martes, 18 de febrero de 2014

"¡su vocación es hermosa!"



El lunes 27 de enero de 2014, el P. Carlo Marin, superior del Seminario orionita de Monte Mario, Roma; acompaño al seminarista Gleison de Paula Souza en el encuentro personal con el Papa Francisco, en la Casa Santa Marta en el Vaticano.

Escribió algunos recuerdos personales.



Mis recuerdos corresponden sustancialmente a cuanto ya fue contado por el seminarista Gleison (ver http://loqueyorecibi.blogspot.com.ar/2014/01/el-papa-francisco-llama-encuentra-y.html)

El Papa comenzó diciendo: "Conozco su obra en Argentina... Uriona... San Miguel... Muy buena gente.”

Bromeó recordando un episodio de la ordenación episcopal de Mons. Uriona. "En su ordenación hubo una teofanía... Estábamos en el Cottolengo de Claypole y yo presidía la Santa Misa. Mons. Mykycek (obispo orionita de rito oriental ucraniano) en el viaje de Buenos Aires a Claypole se olvidó el maletín con todos los ornamentos orientales, entonces alguien volvió a Buenos Aires, varios kilómetros, a buscar el maletín. Nosotros, mientras tanto, comenzamos la ceremonia y Mykycej tenía ornamentos latinos. Luego de la ordenación, en el momento del ofertorio, llego el maletín, él fue a la sacristía y se revistió con la corona en la cabeza, y después salió y... toda la gente: Aaaaah! Fue una teofanía... como si se hubiera aparecido el Padre Eterno. Es todo material común... pero pintado de oro y plata".





Le hable al Papa Francisco de una carta de nuestro superior general, el P. Flavio Peloso. El Papa respondió: "Lo conozco, lo encontré en la sala del Sínodo; eran más o menos 120 superiores generales, estuve con ellos toda la mañana, durante tres horas, para tratar los problemas de la vida religiosa, alentarse y seguir adelante".

En cuanto al Pequeño Cottolengo de Claypole, dijo: "Si, yo mandaba siempre los novicios y también los diáconos 15 días al Cottolengo. Mucha gente, también los no creyentes, ven lo que es y se maravillan".

También señalo los problemas económicos del Pequeño Cottolengo de Claypole. "El problema es que el gobierno ahora no sostiene, no da dinero para mantener a los residentes... Pero en el Cottolengo siguen adelante. Ellos tienen otras entradas... esta la Providencia".

Después, continuó: “El Cottolengo es una obra hermosa, pero su vocación es hermosa, dentro de aquel arco de santos piamonteses del ochocientos. Sino mira, en el tiempo del laicismo feroz, del anticlericalismo feroz, de la masonería feroz... surgieron Don Bosco, Cafasso, Don Orione, el Cottolengo, y también las mujeres, tantas santas mujeres, un fenómeno. Estos hombres y estas mujeres tenían una intuición pastoral verdaderamente hermosa. En fin, eligieron el método de Don Bosco, para trabajar con estos niños y niñas. Aquel periodo fue una gran gloria para la Iglesia. Tenían una espiritualidad muy simple, con tres amores blanco, ellos decía: la Eucaristía, la Virgen y el Papa, se entiende porque era el tiempo del Garibaldismo".

Después de algunas otras bromas, nosotros dejamos la sala para dejar que hable con Gleison. Terminado el encuentro, nos llamó de nuevo y nos dio su bendición. Le entregamos un consistente paquete de cartas y aun hubo tiempo para un intercambio de chistes con el P. Giacomo y conmigo.

Le comenté como muchas personas rezan por él y respondió: "deciles que sigan rezando por mí porque lo necesito".

Nos abrazó a los tres, le agradecimos y él nos agradeció a nosotros. Mientras Me abrazaba, me dijo: "reza por mí". Después fuimos a buscar nuestros abrigos y paraguas y vino con nosotros hasta que salimos por la puerta. Y antes que salgamos, nos saludó aun una vez más con la mano".






En el Papa Francisco, su paternidad, su humanidad, atrapan rápidamente. Te hace sentir que está contento de verte, aunque haga poco que te conoce. Se transparenta su autenticidad de vida en querer seguir siendo un sacerdote y obispo cercano a su gente. Recibe a la persona que tiene adelante con el corazón y se interesa de sus problemas. Me pregunto que habrá experimentado del amor de Dios y su misericordia para comunicarlos de modo tan vivo. El deseo de ser como él te llena el corazón, con esta profunda humanidad, como la del mismo Jesús.

Sentí con gran alegría escuchar el hermoso recuerdo que tiene de nuestra Congregación, de nuestros hermanos y hermanas, y del trabajo que llevan adelante, especialmente en el Cottolengo. Y luego esas palabras "¡su vocación es hermosa!", me confirman aún más el camino y la belleza de nuestra vocación religiosa orionita, en el amor a la Iglesia, el Papa y los pobres. Es una invitación para nosotros y para los seminaristas a vivir con mayor entusiasmo y autenticidad el don de la vocación religiosa orionita. Quien sabe cómo Don Orione habrá exultado en el cielo.

Te das cuenta después que el Papa vive un estilo de simplicidad, humildad y cercanía como nos enseñó Don Orione a nosotros. Me impacto el hecho que se haya presentado de modo simple, "normal", fuera del protocolo, sin nada que pudiese recordar que es el Papa, sino su hábito blanco, "de batalla", un poco gastada. Por el contrario, me hizo reconocer aún más en el al Vicario de Cristo.

Entrando de repente con el rostro un poco cansado, un poco dolorido, después del saludo nos hizo sentir cómodos con solo un chiste. Comenzó a hablar con un tono humilde, en voz baja, pero de modo cordial. El recuerdo tan lúcido de nuestros hermanos y otros sacerdotes, la descripción tan precisa de algunas de sus características, me hicieron entender cuán grande es su atención a cada persona, tanto que aun hoy conserva en el corazón sus nombres h y el bien recibido.



Posee una simplicidad que con solo decir poco conquista. Luego, él no quiere perder los gestos normales de la vida. Quiere hacerlos en persona: como ir en persona a llamar a un empleado para hacernos la foto grupal; o también llevarnos personalmente a otra sala y luego venir a llamarnos, ir al escritorio de la recepción para buscar un papel, abrazarnos a cada uno, agradecernos la visita, y esperar hasta que salgamos para saludarnos con la mano. No me olvidare jamás su actitud humilde y espontanea hacia nosotros y el tiempo que nos dedicó, con calma, sin ningún apuro, con una completa disposición. Percibí que no solo era escuchado, sino tomado en el corazón.

Es un Papa que me evangelizo también con estos signos de cercanía, de ternura, de verdadero encuentro y así su misma persona fue "palabra" para mí. Descubrí en el una humanidad plena, la misma humanidad que descubro cuando en el Evangelio, siento hablar del Señor Jesús y en mi corazón no deseo otra cosa que encontrarlo de nuevo.



P. Carlo Marin



*Las palabras del Papa son transcriptas de memoria y reconstruidas en su sustancia, no con precisión literaria.