martes, 28 de mayo de 2013

La estatua de María Auxiliadora del P. Miguel Cattaneo



 La imagen en escayola de María Auxiliadora, que se encuentra a la entrada del Centro Don Orione (Asturias), fue construida por el P. Michele Filippo Cattaneo, capellán del hospital San Antonio Abad y canónigo de la Colegiata de Santa María de Pontecurone (Italia), probablemente en el año 1868. Es decir unos 4 años antes de nacer San Luis Orione en su mismo pueblo. Ese mismo año el 9 de junio se inauguró el Santuario de María Auxiliadora en el barrio de Valdocco en Turín. Con este motivo el P. Miguel regaló a su amigo Don Bosco esta imagen para el nuevo santuario. Es por tanto una de las primeras auxiliadoras veneradas por los salesianos. 
 
El mismo Don Orione nos cuenta una simpática anécdota ocurrida en el traslado de la estatua: Acabada, por tanto, aquella estatua, narra Don Orione, el Canónigo no sabía si trasladarla por tren o con un carro, temía que se rompiese. Para mayor seguridad la colocó cerrada en una caja sobre un carro y se la dio en custodia al sacristán de Pontecurone, un cierto Bautista, y al carretero para que la llevasen a Turín; y él les precedió, probablemente en tren. Los conductores, llegados a un cierto punto, tenían que atravesar un pequeño torrente: pero el puente que conducía al otro lado, se había hundido. A nosotros no nos falta coraje, dijo entonces el carretero; nosotros con nuestros caballos, pasaremos.  Llegados sin embargo hacia la mitad del torrente, los caballos se pararon y la carreta se empezó a hundir cada vez más en la arena. Los dos conductores se encontraron perdidos. Pero en ese momento pensaron en la estatua que transportaban e invocaron a la Virgen. Entonces ocurrió un hecho: se sintieron como elevados y llegaron fácilmente a la otra ribera: y prosiguieron el viaje hasta Turín. En el pueblo después y, especialmente el sacristán, hablaban mucho de este suceso, que no se encuentra registrado en ningún libro. Yo no habría pensado nunca encontrarme con esa estatua; pero, después de dos años en los que oí contar estas cosas, ingresé en Valdocco, con Don Bosco, donde estaba aquella estatua famosa. 


Cuentan que Don Orione le tenía mucha confianza a esta imagen y le decía, que tú eres de mi pueblo. Probablemente ante esta imagen hizo Don Orione sus primeros votos privados y en enero de 1888 estando Don Bosco muy enfermo, junto con otros alumnos, ofreció la vida por su gran bienhechor.



¿Pero quién era el P. Miguel Cattaneo?

 El Capellán del hospital de Pontecurone, el P. Michele Filippo Cattaneo y canónigo de la Colegiata de Santa María, además de su afición a realizar humildes imágenes piadosas que solía regalar a las parroquias del entorno tuvo una influencia importante sobre el pequeño Luis Orione. Empezó a interesarse por Luis desde que éste tenía unos 8 años, teniéndolo con gusto cerca de sí en el tiempo en que la mamá no le necesitaba. Don Orione definía a este piadoso sacerdote como verdadera sal de la tierra, hablando a menudo de él como de quien obtuvo ayuda de todo tipo, especialmente para su formación moral, lo cuenta el P. Sterpi. El P. Miguel tenía por entonces sesenta y cinco años. Vivía en el número 52 de la Vía Maestra, al lado de la casa de los Marchese, donde vivía Luis. 

  Hombre ejemplar, de familia noble y bastante rica, recuerda Don Orione, se había dado de tal manera al ejercicio de la caridad que era el amigo de los pobres, tanto que daba incluso la carne que sus familiares preparaban para él; visitaba siempre a los enfermos del pueblo y especialmente del hospital, les asistía y les ayudaba de cualquier modo. En invierno les ofrecía su cuadra para que se cobijasen. Hizo construir en Pontecurone con su propio dinero algunas casitas que dejaba gratuitamente para que las habitasen familias necesitadas. Mientras él se iba a vivir en casa de otros, pagando el alquiler. Todos en el pueblo tenían por él una grandísima estima. Seguramente con él Luis sintió los primeros gérmenes de la vocación. Tendría ocho o nueve años; y sin embargo tengo todavía en los ojos y en el alma la imagen de aquel Sacerdote.


