martes, 31 de julio de 2012

P. Mario Cabri: un corazón generoso y disponible


Permanece grabada en mi memoria la frase que escuché el 30 de Julio de 2006, al terminar de almorzar en el Hogar Sacerdotal del Cottolengo de Claypole: “el P. Cabri acaba de partir a la casa del Padre”. Todos sabíamos que el P. Cabri estaba delicado de salud, pero la noticia nos golpeo a todos, pues moría un hombre de Dios, un patriarca…

 Con el correr de los días, comenzaron a llegar recuerdos, muestras de afectos y anécdotas sobre el querido P. Mario Cabri.
Para los jóvenes religiosos que no hemos alcanzado a conocer a Don Orione la imagen de ‘Don Mario’ se nos aparece, sin duda, como la más cercana a nuestro padre fundador. Con estas palabras definía el P. Aníbal Quevedo la figura del P. Mario Cabri en un mensaje escrito en la página web de la Congregación.
Mons. Rubén Di Monte, arzobispo de Mercedes-Luján, recordaba al P. Cabri con estas palabras: San Luís Orione tiene que ver mucho con este Arzobispo y con Mercedes-Luján. Cuando Monseñor Serafini concretó el sueño de un Seminario, lo comenzó en el hogar Torello. Allí funcionó el primer año del futuro Seminario Pío XII. Uno de los primeros confesores que tuvimos, quienes lo elegimos, fue el P. Mario Cabri que murió, hace muy poco a los 92 años. Sacerdotes que vinieron en aquellos años muy sacrificados y generosos

 Don Orione le pidió que venga a América dado algunos problemas y la necesidad de hijos dignos…”:
Querido Cabri, siempre encontré en ti un corazón muy generoso y disponible, por esto, luego de haber rezado, vengo a pedirte un grande y generoso sacrificio.
La Congregación tiene la necesidad que tú, por algún año, permanecieras en América, donde tengo urgente necesidad de hijos dignos de confianza y de religiosos no solo de nombre, sino de hechos (…) Mándame, una buena palabra donde sienta toda tu generosidad de tu corazón de buen religioso”.[1]

Misioneros orionitas en el "Neptunia", Abril de 1940

La idea original de Don Orione era que el P. Cabri, entonces un joven sacerdote, venga por dos o tres años y luego volviese a Italia a terminar su doctorado en la Universidad Gregoriana, dos años que se transformarán en 66 años de entrega generosa en nuestro país.
Su ejemplo misionero labraría los corazones de muchos jóvenes y religiosos.
Para quienes tuvimos la dicha de participar en la ordenación sacerdotal del P. Mariano Zapico, misionero en la India, permanece imborrable la imagen del P. Cabri caminando lentamente hacia Mariano, para imponerle las manos y luego darle el saludo de la paz… en ese momento todos sentimos que le pasaba el espíritu misionero, como diciendo: “ahora es tu turno, seguí mi legado”.  

 A fines de los años noventa, se discutía mucho dentro de la Congregación acerca del uso de los teléfonos celulares, los cuales no estaban tan difundidos como ahora. Se buscaba de discernir su utilidad, si eran un signo de status o no, si convenía que fuese personal o comunitario, etc., etc.; en síntesis, la discusión era si éstos iban contra el espíritu de la pobreza o no, y si eran necesarios o superfluos.
En una reunión de comunidad, mientras se esgrimían diferentes argumentos a favor y en contra del uso de los teléfonos celulares, el P. Cabri, compartió con gran sencillez lo que pensaba: “Don Orione uso el teléfono, el disco, la radio, el coche, el avión, y hoy usaría el celular”. Una respuesta que dejo atónitos a quienes estaban presentes en esa reunión, por la simplicidad y sabiduría de la misma.

