Génova, 1924; Milán, 1933; Buenos Aires, 1935), la confianza y el abandono en la Divina Providencia es el alma y la explicación de toda su actividad, desde el primer comienzo, hasta que a la Divina Providencia dedico, en el espíritu y en el nombre, su obra.



Se puede decir que el joven Orione, en los años de Turín, absorbió del “Cottolengo el amor a los infelices y la confianza en la Divina Providencia, y de Don Bosco el amor a los jóvenes pobres, con el amor de Jesús, al Papa y a María. He aquí un pensamiento recapitulativo del mismo Don Orione:

“En todas las disposiciones tomadas, en todas las cosas, me puse siempre delante a Don Bosco y al Cottolengo. Los bustos en la entrada de nuestra casa madre en Tortona, en el atrio de entrada, ustedes saben que fueron colocados antes que fueran beatificados. Esto significa que nuestra pequeña congregación siempre se inspiro de estos dos santos y debe siempre vivir del espíritu de uno y de otro. La pequeña obra debe tener la fe y la caridad del Cottolengo y el apostolado y el celo de Don Bosco” (12/12/1937).

La primera casa para muchachos pobres abierta por el clérigo Orione, de veinte años, en san Bernardino de Tortona, se llamo enseguida “la Pequeña Casa de la Divina Providencia” (lo que es el mismo nombre del Cottolengo de Turín) porque Orione quiso trasladar a su congregación el espíritu del Cottolengo, empezando con el modelo querido por Don Bosco: asistir a los chicos y salvar a los jóvenes extraviados.



El salesiano Don Talacchini, compañero de Orione, escribe:

“En el joven Luis Orione la mirada de Don Bosco, la palabra de Don Rua, el olor de santidad del Cottolengo –que aspiraba de la cercana “Pequeña Casa”-, prepararon en el al hombre de Dios…entonces ningún campo como Turín era más apto a los juveniles entusiasmo apostólicos… el Cottolengo poblada de desechos humanos las primeras piezas alquiladas en Valdocco… cerca de aquellas míseras casuchas, a los prados entonces desiertos, llego Don Bosco y planto el árbol salesiano a la sombra de María Auxiliadora… y abrazo todo el campo de la acción cristiana: catecismo, recreos, música, colegios, formación del Clero, prensa, misiones, artes y oficios: dejo al Cottolengo la preferencias para la miserias físicas. De ellos surgieron otras generosas y santas iniciativas: en Turín mismo: Murialdo y Cocchi, Faa di Bruno;…en Génova: Frassineti, Montebruno, Minneti; en Como: Don Guanella;…en Alba: Don Alberione;…en Milán: “los limpiachimeneas” de Don Ratti, la Card. Ferrari, Artigianelli di Don Sanmartino;…en Tortona Don Orione y del Cottolengo con un indicio de espíritu eremítico”. (Diario “L’ Italia”, 31/3/1940).



 Nos agrada concluir con un pensamiento del salesiano Bistolfi, también compañero de Luis Orione en Turín, quien resume muy bien esta “realidad” en la obra de Don Orione: “en los años del oratorio del Valdocco yo era un muchacho mas entre centenares de compañeros. Orione, mas grande que yo también en lo exterior, yo lo habría seguido si hubiera previsto que fuera fundador de dos congregaciones , quien uniendo en su gran obra, algo del Cottolengo, algo de Don Bosco, algo suyo y todo de Dios, mereciera en estos últimos años el título de “Cura de la Caridad”. Puede ser que Don Bosco haya tenido esta previsión, y por eso le sonreía cuando lo veía…” (B. 15, I).

Fuente: Secretariado de Espiritualidad, San Juan Bosco y el Beato Luis Orione; un adolescente en la escuela de un Gigante 1886-1889, I, Pequeña Obra de la Divina Providencia, Buenos Aires, 1989.






martes, 3 de febrero de 2015

Don Orione y Don Bosco: "Nosotros seremos siempre Amigos"



A poco de su muerte, 31 de enero de 1940, Don Orione recuerda a Don Bosco, su padre y maestro, en el aniversario del "Dies Natalis" del santo turines.