El P. Miguel murió el 14 de junio de 1886. El joven Orione por entonces enviado a casa por motivos de salud por los padres franciscanos de Voghera, estuvo presente en los funerales. Recuerdo todavía, narra el Santo, que cuando murió el Canónigo Cattaneo yo volvía a casa de los Frailes el día en el que se hacían los funerales; y me parece oír aún todas las campanas de los cuatro campanarios y toda la gente que se invitaba diciendo, vayamos a la sepultura del Canónigo Cattaneo. Su memoria después de cincuenta años perdura aún en el pueblo en bendiciones y se la transmiten de padres a hijos. El Cattaneo fue el último Canónigo que hubo en mi pueblo, un santo canónigo, que llenó de virtudes a los demás. Cuando murió, no tenía absolutamente nada, había dado todo a los pobres, y todo el pueblo, hasta los masones, fueron a su funeral. Yo de niño, viendo a ese Santo Canónigo, decía para mí: ¡Yo seré también como él!



 ¿Cómo llegó la estatua a España?

 Por los años 60, el P. Lorenzo Nicola responsable de la obra de Don Orione en España se la pidió a los salesianos de Turín viendo que la tenían retirada y se la dieron. Quiso llevarla al seminario de Frómista (Palencia), el gran sueño del P. Lorenzo en España. Cuando se cerró el seminario 1997 se la trasladó a esta casa de Posada (Asturias).

  
Para conocer mas sobre el Centro Don Orione de Posada de Llanes (Asturias), visite:
 http://www.orioneasturias.org




* Los datos históricos están tomados de Don Luigi Orione e la Piccola Opera Della Divina Provvidenza Vol.I pág. 165-175.

martes, 21 de mayo de 2013

El P. Nazar y su experiencia en el Cottolengo: "La vida existe"



El P. Francisco Nazar, en un reportaje hecho por Magdalena Ruiz Guiñazú, recordaba como el Cottolengo y el Hno. Marciano Frette, le ayudaron a salir de una crisis de fe y descubrir el sentido del servicio.

Comenzar un nuevo año conlleva una aureola de propósitos que, luego, se cumplan o no, integraron nuestros planes de vida en los que, de pronto, surgen ejemplos de una claridad rectora.

 El padre Francisco Nazar (a quien, en las últimas elecciones, vimos encabezar la oposición al gobernador Insfrán en Formosa) es un hombre que nació en una familia de mucha fortuna, recibió una esmerada educación y, entre sus hermanos, parecía destinado a continuar una tradición familiar de intereses comunes y plácido devenir.
Francisco, en cambio, renunció a todos sus bienes materiales, decidió ser sacerdote, ingresó en la orden de los pasionistas y, entre varias decisiones propias, pasó más de veinte años en la selva junto al pueblo wichi.

—Padre Francisco –interrogamos–, ¿por qué esa opción tan inquebrantable y difícil?
—Bueno... –Nazar busca las palabras–, porque yo aprendí que, en la vida, no todos nacemos en las mismas condiciones y también vi que había muchos desarreglos. Unos, en óptimas condiciones. Otros, careciendo de lo indispensable. Y, entre éstos, pude comprobar un gran sufrimiento. Yo creo que, en la vida, el dolor es un misterio pero me llevó a jugarme por los que sufren. Le doy un ejemplo: cuando me iba a ordenar de cura pedí (antes de la ordenación) pasar un tiempo en el Cottolengo.

Recordamos que el Cottolengo es la obra de Don Orione que se hace cargo de las personas de las que ninguna institución se ocupa.

—Bueno, fui al Cottolengo –prosigue Nazar en un tono neutro– y estuve allí durante un mes de diciembre con la idea de pasar en esa casa Navidad y Año Nuevo. Quería observar de cerca la experiencia del dolor visto desde adentro. Estuve entonces en un pabellón trabajando con un hermano que se llamaba Marciano. Era un tipo que pertenecía a la obra del Cottolengo. Entonces, viendo todo ese dolor y ese sufrimiento, me sobrevino una crisis existencial y también de fe. Para abreviar le diré que, a la semana, hice mi valija para irme y, al mismo tiempo, me dije: “Me voy porque no puedo sostener la idea de que exista un Dios que permita tanto dolor humano, que haya un rechazo general hacia estos seres sufrientes, que se deje a los niños abandonados en la puerta del Cottolengo”. Algo imposible de soportar. Cuadros impresionantes frente a los que uno dice: “No es posible que esto sea verdad”. Me entró una crisis general. Absoluta.