  Durante mi tirocinio en Claypole, mientras hablábamos de las cartas de Don Orione, el P. Cabri nos dijo que era muy importante leerlas para conocer lo que pasaba por el corazón del Fundador. Nos decía que a pesar de haber conocido personalmente a Don Orione, leyendo sus cartas descubría cosas nuevas del pensamiento y los sentimientos del Fundador. “Nosotros éramos jóvenes, y había cosas que Don Orione no nos decía. Leyendo sus cartas descubro muchos de sus sufrimientos y problemas que vivió, cosas que nosotros en aquel tiempo no sabíamos, ni nos dábamos cuenta”.
Por último, recuerdo que cuando éramos seminaristas, estabamos mirando algunas imágenes de Don Orione y el P. Cabri se nos acercó, miro las estampas y nos dijo: “Este es Don Orione, siempre sonriendo”.
 Gracias, P. Cabri por reflejarnos la imagen de Don Orione y por ser “un corazón muy generoso y disponible”.

P. Facundo Mela fdp
Payatas (Filipinas), 3 de junio de 2012
Solemnidad de la Santisima Trinidad



[1] Carta al P. Cabri. Tortona,  5 de Marzo de 1940. 

miércoles, 25 de julio de 2012

San Francisco Solano y el Cottolengo de Claypole


 Palabras dichas por Don Orione, durante la cena, en Tortona, el 6 de diciembre de 1937

            ... Las obras de bien crecen sobre las huellas de los santos, porque ellos no van solos, sino siempre acompañados de la oración y la invocación constante a la Virgen, entonces la Virgen hace prodigios por medio de ellos, haciendo suscitar las iniciativas de caridad y bien (…)

             Las obras de caridad viven y prosperan especialmente allí donde hubo una aparición de la Virgen o bien donde vivieron y llevaron a cabo sus obras los santos de Dios. En Argentina, en Claypole, habían ofrecido unas 300 hectáreas de tierra para abrir un Pequeño Cottolengo. Ustedes me dirán: ¿Por qué surge ahí?... ¿Por qué en un lugar tan alejado se han gastado miles de liras?.. De hecho ahí, se construyo la primera iglesia en honor de San José Benito Cottolengo. Ni aun en Turín hay una iglesia dedicada al Cottolengo… ¿Por qué nos establecimos en Claypole? ¡Porque allí ha pasado, se ha detenido un Santo! Allí predico, se detuvo, allí vivió las virtudes un santo: ¡San Francisco Solano!... Un misionero español franciscano llamado el “Taumaturgo del Nuevo Mundo”. Vivió en la segunda mitad del siglo XVII y murió en Lima, si no me equivoco en 1610. Este santo no tuvo miedo: viajo mucho, sufrió mucho, encontrando grandes peligros…
            San Francisco Solano estuvo también en Chile, Paraguay; estuvo un poco en toda Sudamérica. Los santos son caminantes exenciónales: odian el quietismo, no se frenan. ¿Qué decía Don Abbondio? Es mucho decir,  gruñía, que los santos como los sinvergüenzas tienen viveza, y no se contentan con estar siempre haciendo algo, sino que quieren implicar, si pueden a todo el genero humano…

             Pues bien, ese santo, San Francisco Solano, utilizaba todos los medios a su alcance para convertir a los indios... Y consiguió convertir a mucho… ¿Saben cómo? ¡Con el violín! ¡Seguro! Acompañaba las canciones con el violín, las alabanzas a la Purísima con el violín.
            Allí dicen Purísima para referirse a la Inmaculada… Y allí, cerca de Claypole, se encontraron las ruinas del convento donde San Francisco Solano iba a descansar un poco de su cansancio… Cuando se dio cuenta que la muerte se acercaba, ¡pidió que le cantaran las glorias de la Virgen! (…)
            Mañana recemos también a San Ambrosio, el cantor de María, recemos a San Ambrosio, ¡el gran arzobispo de Milán!... E invoquen también el santo que hoy les recordé, San Francisco Solano, para que nos den algo de su amor filial, tiernísimo y hecho de obras y no de palabras; ¡a la Purísima, a la toda santa, toda inmaculada! 