             “Recuerdo haber leído en un libro, que puede decirse un libro de oro, en las “memorias” de Silvio Pellico, estas palabras, esta frase: la amistad es el hermoso ideal de la fraternidad. Y en la sagrada escritura se habla de una gran y santa amistad entre David y Jonatan, hijo de Saul. La Sagrada Escritura dice que sus almas se habían conglutinado, es decir que formaban una sola cosa.
            “Y Jesús en el santo evangelio dice a sus discípulos:-de ahora en adelante no los llamare mas siervos sino “amigos”.-y en las páginas de la historia eclesiástica encontramos grandes figuras de santos muy amigos. La amistad tiene algo suave que casi trasciende la fraternidad de la carne y de la sangre un día, mejor dicho, una tarde, fui a confesarme con Don Bosco; ahora no recuerdo más, pero me parece poder decir que aquella fue la última vez que me confesó. Había apenas empezado el tercer año del secundario: yo era el más joven de los penitentes de Don Bosco, quien confesaba solo alumnos del último curso de gimnasio, quienes tenían que decidir sobre su vocación.

             “Antes confesaba a todos: pero entonces no confesaba casi ni a los salesianos más maduros, tampoco a sus hijos que había educado en el amor a la iglesia. Pues era anciano: tenía setenta y tres –y era enfermizo; estuvo gravemente enfermo.
            “Cuando Don Bosco volvió a confesar, eran pocos lo que se confesaban con él. Y yo una tarde fui a confesarme…os he dicho que yo era uno de los más jóvenes, tal vez el más joven .y después de haberme confesado me dijo estas textuales palabras: “¡nosotros seremos siempre amigos!”Cuantas veces me encontré en dificultades y en tantas peripecias, y siempre me sentí animado y confortado por estas palabras que quedaron grabadas en mi corazón:¡nosotros seremos siempre amigos!
            “Mis queridos clérigos, queridos sacerdotes e hijos de la Divina Providencia, les dejo como testamento espiritual estas palabras de Don Bosco: ¡nosotros seremos siempre amigos!
            Don Bosco vive en miles y miles de casas y obras: vive en el espíritu y en la obras de sus hijos y en la inmensa apostolicidad de su congregación .nuestra congregación es una pequeña plantita, en comparación a un cedro, como es la planta de la obra de Don Bosco.
            “Yo siento que paso (siento que me voy) y que mi vida es breve. Ustedes vivirán y formaran la congregación de los hijos de la divina providencia.
            Recuerden, mis queridos sacerdotes, recuerden siempre la palabra, las grandes palabras de Don Bosco y traten de ponerlas en práctica.
            “Los salesianos no necesitan nuestra ayuda no necesitan nuestra miseria, nuestra debilidad. No necesitan de nosotros las hijas de María Auxiliadora. Pero recuerden siempre esto: ¡hagan siempre lo posible para que en nuestra congregación nunca falte el cariño, la fraternidad, la unión, la amistad de la cual hablo Don Bosco!”.
            “¡La Pequeña Obra será lo que Dios quiera ¡pero antes de todo, La Pequeña Obra debe sentir siempre gratitud hacia Don Bosco y hacia sus hijos; y que nuestra actitud y conducta manifiesten siempre agradecimiento hacia los salesianos por la sagrada memoria de Don Bosco ,y por lo que hicieron sus hijos para llevarme adelante en los estudios y hacerme sacerdote.
            “Y si alguna vez en la vida les ocurriera poder decir alguna palabra, poder defender a algún salesiano, a algún hijo de Don Bosco, háganlo, recordando la palabra, la gran palabra que Don Bosco dirigió, con su gran corazón a un pobre muchacho que el saco de los campos, de los surcos y por quien se adelanto tanto en su espíritu paterno, que lo llamo amigo”.
            ¿Qué veía Don Bosco cuando, mientras a todos estaba prohibido acercarse a el, quiso que aquel pobre muchacho se confesara con él? ¿Que veía y sentía en su espíritu cuando se adelanto tanto y me dijo:”nosotros seremos siempre amigos”?

Don Orione junto a la urna de Don Bosco

            “Este “nosotros” trasciende a las personas y pasa a las congregaciones. Sean siempre pequeños y, en la gratitud de corazón ,sean siempre grandes “amigos” de Don Bosco y de los que están perpetuando en el mundo la obra de María Auxiliadora y de Don Bosco, la obra que la Divina Providencia ha confiado a los hijos de Don Bosco!..."