El Hno. Marciano Frette en el Hogar "Santa Ana"
 
Y el padre Francisco lo relata sin levantar la voz:
—Con la valija en la mano me fui a ver al hermano Marciano y le dije: “Mirá, estoy muy mal. No soporto esto. Mi fe y mi vida se han derrumbado. Tengo que empezar de nuevo y ver por dónde va la cosa”. Y el hermano me miraba y me miraba. De pronto, dijo: “Haceme un favor: llevale este plato de comida a Ramón”. Ramón era un defectuoso absoluto. Total. Un chico de alrededor de 20 años pero con un solo detalle normal, que era su cara. No tenía brazos, su cuerpo... Bueno, fui y cuando le di la primera cucharada en la boca me dedicó una enorme sonrisa. Para mí fue la sonrisa de Dios. Y en ese momento recuperé lo que creía perdido. “La vida existe”, me dije. La vida merece ser en la medida en que esté al servicio de los demás. Y desde entonces aprendí eso. Lo descubrí. Y no solamente a través de la Iglesia –explica con sencillez– sino por intermedio de gente extraordinaria como Luther King, Gandhi o Mandela, tipos que me entusiasmaron mucho... Albert Schweitzer (un médico, filósofo y músico que dedicó su vida a los leprosos y fue Premio Nobel de la Paz en 1952). Y ahí pensé –sigue diciendo–: yo me voy a jugar. Quiero entregar mi vida porque Dios me regaló el haber nacido en una maravillosa familia que me dio una buena formación y... ahí me largué y esto me ha hecho muy feliz. Descubrí, además, que en la vida todo está a partir del otro y no a partir de uno mismo. Desde el otro es desde donde realmente crecemos, recibimos, aprendemos. Desde el otro nos hacemos fuertes y podemos hacer nuestra síntesis, y así entregarnos en cuerpo y alma.

Si queres leer el reportaje completo, clica:




martes, 14 de mayo de 2013

El apostolado de la prensa para llevar a Cristo al pueblo y al pueblo a Cristo



¡Almas y almas!
Tortona, 22 de febrero de 1938.

A los Sacerdotes llamados a constituir una “Pequeña Oficina de Prensa”
Queridísimos en el Señor, ¡que la gracia de Jesucristo y su paz estén siempre con nosotros!
Hoy debemos exultar, que es la fiesta de la Cátedra de San Pedro en Antioquía, de donde los fieles del primer tiempo comenzaron a llamarse cristianos, o sea creyentes, secuaces, imitadores de Cristo, nuestro Señor.
Verdaderamente la antigua tradición que permanecía inalterada hasta el siglo XVI, dice que hoy no le corresponde a la Cátedra de Antioquía, sino a la Cátedra de San Pedro en Roma, la ‘sola Cátedra que surge como símbolo del primado universal de honor y de jurisdicción, que Pedro y sus Sucesores ejercitaron desde Roma sobre toda la Iglesia.