Fuente: la Parola VII, 126-128

miércoles, 18 de julio de 2012

Aprender idiomas para hacer más el bien


 En un discurso, Don Orione invitara a los “carissimi”[1] a aprender español, para poder ir a las misiones, ganarse la estima de la gente y ampliar sus horizontes.


         “Si falta alguno, está ausente, después le dirán ustedes lo que les digo: sus hermanos están estudiando en Roma, algunos filosofía, otros teología, derecho canónico, la sagrada liturgia y otros materias auxiliares, como sería el estudio que enseña a descifrar las escrituras antiguas, el griego y hebreo. Querría poner un curso de lenguas, porque se dice que un hombre tanto vale cuantas lenguas sabe.
  
         Ahora ustedes participaran de la partida, en diez días, de los nuevos misioneros: sería ya el tercer grupo de hermanas que cruzan el océano y dos sacerdotes, pero no saben idiomas, porque si los supiesen, irían sin ninguna dificultad y se ganaría una mayor estima. Dirían,  los de América: ¡Oh! Este sacerdote ya habla español! ... Querría pues una escuela de español, un curso libre, en pocos meses se aprende. Ninguno tiene la obligación de estudiar español, pero sería bueno aprenderlo, porque se habla en 25 naciones.


          Como tenemos misiones en Uruguay, en Argentina, donde se habla español, y en otros países de Sudamérica, así podrán ir por el mundo, verán entonces que Italia es pequeña... Si alguno es llamado y siente el deseo ir a predicar el Santo Evangelio a los más necesitados, si alguno siente como una voz que decía: tú no naciste para vivir en un vaso de agua como es Italia, yo le aconsejo de tomar algún curso, si realmente siente esa gran voz... 

         Nosotros tenemos al P. Greppi que estuvo 30 años en Argentina donde se habla el español, yo creo que lo sabe bien. Los argentinos esto lo tienen en cuenta; por tanto con él ustedes tendran la facilidad de practicar el español, el P. Greppi lo sabe hablar; el español tiene muchos vocablos latinos. Escuchen, para decir joven se dice ´muchacho´[2] (los clérigos se ríen). ¡Seguro, es una hermosa lengua!... (Don Orione también sonríe).

              El año pasado partieron clérigo 5 clérigos y este año otros 5. Ahora allá son las vacaciones y hace calor; en un mes las escuelas comenzarán: me gustaría enviar 5 maestros para enseñar la lengua española. Mientras tanto aquellos lo hacen muy bien, pero si hubiesen sabido un poco de español, ¡cuanto más podrían haber hecho! Aquellos de ustedes que irán allá para ayudar y expandir el bien, sabiendo español, podrán hacer más bien! ...”[3]




[1] “I carissimi” (“los queridísimos” o “más queridos” en italiano): eran las vocaciones tardías para la época, que alternaba el estudio con el trabajo, colaborando en la construcción del Santuario de la Guardia, u otras labores (otras construcciones, panadería, etc.). Vivían y estudiaban en la casa de San Bernardino en Tortona.
[2] En el original en italiano está escrito “muchacho” y al lado entre paréntesis “muciacio”, que leído en italiano suena como en español.
[3] Parola V, 19-20. Tortona 30 de Enero de 1932.

miércoles, 11 de julio de 2012

“¡Un momento, que somos religiosos!”


