lunes, 23 de abril de 2012

Cacciuto y Pellizzari, Dos Grandes Misioneros


En el año 1984, luego de la gran inundación que azoto el Norte Argentino y sur del Paraguay, mi papá junto con otros dos hombres de Pompeya, viajaron hasta el Paraguay para llevar ropa y alimentos al P. Ángel Pellizzari[1] quien se encontraba en la misión de Ñeembucu.

P. Ángel Pellizzari
En esa ocasión mi papá, un hombre que ama el trabajo y amigo del P. Ángel, tuvo la gracia de conocer otro gran misionero, el P. Luis Cacciuto,[2] un hombre que lo impacto por su amor a la misión y a los pobres.


Si bien mi papá habia escuchado mucho sobre la naciente misión en Paraguay, el testimonio de estos dos hombres y el haber compartido con ellos charlas, ratos de mate y algo de su trabajo, lo impacto más.

Pero lo escandalizo mucho mas, cuando se encontró con otros religiosos que rechazaban ir a la misión de Paraguay ya sea por la falta luz eléctrica, los mosquitos o los grandes sacrificios que exigía. Recuerdo claramente su comentario: “Para que se hicieron curas, si no quieren laburar”.

P. Luis Cacciuto
Durante esos días en Paraguay, ambos le contaron acerca de la formación que habían recibido casi en la misma época. En dos lugares distintos, uno en Italia y el otro en Argentina, habían sido formados en el sacrificio, la entrega y el amor a los pobres. Habían recibido una formación muy exigente, que no daba lugar a medias tintas, pero que los había preparado para ser verdaderos apóstoles e dignos hijos de Don Orione.

 Hasta al día de hoy, mi padre recuerda a estos dos misioneros, que eran felices donde nadie quería ir.



De los escritos de Don Orione: 

       “¡Trabajo, trabajo, trabajo! Nosotros somos los hijos de la fe y del trabajo. Y tenemos que amar, y ser apóstoles del trabajo y de la fe. Tenemos que esforzarnos por trabajar, y trabajar cada vez más”.[3]

P. Luis Cacciuto y P. Angel Pellizzari


[1] De Gossolengo (Piacenza, Italia), muerto en Génova el 15 de Agosto de 2011, a 85 años de edad, 68 de profesión y 57 de sacerdocio.
[2] De Barano d’Ischia (Nápoles, Italia), muerto en Mar del Plata el 12 de enero de 1992, a 62 años de edad, 46 de profesión y 36 de sacerdocio.
[3] Carta al P. Pensa. Tortona, 5 de agosto de 1920. 

martes, 17 de abril de 2012

Como conoció a Don Orione el P. Ángel Pelizzari

En Junio de 2007, le pregunte al P. Angel Pellizzari (qepd), como conocio a Don Orione y el me contesto, en un castellano mezclado con un poco de italiano, lo siguiente:

 “Muy bien, entonces, yo he conocido a Don Orione todavía cuando vivía en mi casa, en casa éramos tres hermanos y tres hermanas, mi hermano Antonio, el segundo de los hermanos, estaba en seminario en Montebello, como clérigo, entonces mi papá y yo fuimos a visitarlo en bicicleta desde Piacenza a Montebello, 53 kilómetros, cuando llegue allá, allá estaba Don Orione, y mientras paseaba por el jardín, con el padre Don Santella, me tenía la cabeza abrazada a su brazo izquierdo y mientras hablaba con Don Santella me conducía en los senderos del parque, allí ha sido cuando yo encontré por primera vez Don Orione.
El P. Ángel y el Hno. Andre (Togo) rezando frente al cuerpo de Don Orione
Mi hermano, después, en un paseo, me parece de Montebello a Voghera, teniendo los zapatos nuevos se lastimo el talón, ha tenido el tétano. Lo llevaron al hospital de Tortona y Don Orione fue a visitarlo y cuando lo visito, llevo una reliquia de San Pio X, pidió la gracia de sanarlo y él se sano. Entonces yo después, por mi mamá que quería un cura, un hijo cura, me llevo a Tortona, después de los elementares, los primarios, los primeros años de escuela, me llevo allí en Tortona, en San Bernardino, y allí conocí mejor a Don Orione porque cuando llego de América,  Don Orione hizo siempre la fiesta de la Virgen de la Guardia y entonces así me  eligieron a mí y a Salvatucci otro amigo, compañero de escuela y me llevaron de Don Orione. Don Orione nos recibió, bajo de su pieza de la tipografía “San Giuseppe” de Tortona, nos entrego un montón de volantitos de propagandas de la fiesta y nos enseño como entrar en los negocios, en las casas, para distribuir estos volantitos. Y después cuando nos mando a hacer propaganda dijo: “cuando han terminado de distribuir estos volantitos, vuelvan que yo les daré otros”. Entonces nos fui en las casas, en los negocios y en los negocios entramos porque él dijo: “cuando van a los negocios, dejen allí volantitos y digan a los dueños del negocio, envolver la ropa que venden en los volantitos,  así después las mujeres cuando llegan a casa, leen lo que está escrito. Entonces nosotros hicimos todo, fuimos al hospital de Tortona, distribuimos a los enfermos y cuando volvimos, entonces fuimos de Don Orione, el cual nos dijo claro: “ustedes son los garibaldinos de la Virgen”. Podes imaginar que fiesta, en el corazón y después fuimos a distribuir otros más volantitos, y esa es otra vez, cuando yo vi y conocí mejor a Don Orione.
Pero a Don Orione lo he conocido y visto en Santuario, he visto con mis ojos, entrar en Santuario y ponerse de rodillas, enseguida a la entrada del Santuario de Tortona y allí lo vi yo rezar, de manera que Don Orione siempre más me entra en el corazón.
P. Ángel en Camandoli (Genova), 2007
Pienso, la ultima vez ha sido, bien, cuando murió, fuimos a rezar, a cantar en la misa y todo en el santuario, pero lo vi otra vez, cuando recibió a los amigos de la Divina Providenza, los genoveses de Génova, lo he visto adelante del santuario arriba de una silla, me parece que sea, hizo un discurso fantástico, yo recuerdo, lo tengo en los ojos, así como estaba con los brazos muy movidos, y después cuando se saco la foto con los bienhechores detrás del santuario de la Madonna de la Guardia.
Cuando falleció, yo estaba en Voghera, en Voghera como probando y entonces nos llevaron, paso el cuerpo por Voghera, pero después fuimos a Tortona a cantar la misa en sufragio de Don Orione y se…, un montón de gente.
Y esto es un poco todo cuando conocí a Don Orione, de manera que lo tengo bien claro, recuerdo muy bien”.