Más debemos también ejercitarnos en el Señor porque, en la fiesta de hoy, nuestra pequeña Congregación instituye, en el nombre santo de Dios, su primer pequeña Oficina de Prensa, poniéndola bajo los auspicios de la Inmaculada Madre de Dios María Santísima y de S. Francisco de Sales.
La Beatísima Virgen es la Madre y la celeste Fundadora de la Pequeña Obra y el Salesiano es dado por la Sede Apostólica como Patrono de la prensa  católica: él misionero, Doctor, estuvo entre los primeros en valerse de la prensa como sostén de la santa doctrina y en defensa de la verdadera Iglesia de Cristo y el Papa.
El fin principal de ésta modestísima Oficina es el de coordinar nuestra prensa al objetivo para el cual se le dio vida, en Italia y en el Exterior a varios folletos y boletines, editados por algunas fases de la Congregación y ocuparse de ellos, para que siempre sean voces al unísono de un mismo espíritu, aún bajo formas y en lenguajes diversos. Esta Oficina de Prensa recibirá, de los Superiores de nuestros institutos o de sus Encargados, esas noticias que ellos desean que sean llevadas a conocimiento de todas las otras Casas de la Congregación y publicadas, lo más ampliamente posible, en diarios amigos en Italia y afuera, para gloria de Dios y para que los benefactores se sientan más animados a ayudarnos.
La Oficina, a su vez, mandará a varios boletines nuestras noticias, correspondencia, breves artículos: lo que equivaldrá a dar una dirección única y toda suya a la prensa de nuestra Congregación, animará a un trabajo más intenso, unificará, también en el terreno de la prensa, a nuestras pequeñas fuerzas, las fuerzas unidas se vuelven más fuertes.
No dudo que será grande la ventaja que tendrán la Pequeña Obra y sus Casas.
Por ahora debemos limitarnos a esto, no más; más siento que, con la ayuda de Dios, no nos detendremos en el primer paso: confió mucho en Dios, y mucho espero de ustedes, oh amados míos. Si Dios quiere dar incremento, con la ayuda de ustedes, con su activo esfuerzo cotidiano, ésta modestísima Oficina de Prensa será una escuela de excelentes publicitarios nuestros, se transformará en la Obra del Apostolado de la Buena Prensa de nuestra amada Congregación. Apostolado de Prensa para el pueblo soñado por mí desde hace tantos años, un apostolado de prensa para los pequeños, para los humildes, para la masa de los campesinos, de los obreros, la Obra de la Buena Prensa para los trabajadores, para la salvación del pueblo.


La prensa es una gran fuerza: es el gran orador que habla de día, que habla de noche, que habla en las ciudades y habla en las aldeas, en los montes y en los valles olvidados. ¿Dónde no llega la prensa? ¿No es la prensa la que crea la opinión pública, que lleva a la paz y a la guerra? ¡Oh, cuánto mal ha hecho la mala prensa! ¡Más cuánto bien hace la prensa, cuando está en buenas manos, cuando está puesta al servicio de Dios, de la Iglesia, de la Patria!
¿Puede nuestra Congregación desinteresarse de una fuerza tal? ¿No estamos nosotros obligados a valernos para el bien de Dios y el pueblo? Con la prensa popular llevaremos a Cristo al pueblo y al pueblo a Cristo.
Esta Oficina de Prensa no es más que un modesto cuchitril: es, por ahora, una pobre mesa, dos banquetas, papel, pluma y tinta: en lo alto, en la pared, un crucifijo, un Cuadro de la Virgen, un Don Bosco; algunos libros: la Biblia, Dante, Manzoni: es un paso corto, si lo desean como lo es el paso del niño; ¡nuestro Instituto, por otra parte es aún tan niño! Pero un principio lo es, ¡no perdamos el ánimo, y buen principio!
Mañana, será lo que Dios quiera, y que querremos nosotros, si trabajamos de rodillas, pequeños y humildes a los pies de Cristo y de la Iglesia. Comencemos entre tanto en el nombre de Dios y habremos comenzado bien.
Ante todo, que nuestro esfuerzo sea invadido de un gran amor a Dios y a los hermanos, ¡ahora y siempre! Que sea puesta al servicio de la verdad, sólo inspirada en la verdad, sin desviarse nunca de la verdad: para que, en la sustancia y en la forma sea verificada e irradiada por la caridad del Señor, proclamando la verdad en la caridad.
Vivir la verdad, practicarla, servirla con dedicación plena y de todas las maneras, también con la pluma, para que ella viva y resplandezca en nosotros y en la inteligencia y el corazón de quienes lo leerán.
Actúen y escriban siempre según las enseñanzas de la Fe y de la Iglesia ellas nos dan la verdad revelada; actúen y escriban sólo lo que les resulte verdadero, justo, honesto, recto, pero siempre bajo el impulso de la caridad: siempre y en todo fieles a la verdad, pero en una voluntad y en un espíritu evangélico de santo y dulce amor de caridad en Cristo.
Es el Apóstol Pablo el que, en la epístola a los Cristianos de la Iglesia de Efeso, escribió: “Por el contrario, viviendo en la verdad y en e amor, crezcamos plenamente, unidos a Cristo. El es la Cabeza,” (Ef 4, 15).