 Durante mi noviciado, el P. Baldussi solía contarnos una historia sobre los dos hermanos Tonoli, Roque y Estanislao, que luego me volvería a contar en Itatí, el P. Roberto Simionato, uno de los protagonistas de la misma.
En 1983, el P. Roque Tonoli sufrió un infarto en Mendoza, razón por la cual el P. Roberto, entonces provincial, reunió a los dos hermanos y les dijo que pensaba trasladar al P. Roque a otra comunidad en atención a su salud. Les explicó que había pensado en el Cottolengo de Gral. Lagos, donde podría llevar una vida menos agitada que en la parroquia de Mendoza. En el Cottolengo de Lagos todo estaba bastante organizado por el P. Bresciani, paisano de ellos que seguiría ahí como ecónomo y los ayudaría. Mientras el P. Roque asentía, el P. Estanislao sorpresivamente empezó a decir: “Pero mi hermano siempre fue párroco, cómo lo van a sacar ahora, aquí la gente lo quiere mucho… ¡Cómo le hacen esto a mi hermano!”. Antes de que el P. Roberto pudiese decir una palabra, el Padre Roque, levantando una mano en ademán de silencio, cortó de manera abrupta el discurso de su hermano: “¡Lao, basta, cómo se te ocurre decir esto! ¡Un momento, que somos religiosos! ¡Lo que el Padre diga está bien!”.  Y dirigiéndose al P. Provincial, le dijo: “Padre cuente conmigo para donde sea”

P. Roque Tonoli
 
Ambos hermanos fueron a Gral. Lagos donde se quedaron hasta agosto de 1986, cuando volvieron a Italia junto con su hermana Clelia que los acompaño en los últimos 13 años de Argentina, primero en Itatí, luego en Mendoza y Gral. Lagos.
El P. Roque murió de un infarto el mismo mes de agosto del regreso a Italia, el día 23 durante la novena, en el santuario de la Guardia donde había sido destinado para las confesiones. El P. Estanislao murió el 4 de noviembre de 1995 en Bergamo. Clelia todavía vive hospedada en el centro “Mater Dei” de Tortona.

P. Estanislao Tonoli en Barranqueras

Cabe consignar además, que el hermano mayor de los Tonoli de nombre Amós, recientemente fallecido, fue grande bienhechor de la obra en Argentina, ayudando a la congregación con ingentes sumas para las casas donde estaban sus hermanos como misioneros. Con su ayuda se compró:
  • el terreno y casa de Itatí en que se levanta la escuela profesional.
  • el terreno y casa San José (Itatí) en la que se construyó la actual casa de la comunidad. 
  • Se construyó la casa de la comunidad y el Hogarcito de Mendoza.
  • Se hicieron reformas de varios hogares de Gral. Lagos y la construcción “ex novo” de la actual iglesia.
   En Italia, todas las casas del Norte siguen recibiendo la donación de parte de los hijos, del agua “Tavina”, prestigiosa marca de Saló (Brescia), propiedad de los Tonoli.


martes, 3 de julio de 2012

Los Oratorios Festivos: recuerdos, directivas y exhortaciones


¡Almas y Almas!

Buenos Aires, 3 de julio de 1936

Mis amados Hijos en Jesucristo

¡Qué la gracia del Señor y Su paz estén siempre con nosotros!

¡Hoy es 3 de julio! - ¡Qué hermosa fecha! ¡Es una gran fecha esta de hoy para mí, oh mis amados!  Cuántos años han pasado desde ese 3 de julio; mas el recuerdo se me hace vivo, como si fuese ayer.