* Texto grabado en Génova, Camandoli, el 3 de Junio de 2007 y desgrabado en Payatas (Filipinas), el 25 de febrero de 2010.

martes, 10 de abril de 2012

P. Ángel Pelizzari: La Visita del Misionero

          Si bien había sido párroco de la Divina Providencia por más de 10 años, los primeros recuerdos que tengo del P. Ángel Pellizzari[1] se remontan a mi infancia, cuando mis padres decían: “¡viene el P. Ángel!”, siendo sus visitas causa de alegría para nosotros, pues era la visita de un amigo que venía de las misiones, quien compartía sus experiencias en Paraguay y nos contaba como las comunidades de Ñeembucu iban creciendo.

Recuerdos de mis padres y la gente de Pompeya
      Mis padres lo conocían muy bien, ya que los había acompañado durante su juventud y fue quien bendijo su matrimonio. La generación de mis padres había vivido con el P. Ángel la implementación del Concilio Vaticano II en la parroquia de Pompeya, años y recuerdos que quedaron grabados en su memoria. Hasta el día de hoy mi padre me habla de lo que fue “escuchar la misa en castellano” por primera vez, compartir la Palabra de Dios, ir de misión a la Rioja, las dinámicas de grupo, el cine debate, y muchas cosas más que el P. Ángel llevo adelante entonces, fruto de un mayor compromiso con el Pueblo de Dios, especialmente con los pobres. Cosas que recién comprendí en teología cuando el P. Giustozzi me hizo ver de un modo más académico y científico lo que mi papá me contaba con su sencillez.

El Padre del Paraguay

Yendo a celebrar la misa
 Para mucha gente de Pompeya, era “el Misionero” que había dejado todo para ir a predicar el evangelio entre los más pobres. Mientras que en el Paraguay se lo recordaba, junto al P. Luis Cacciuto, por su ardor apostólico y amor a los pobres, visitando hasta los ranchos más alejados, viajando a pie, a caballo, en canoa o en camioneta.
 Pero también era para otros quien cumpliría lo dicho por el Fundador al entonces P. Bogarín, que este último seria ordenado obispo, recibiría a la Congregación en Paraguay y moriría luego de la entrada de la misma.

  
 

Su presencia en momentos claves de mi vida
Los caminos de la Providencia hicieron que el P. Ángel estuviese presente en momentos que marcaron un antes y un después en mi vida
1-      Fue quien me bautizo a principios de 1974. 

P. Ángel bautizando al P. Facundo el 4 de Enero de 1974

2-   Veinte años luego, me dará algunos consejos antes de ingresar en la Congregación.
3-  En 2004, antes de ser ordenado diacono me dará un regalo totalmente inesperado durante la fiesta patronal de “N. S. de la Divina Providencia”. En la acción de gracias de la misa, me llamo, repito las palabras de Don Orione: “… a quien le dejaremos la estola…” y me la entrego su 50° aniversario de sacerdocio, dejándome sin palabras y al borde de las lágrimas. Después de la misa, mi papá me llamo aparte y me dijo: “esta estola hay que llevarla con honor, es la estola del P. Ángel…”, como recordándome que no era cualquier estola, era la estola del “Misionero”, por esa razón es la única estola que traje conmigo a la misión.
4-   En 2007, nos encontraremos por última vez en Camandoli (Génova), donde me dará algunos consejos para la misión: “… estar muy en medio de la gente, después de buena oración y mucha humildad, pues quien trabaja después, no sos vos, Espíritu de Dios se sirve de vos…”. Simples y sabias palabras emanadas de una vida gastada por el Reino de Dios.

P. Ángel y P. Facundo en Camandoli (Genova) 2007

Los recuerdos sobre Don Orione
            Durante nuestro último encuentro, junto con los consejos para la misión, me contará como conoció a Don Orione. Aun recuerdo su rostro iluminado contándome el elogio del Fundador hacia él y un compañero: “Entonces nosotros hicimos todo, fuimos al hospital de Tortona, distribuimos [los volantes] a los enfermos y cuando volvimos, entonces fuimos de Don Orione, el cual nos dijo claro: ‘ustedes son los garibaldinos de la Virgen’. Podes imaginar que fiesta, en el corazón…”.

            Recordar al P. Ángel es recordar una vida totalmente entregada al Evangelio y a los pobres, como también recordar un digno hijo de Don Orione y un verdadero misionero. Y en mi caso particular es también recordar un padre en la fe.


P. Facundo Mela fdp


[1] De Gossolengo (Piacenza, Italia), muerto en Génova el 15 de Agosto de 2011, a 85 años de edad, 68 de profesión y 57 de sacerdocio.