 Nosotros, entonces, oh hijos amadísimos, y como personas y como Congregación, debemos crecer y progresar en todas las actividades buenas:  crezcamos en todo -, por lo tanto, también en el apostolado de la prensa: -in illo-, o sea, en El, que es Jefe, Cristo. Pero, siempre, proclamando la verdad en la caridad. Y valernos de todo lo que la Iglesia, la Patria, la teología, la filosofía, la literatura, las ciencias, las artes honestamente nos ofrecen, ya sea de antiguo como de nuevo: servirnos de todo, atesorar todo, para los altos fines de la gloria de Dios, de la propagación del Evangelio y de la civilización cristiana de la defensa de la Iglesia, de la Patria, de la familia, de las almas: renovar todo en Cristo, también la prensa y por la prensa.
Que el vino nuevo esté en odres nuevos, pero pongan el vino viejo en odres nuevos, “si no –dice Jesús (Mt 9, 17)- los odres se rompen y el vino se derrama”. Quiero decir que, si desean hacer leer, si desean gustar, penetrar y conquistar almas y hacer el bien, será necesario que sepa adaptar, donde sea necesario, la doctrina antigua de Cristo a formas nuevas y vivas: será preciso que usen los modos más gratos a los tiempos nuevos, de los lectores de hoy. La lengua simple, propia, hablada, vivísima; períodos breves, chispeantes; noticias, correspondencia, artículos breves, brevísimos y siempre un rayo de luz alto, un tierno pensamiento que alegre, eleve el espíritu a Dios.
Firmes y seguros en los principios de la Fe y de todo lo que en la doctrina de la Iglesia, aténganse a la regla: "En la duda libertad, en lo necesario unidad, en todo caridad"
Siempre preciosos y claros, huyan del estilo apurado, como de las maneras anticuadas, que se mufa. Sean desenvueltos, pero que la frase sea encendida, mantengan apretadas y vibrantes lo más dulce y sagrados amores: Dios, Papa, Evangelio, Iglesia, Patria, Congregación: los pequeños, los pobres, los trabajadores, el pueblo.


No sean lentos en el trabajo, sino activos y rápidos en las correspondencias, sepan ser optimistas, pongan en ellos una santa pasión, aquí está el gran secreto, después de la ayuda de Dios, aquí está el secreto del logro: fe, trabajo, coraje.
¡Dios estará con ustedes!
Que nada se les haga pesado, que ninguna dificultad los desanime, que la juvenil y gallarda fuerza que del pastorcito David, que está en ustedes, nunca sea oprimida, si sofocada por la embarazosa armadura de Saúl.
El escudo de ustedes es la Fe, la fuerza de Dios, a quién ustedes sirven en humildad hasta el sacrificio.
Que el Señor conforte el esfuerzo cotidiano de ustedes, como de gran corazón los conforta y bendice en Jesucristo y en la Santa Virgen, suyo, con cariño.

Don Orione
de los Hijos de la Divina Providencia

martes, 7 de mayo de 2013

Tras los pasos de Don Orione: La Casa Salesiana de Bernal



La visita de Don Orione a la Casa Salesiana de Bernal, el “Valdocco Argentino”



            Luego de investigar los escritos de Don Orione y los archivos salesianos, me faltaba algo para terminar mi investigación sobre la visita de Don Orione a la Casa Salesiana de Bernal (Pcia. di Buenos Aires).

            Así que el viernes 12 de abril, hice el mismo viaje en tren que Don Orione había hecho hace más de 90 años y fui a Bernal. Allí me esperaba el P. Rafael Mañas, un jovial salesiano de 79 años y párroco del lugar, quien me guió por los rincones de aquella Casa Salesiana, haciéndome conocer los lugares donde estuvo Don Orione y contándome la historia de los hijos de Don Bosco y su obra allí.

Una experiencia bellísima, un viaje en la historia salesiana y orionita en Argentina.


Casa Salesiana de Bernal, hoy
 En 1890, el Sr. Agostino Pedemonte, un inmigrante genovés, le dono a los salesianos un pedazo de tierra en Bernal para construir una escuela y una iglesia en honor a la Virgen de la Guardia.

En Febrero de 1895, se instaló el noviciado salesiano en Bernal, y junto al colegio y la iglesia funciono la casa de formación salesiana, conocida por muchos años como el “Valdocco argentino”.