 Era clérigo y custodio de la catedral: el obispo de Tortona era Mons. Bandi, aún al principio de su episcopado. Los muchachos y jovencitos que estaban a mi alrededor eran tantos, algunos centenares, los había de las escuelas primarias, técnicas, secundarias y un hermoso grupo que ya trabajaba. No se los podía contener más, no cabían más en mi pequeña habitación, allá arriba, en la bóveda de la catedral, la última, no se los podía tener en la catedral, porque corrían por arriba y por abajo, por todas partes, no cabían más.
Había quien rezongaba, quien hacía críticas, quien reía y se burlaba y quien lo llamaba loco. Desde entonces me aplicaron sanciones, quitándome los víveres; pusieron a otro, el cual, a pesar de haber llegado después de mi, fue pasado delante de mí: los custodios en ese entonces eran tres, yo era el último, con doce liras al mes, de las cuales, seis eran para pagar, en parte, la pensión de un jovencito de Tortona que había entrado en el Seminario de Stazzano; ahora es sacerdote.
Había también Canónicos dignísimos, como Mons. Novelli, Mons. Campi, Don Daffra, luego Obispo de Ventimiglia. Estaba sobre todo el Obispo, el cual estaba muy contento de que se recogiesen esos niños y se hiciese un Oratorio Festivo en Tortona.
Y dio su mismo jardín y algunas habitaciones del Palacio Episcopal, en planta baja, donde ahora están las cocinas económicas. Fue el primer Oratorio que se abrió en la Diócesis, y estuvo en la casa del Obispo mismo. La inauguración se hizo el 3 de julio y fue solemne; estaban presentes Su Excelencia Mons. Bandi, Mons. Dafra, Obispo electo de Ventimiglia y el Abad Doria, Mons. Novelli, el Teólogo Don Testone. Una parte de los Seminaristas cantaron “Oh Luigi, oh vago giglio”, dirigidos por el maestro José Perosi, el cual se sentaba en el armonium, padre y maestro del  célebre Renzo.

 Había mucha gente, muchísimos niños. La inauguración se hizo en el jardín mismo del Episcopado: algunos domingos después, todo se había reducido a patio.
Recuerdo que Federico Canegallo leyó un agradecimiento en francés, era alumno de las escuelas técnicas; yo también leí una especie de discurso: ¡Almas y Almas! Estaba también Marciano Perosi, el actual maestro de Capilla de la Catedral de Milán: él distribuyó una cantidad de imágenes del Sagrado Corazón, que su hermano Renzo había traído de Vigevano, donde había estado, me parece, para la prueba de órgano de las Sacramentinas.
Mons. Bandi pronunció un hermoso discurso: se sentía que las palabras le salían del corazón. El Oratorio se llamó: “Oratorio festivo San Luis”. Se adaptó una capilla, un altar, con ese cuadro de San Luis, que aún se conserva entre nosotros. Luego se agregó también esa estatuilla de la Virgen Inmaculada que también está entre nosotros.
Para la apertura del primer Oratorio Festivo, Mons. Juan Novelli, nombrado Director por el Obispo -yo era un pobre clérigo-, publicó un folleto invitación, editado por la tipografía Salvador Rossi.
La Pequeña Obra de la Divina Providencia, nacida de ese primer Oratorio Festivo, y la primicia de esos niños, ya había sido ofrecida y, diría, consagrada al Señor, a los pies del crucifijo que ahora está en el santuario, durante la semana precedente.
Cuando se abrió San Bernardino, el Oratorio fue confiado a otras manos, y pronto cayó. Pero ¡Cuánto bien hizo ese primer Oratorio! Luego, con la ayuda  divina fue abierto nuevamente, en el mismo lugar, en el primer año del episcopado de Su excelencia Mons. Grassi, pero causas diversas lo hicieron transportar  a un lugar tal vez poco apto, y así terminó también este segundo Oratorio. Yo lo amaba tanto que iba, casi todos los domingos, desde Avezzano (Abruzzo) donde me encontraba como Delegado del Patronato “Reina Elena” para los huérfanos del terremoto. De ese Oratorio Festivo se puede repetir con Manzoni: “cayó, resurgió y yació”. Pero, ¡Cuánta consolación he sentido aquí, cuando supe que S.E.Revma., nuevo Obispo, lo volvió a abrir para la parroquia de la Catedral, y en ese mismo jardín! Deo gratias!
* * *
Mis amados hijos, hoy 3 de julio, he querido recordarles ese primer Oratorio y ese primer esfuerzo, no sólo para que me ayuden a dar gracias a Dios, sino para que reflexionen bien que la Pequeña Congregación nuestra ha nacido de un Oratorio Festivo: un Oratorio de jovencitos ha sido la piedra fundamental de nuestra Institución.
Y la SS. Virgen, en momentos, entonces, de gran aflicción y de viva persecución, maternalmente se dignó a tomar desde entonces bajo su manto celeste, no sólo el Oratorio -del cual había puesto la llave en Sus manos- ,  sino toda la multitud, sin fin, de los Hijos de la Divina Providencia que vendrían luego, de todo tipo y color.


