martes, 29 de julio de 2014

El XXVº Aniversario de Ordenacion de Don Orione



 ¡Almas y Almas!
Tortona, 1º de junio de 1920

Querido P. Casa:
Recibí tu grata carta del 15 de abril y te agradezco en el Señor. Todo lo que sirve para unir y reconfortar en la caridad, siempre hace bien y causa pla­cer; no debemos mirarnos a nosotros mismos, "siervos inútiles", sino a la gloria de Dios y al bien de nuestras almas y de las de los demás.
 

 Aquí no se hicieron fiestas, no permití que se las hiciera para los 25 años de mi sacerdocio. Debía pasar ese día en Bra, en el silencio y con el Señor, pero la víspera me di cuenta que mi querido clérigo Viano iba empeorando y entonces me detuve en Tortona. Pasé la noche junto a su lecho y a la mañana dije la Misa a los pies de la Virgen de la Divina Providencia; los niños y todos hicieron la comunión general. Quise celebrar la Misa de difuntos; sentí que debía rezar por todos los que me siguieron y fueron alumnos nuestros o benefactores y que se habían ido a la vida eterna.
Te diré cómo pasé la hora del almuerzo. Viano estaba cada vez peor, pero estaba siempre consciente; desde hacía varios días, a pesar de los enterocolitis, este pobre hijo no movía el vientre, pero hacia medio día tuvo como un relajamiento y él no lo advirtió a tiempo o tal vez ni siquiera se dio cuenta, po­brecito, y no tuvimos tiempo de nada.
Entonces, el clérigo Camilo Secco, ahora subdiácono, que era el enfermero y que es muy fuerte, levantó al enfermo sobre la cama y cambiamos todo, la cama y el enfermo, y así, mientras los demás almorzaban, yo lo lavaba y lo limpiaba con agua tibia, haciendo con nuestro querido Viano esas tareas humildes pero santas que la madre hace con sus hijos.


En aquel momento miré al clérigo Camilo y vi que lloraba. Nos habíamos encerrado en la enfermería para que nadie entrara, y desde afuera llamaban con insistencia para que fuera a almorzar; pero yo pensaba que era mejor cumplir con amor de Dios y humildad esa obra santa y verdaderamente de Dios; me decía a mí mismo: ¡Mucho mejor esto que todas las prédicas que he hecho! Ahora veo que Jesús me ama, ya que me da ocasión de purificarme y de santificar así este 25º aniversario de mi sacerdocio. Sentía que nunca había servido a Dios en el prójimo más sublime y santamente que en aquel momento, mucho más grande que todas las obras hechas en 25 años de ministerio sacerdotal. ¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios!
¿Ves? Así nos amamos. Por la gracia de Dios que está en nosotros y por su divina misericordia, así nos amamos en El. Y ahora Viano rezará, y también rezará nuestro último querido muerto, el P. Angelo Bariani, juntamente con nuestros demás muertos, por mí y por todos vosotros, hijos míos....




martes, 15 de julio de 2014

Itatí ... es el PUEBLO de la VIRGEN Santísima.


A pocos meses de llegar la Obra Don Orione a Itatí, el P. Dutto visita el Pueblo de la Virgen y se lo describe a Don Orione. Algunos parrafos de la carta



Itatí, 18 de abril de 1936



Reverendísimo Padre en Jesucristo [Don Orione];

                                    Antes de salir de Itatí quiero escribirle mis impresiones, tanto más que, gracias a Dios, son muy buenas.

            Itatí es un pueblito de campo, pero simpático por su sencillez, su tranquilidad y sobre todo porque podemos decir que es el PUEBLO de la VIRGEN Santísima. Hasta me parece que aquí el diablo no tiene acceso, porque se vive una tranquilidad de espíritu admirable y diríase que no se sienten aquí tentaciones ni perturbaciones de espíritu. 