La primera visita de Don Orione fue el 18 de noviembre de 1921.[1] Acerca de esta visita, Don Orione menciona que vio la foto que Don Bosco le envió para el noviciado en Argentina: “…el Venerable Don Bosco daba sus fotografías a los misioneros y cooperadores, y yo en Argentina vi, hace poco en Bernal, la que le dio a Mons. Cagliero[2] para llevar a sus primeros clérigos de América en el noviciado”. [3]


Monumento a Domingo Savio - 1922


La segunda visita fue unos meses después, el 10 de febrero de 1922.[4] En varias cartas, hace mención de la misma: “El viernes fui al noviciado de los salesianos, en Bernal” [5], en otra carta: “El viernes fui a predicar al noviciado de los salesianos, luego a Marcos Paz, y el domingo a la capilla italiana en Buenos Aires. En Bernal, viendo todo aquel florecimiento de salesianos, con tan buen espíritu, ¡pensaba en las vocaciones!” [6]

Entre los testimonios salesianos de las visitas de Don Orione, en las “Crónicas (2) del Colegio “Nuestra Señora de la Guardia” Bernal 1895-1937”, se lee en el día 10 de febrero de 1922: “A las 13 hs. llegó el P. Orione: hizo una conferencia para toda la casa”.[7] Acerca de la misma, escribe el biografo de Don Orione, Giorgio Papasogli: “[Don Orione] dio una brillante conferencia en Bernal sobre Domingo Savio, figura muy querida por él. Todo su espíritu salesiano, todo su afecto hacia Juan Bosco, se encendieron en sus palabras y se trasladaron a los ánimos de los oyentes”.[8]


 Por su parte, tanto revista salesiana “Albores”[9] como en el “Boletín Salesiano” mencionan la presencia de Don Orione y publican una foto suya hablando de Domingo Savio.[10]


Don Orione hablando en Bernal - Revista "Albores"


Pocos días después, el 9 de marzo, Don Orione volvió para la inauguracion del monumento a Domingo Savio.[11] Años mas tarde, recordaba esta, su tercera visita: yo fui a la inauguración del monumento de Savio Domingo y encontré, todavía allí, a un gran misionero, el P. Milanesio,[12] italiano, ya fallecido. – Consejero Escolar de Bernal, era Su Excelencia, Mons. Tavella,[13] electo recientemente, Arzobispo de Salta. – Estoy invitado a volver a Bernal, pero no pude todavía, - también quiero ir para arrodillarme, tal vez por última vez”.[14]

 
Tumba de Mons. Costamagna
 Existe también otra mención, pero la misma no está fechada, por lo cual no sabemos a cuál de las visitas se refiere: Estuve hace ocho días en Bernal, que es el vivero de los salesianos en la Argentina y su floreciente noviciado. Me llevaron a la nueva y bellísima iglesia, allí está sepultado el gran obispo y gran misionero salesiano, Mons. Costamagna,[15] muerto hace pocos meses”.[16]



Las visitas de Don Orione a Bernal no solo fueron un reencuentro con sus raíces salesianas, sino también una oportunidad para ver, consultar, y aconsejarse acerca de la formación de los religiosos en Argentina, donde su congregación se encontraba desde hacía pocos años. En una carta acerca de la formación, escribía al P. Zanocchi[17] lo que vio de los salesianos. Aquí, podemos ver su preocupación por aprender de la experiencia de otros misioneros.

“Hagamos un noviciado en Argentina o en Uruguay. (…) No creo que los salesianos hayan mandado a los argentinos a hacer el noviciado en Italia, - esto es tan cierto que los salesianos argentinos más ancianos, que vi, - incluso el superior de San Carlos y el mismo Inspector, ninguno vino a hacer el noviciado a Italia. Ahora solo mandan a Turín los seminaristas para la teología, luego que hicieron en noviciado en Bernal y los tres años de filosofía. Por tanto, es también un signo que al principio, hicieron enseguida el noviciado en Argentina, sin llevarlos a Italia”. [18]



Una última referencia a las visitas de Don Orione a Bernal es el testimonio del (+) P. Juan Cantini sdb, muchos años maestro de novicios, quien escucho hablar a los “antiguos salesianos” de la visita de Don Orione, como la visita del “Hijo santo de Don Bosco”.[19]

P. Rafael Mañas (salesiano) y P. Facundo Mela (orionita)


            Las visitas de Don Orione a Bernal fueron una oportunidad para  reencontrarse con los salesianos y compartir su amor y admiración por Don Bosco y Domingo Savio; como también para ver la experiencia formativa de los salesianos en Argentina.