* * *
Pero no les escribo sólo por esto, oh mis Amados, no; quisiera, de este grato recuerdo, extraer también argumento y animarlos a cumplir, con mayor prontitud y empeño, la obra que me parece que Dios desea de mí y de ustedes: la Obra de los Oratorios Festivos.
Mis amados hijos en Jesucristo, veo todo un pasado que cae, si ya, en parte, no ha caído: las bases del viejo edificio social están minadas: un infortunio terrible cambiará, tal vez pronto, la cara del mundo. ¿Qué saldrá de tanta ruina?
¡Somos Hijos de la Divina Providencia, y no nos desesperemos, mas confiemos mucho en Dios! No somos como esos catastróficos que creen que el mundo termina mañana; la corrupción y el mal moral son grandes, es verdad, pero considero, y creo firmemente, que el último en vencer será Dios, y Dios vencerá en una infinita misericordia.
¡Dios ha vencido siempre así! Tendremos "cielos nuevos y una nueva tierra". La sociedad, restaurada en Cristo, reaparecerá más joven, más brillante, reaparecerá reanimada, renovada y guiada por la Iglesia. El Catolicismo, pleno de divina verdad, de caridad, de juventud, de fuerza sobrenatural, se elevará en el mundo, y se pondrá a la cabeza del siglo renaciente, para conducirlo a la honestidad, a la fe, a la civilidad, a la felicidad, a la salvación.
¡Una gran época está por venir! Por la misericordia de Jesucristo Nuestro Señor y la celeste y materna intercesión de María Santísima. Veo levantarse un monumento grandioso, no basado sobre la arena; una columna luminosa de caridad se eleva basada en la caridad revelada, en al Iglesia, en la piedra única, eterna, inconcusa: “Petra autem erat Christus”.
Mas a esta era, a este grandioso y nunca visto triunfo de la Iglesia de Cristo, nosotros, aunque mínimos, debemos llevar la contribución de toda nuestra vida. En lo que a nosotros respecta debemos prepararla, apurarla, con la oración incesante, con la penitencia, con el sacrificio, y transfundiendo nuestra fe, nuestra alma especialmente, en la joven generación, especialmente en esa juventud que es hija del pueblo, y que necesita más de religión, de moralidad y de ser salvada. La salvación de toda la juventud de todo el mundo, mas que desde los Colegios -que son, más o menos, hospitalarios- se obtendrá de los Oratorios festivos y de la Escuela.
Don Bosco decía: “¿Quieren salvar a un pueblo, a una ciudad? Abran un buen Oratorio Festivo”.
Nosotros estamos aún demasiado verdes, oh hijos míos, para adueñarnos de la escuela del pueblo; pero, con la ayuda de Dios, vendrá el día en que, sobre las ruinas de la escuela laica de muchas naciones descarriadas, edificaremos la Escuela Cristiana.
* * *
Entre tanto, en lo que respecta a los Oratorios festivos, no se debe tardar más, oh mis Amados.
Alrededor de cada casa y por todas partes, en donde se encuentran los Hijos de la Divina providencia, debe surgir pronto y florecer el Oratorio Festivo. Y digo festivo, no cotidiano. Por las tardes, en los días que preceden a los festivos, debe abrirse para esos jovencitos que buscan la comodidad de confesarse. Y el Oratorio se debe abrir a todos los jóvenes, para poderlos reunir, hablar con ellos, moralizarlos, hacerlos dignos ciudadanos italianos y dignos católicos: abierto todos los domingos y fiestas del año.