             El centro del pueblo cuenta con unos 900 habitantes, pero todo el partido, según las últimas cifras oficiales cuenta con 4718 habitantes, todos ellos feligreses de la Parroquia de Itatí, confiados a los cuidados de los Padres de la Divina Providencia.

            El Santuario es meta de continuas peregrinaciones, y vienen devotos de regiones lejanas y de difícil acceso, por falta de caminos. Todos los días se arrodillan a los pies de la taumaturga imagen de N. Señora, Chaqueños, Paraguayos, Correntinos de todos los partidos de la Provincia y también de la Gobernación de Misiones. – Por lo común se trata de gente sencilla y pobre, ignorante muchas veces, pero de muy buena voluntad, de una fe grande, grande. – Muchos de ellos no tienen comodidades en sus pueblos para cumplir con los deberes del buen cristiano, por la sencilla razón de que no tienen sacerdotes en sus pueblos o viven apartados en el campo, afuera de toda posibilidad de cumplir. Estos vienen a Itatí como los Judíos de la antigua Ley iban al Templo de Jerusalén una vez al año para cumplir con la Ley, y algunos también sólo una vez en la vida… Y aquí confiesan, comulgan, bautizan a sus hijos, y se van satisfechos, convencidos de haber cumplido con su deber y casi convencidos y seguros de su salvación eterna, porque, dicen, hemos cumplido con Dios y con la Virgen. 

Antiguo Santuario de N.S. de Itatí


Y yo creo firmemente que nadie de cuantos vienen hasta Itatí para venerar y honrar a la Virgen SSma. se ha de perder. La Virgen SSma. los salvará.

            Además ¿acaso no tendrán más mérito esta pobre gente que viene a Itatí a costa de largos viajes y molestos, que los que cómodamente asisten a la Santa Misa todos los domingos, sin ningún esfuerzo, ni incomodidad?

            Muchos de ellos, hombres y jóvenes también, se pasan a veces largos ratos de rodillas, a los pies de la estatua de María SSma., en el camarín del Santuario rezando con actitud devota, que uno no se cansa nunca de mirarlos, rezando y rezando sus oraciones, sus Padre nuestros estropeados y mutilados, o también sin pronunciar palabra, porque algunos no saben ni il Padre nuestro tampoco, pero con tanta fe y devoción, que conmueven!...

            Y entre esta gente sencilla se encuentran hermosas almas, que delante de Dios deben de ser más perfumadas que los lirios y las rosas… Oh cuantas sorpresas nos reservará el día del Juicio Universal!... Estas almas se adelantarán para ocupar los primeros puestos y muchos devotos presuntuosos y también religiosos quedaremos atrás, con toda nuestra ciencia barata y nuestra barniz de devotos. – En Itatí el alma se siente apartada del bullicio del gran mundo y vuelve en sí misma y comprende muchas cosas. Yo creo que Nazareth debía de ser como Itatí… e Itatí como Nazareth…



            Por lo dicho se comprende fácilmente que nuestros Padres, quedando en Itatí, son verdaderos misioneros de todas las regiones circundantes, como Chaco, Paraguay, Misiones y Corrientes, y, sin moverse de casa, su celo alcanza un radio inmenso.

            Muchos de los que vienen en peregrinación a Itatí, sobre todo mujeres, no saben hablar absolutamente el español, aunque generalmente lo entienden y esta circunstancia obliga a nuestros Sacerdotes a aprender el GUARANÍ (el dialecto que hablan estas poblaciones), para poder atender el confesonario. Yo, que ignoro completamente el guaraní, con pesar, tuve que renunciar a escuchar en confesión a dos señoras, de cuyo idioma no alcancé a entender ni una palabra sola…

Para la próxima semana se espera aquí una peregrinación de todo un pueblo, que vendrá con de costumbre, en peregrinación en número de más de 2000, con su Párroco, Intendente, sus santos (estatuas, que traerán, como los Hebreos el Arca santa en el desierto), con carros y enseres para el viaje, una caravana larga, más de dos km., caballos, utensilios, etc. – Caminan dos días, quedan dos o tres días en Itatí, para confesar, comulgar, oír Misa y cumplir con sus promesas. Luego emprenden viaje de vuelta y después de dos días están otra vez en sus casas, listos para el trabajo y contentos, por haber cumplido con Dios y con la Virgen.