En las visitas y la invitación a hablar de Domingo Savio vemos también una expresión de la estima de los salesianos a Don Orione.

            Viva Don Bosco! Viva Don Orione!!


P. Facundo Mela fdp





[1] Carta del clérigo Antonio Garbini a don Orione, 19 de noviembre de ov. 1921. ADO (Archivio Don Orione, Roma), R III 1/3

[2] El Cardenal Juan Cagliero sdb (1838-1926) fue enviado por Don Bosco a la Argentina en 1875 cargo de las misiones salesianas en la Patagonia. Fue Vicario Apostólico de la Patagonia (1887-1907), obispo de Casale y Cardenal Arzobispo de Turín. Fue declarado Siervo de Dios en 1988.

[3] Carta al P. Faustino Consoni. Mar de Hespanha (Minas Geraes), 20 de diciembre 1921.

[4] Bruno Giordano, Los salesianos y las hijas de Maria Auxiliadora en Argentina. Tomo Cuarto (1922-1934), Buenos Aires, Instituto Salesiano de Artes Graficas, 1989, 130.

[5] Carta los primeros religiosos orionitas en Argentina. Iglesia de Victoria (Buenos Aires), 17 de Febrero de 1922.

[6] Carta a los primeros religiosos orionitas en Argentina. Dicha carta, escrita en la Iglesia de Victoria F. C. C. A. (Buenos Aires) no posee fechas, pero por la mención que hace Don Orione al día viernes, suponemos que fue escrita el 17 de febrero de 1922, como la carta anterior. Scritti 25, 157 y 25,182.

[7] Documento inedito que se encuentra en el Archivo Central Salesiano (Buenos Aires).

[8] g. papasogli, Don Orione, Buenos Aires, Guadalupe, 1989, nota n° 166.

[9] Albores era una publicación de los alumnos del colegio Pio IX (Buenos Aires).

[10] Cf. Albores abril de 1922 y julio de 1935. También Bollettino Salesiano, (edición italiana) dicembre 1922, 12.

[11] Periodico “La Unión” de la Parroquia “N.S. de la Guardia”. Bernal, 10 de marzo de 1922.

[12] P. Domingo Milanesio sdb (Settimo Torinese, Italia, 3 de agosto de 1843 - Bernal, 19 de noviembre de 1922), formo parte de la tercera expedición misionera salesiana y uno de los primeros en la Patagonia. Bautizo al beato Cefernino Namuncura.

[13] Mons. Roberto Jorge Tavella sdb (Concordia, Entre Ríos 1893 – Salta, 21 de Mayo de 1963), estuvo en Bernal de 1919 a 1926. Fue nombrado primer obispo de Salta el 20 de septiembre de 1934, y ordenado obispo en Buenos Aires el 17 de febrero de 1935.

[14] Borrador fechado el 16 de Diciembre de 1934, no se menciona ni el lugar, ni el destinatario.

[15] Mons. Santiago (Giacomo) Costamagna sdb (1846-1921), estuvo a cargo de la tercer expedición misionera salesiana a la Argentina y fue el primer salesiano en viajar a la Patagonia, donde permaneció muchos años. En 1895, fue ordenado obispo y nombrado Vicario Apostólico de Méndez y Gualaquiza, (Ecuador).

[16] Esta carta no posee fecha, ni lugar, ni destinatario. Pero por la mención al fallecimiento de Mons. Costamagna, el 8 de Septiembre de 1921, podemos suponer que fue escrita en a fines de 1921 o principios de 1992. Scritti 64,241.

[17] El P. Giuseppe Zanocchi fue el primer provincial orionita de Argentina.

[18] Carta al P. Zanocchi. Tortona, 24 de Septiembre de 1929. Scritti 1,67 y 1,101.


[19] Dicha referencia la escuchó el autor de este artículo en el monasterio benedictino de Los Toldos a comienzos de 2001.