 Si, a mi regreso, quieren prepararme una gran consolación, háganme encontrar, anexo a cada Instituto, un floreciente Oratorio Festivo. El más hermoso día para mí será aquel en el que se me de la noticia que se ha abierto, por obra nuestra, un nuevo Oratorio Festivo.
Y no sólo todas las Casas deberían hacer surgir uno, mas, si las circunstancias de lugar y de tiempo lo permiten, también más Oratorios deberían ser apoyados a la misma Casa, empleando en ellos a los Sacerdotes, Clérigos, Coadjutores nuestros y personal laico de confianza.

 Y tengan en cuenta que el Oratorio Festivo no debe ser para una dada categoría de jovencitos prefiriéndolos de otros. No. Don Bosco, mi venerado Maestro -he tenido el bien de ser catequista en su primer Oratorio Festivo de Valdocco, mientras él vivía y el año después de su muerte-, decía que no se debía requerir ni el estado de la familia, ni la presentación del niño por parte de los parientes. La única condición para ser admitidos al Oratorio Festivo, abierto en Turín por Don Bosco, era que el jovencito tuviese la buena voluntad de divertirse, de instruirse, y de cumplir, junto con todos los otros, los deberes religiosos.
Causas de alejamiento de un joven del Oratorio no podían ni la vivacidad de carácter, ni la insubordinación intermitente, ni la falta de una hermosa ropa, ni la falta de buenos modales, ni cualquier otro defecto juvenil causado por ligereza o por terquedad natural, sino sólo la insubordinación sistemática y contagiosa, la blasfemia usual, repetida, los malos discursos y el escándalo. Exceptuados estos casos, la tolerancia debía ser ilimitada. ¡Y así haremos nosotros! De otro modo, ¿de qué sirve el Oratorio Festivo?
Todos los jóvenes, también los más abandonados y miserables, deben sentir que el Oratorio Festivo es para ellos la Casa paterna, el refugio, el arca de salvación, el medio seguro para hacernos mejores, bajo la acción transformadora del afecto puro y paterno del Director. Los jóvenes son de quien los ilumina santamente y santamente los ama; ellos tienen la necesidad de una mano que los conduzca, de quien los aleje del vicio y los guíe a la virtud.
Que no haya, entonces, ninguna Casa de la Divina providencia sin su Oratorio Festivo. Perdonen, si no puedo extenderme más.
Animo, queridos míos: arrojémonos entre los hijos del pueblo; arrastremos en los caminos del bien a la joven generación; mostremos, especialmente con los Oratorios Festivos, cómo la Iglesia es fecunda de fuerza moral, benéfica, religiosa, redentora, fuente siempre viva de esa caridad que Jesucristo vino a traer sobre la tierra. ¡Qué toda nuestra vida sea irradiada de amor grande de Dios y de amor al prójimo, especialmente a la juventud más pobre, más abandonada, y Dios estará con Nosotros!
* * *
Entiendo que, también este año, veré pasar la fiesta de la Virgen de la Guardia sin encontrarme todavía entre ustedes, en ese día, tan caro para mí, para ustedes y para los de Tortona... Pero Dios hace bien todas las cosas, y ha visto que este alejamiento le haría bien a nuestro espíritu y que Dios sea siempre bendito! Pero iré, vivo o muerto iré. Todos deben comprender qué duro se me hace estar lejos de ustedes: pero que este sacrificio común se eleve al trono del Altísimo como una plegaria propiciatoria en aroma de suavidad.
Atravesemos los montes, Oh mis amados, con el espíritu pasemos por encima del gran mar que nos separa, sostengámonos, confortémonos fraternalmente con la oración y estrechémonos cada día más a Nuestro Señor, a la Santa Iglesia y a la pobre, pero tan querida Congregación nuestra: ¡Dios estará con nosotros! Pronto iré.
Los bendigo con toda la efusión de corazón en Jesús Crucificado y en la Santa Virgen; reciban los saludos más cordiales de estos hermanos vuestros y ténganme como vuestro afectuosísimo, como padre en Cristo.

Sac. Luis Orione
de la Divina Providencia