¡Qué lindo ejemplo de fe!...

Para estas oportunidades el Obispo envía seis o siete sacerdotes para atender a los peregrinos. Dos bautizan continuamente, relevándose, otros confiesan, otros atienden en el despacho, etc. (…)

            Saludo a Ud. muy respetuosamente en el Señor y beso sus venerables manos, pidiendo su bendición.

            P. Vicente, P. Lorenzetti, los Hnos. Silvi, Carminati y Tomás envían sus respetuosos saludos y piden, a su vez, la S. bendición.

                                    Su humilde hijo en Jesucristo

                        P. José Dutto

                        O.D.P.





Fuente: Carta del P. José Dutto a Don Orione. Itatí, 18 de abril de 1936. Archivo Casa Provincial Argentina (ACPA).

La misma está escrita a máquina y en castellano, se puede ver la influencia de la lengua italiana en diversas palabras.

martes, 8 de julio de 2014

Fuera las espadas del corazón de la Virgen



“Cuando se abrió esa casa, narraba Don Orione, deseábamos tener una estatua”.

Un sacerdote habló de nuestro deseo a un viejo Señor de Novi Ligure, el abogado Serra, cuya familia es aún ahora una de las más nobles de esa ciudad. El abogado le dijo: “Tengo una vieja estatua toda apolillada en el desván...” El sacerdote la quiso ver... y se la llevó. Es una dulce Virgen de madera, muy antigua, tanto que por aquí y por allá está agujereada; en Novi, en el pasado, había sido venerada e invocada Madre de los Dolores; pero luego fue puesta en un desván.

La Virgen de los Dolores se suele representar con la cara triste, como solicitando consuelo al Señor en su angustia, en su dolor. Se suele pintar, o esculpir, con las manos juntas en el pecho, como estrujando el corazón lleno de angustia, o con las manos extendidas y juntas en infinito dolor, con Jesús muerto en los brazos y arrodillada cerca de él o de pie a los pies de la cruz.

La Virgen de los Dolores es representada generalmente vestida de rojo, porque el rojo simboliza el dolor y el amor, con las manos juntas, la mirada dirigida al cielo y la espada que le atraviesa el corazón.

Esta estatua cruza los brazos en el pecho y levanta los ojos al cielo: así, más o menos, debería estar María a los pies de la Cruz, cuando Jesús agonizaba para redimir a la humanidad; así debía estar la Virgen en ese momento, sagrado y solemne, en que Jesús nos dio el derecho de llamar madre a María, la Madre de Dios.




Cuando supimos que había llegado desde Novi Ligure, partimos desde San Bernardino y vinimos aquí a la ciudad a verla: había llegado precisamente aquí, entonces casa de los Oblatos del Obispo y sólo más tarde pasaba a nosotros, diez años después. Aquí fue colocada con gran amor en el lugar más distinguido de la casa y fue esa la primera señal de que después vendríamos a vivir aquí. Desde aquí fue acompañada a San Bernardino: la tomaron en los brazos algunos de aquellos primeros alumnos, y la llevaron procesionalmente al nuevo pequeño colegio, en la pequeña capilla, que estaba en el primer piso donde tienen ahora el taller las hermanas.

Seguidamente, tiempo después, durante una procesión de ese mismo primer año, esos muchachos reflexionaron que la Virgen tenía una espada y, si se la mira aún ahora, se ve la fisura en donde estaba clavada la espada, porque como saben, las imágenes de la Virgen de los Dolores tienen casi siempre una espada en el corazón (más aún algunas veces tienen siete espadas); cuando los jóvenes, como decía, vieron y reflexionaron que la Virgen tenía la espada clavada en el corazón se dirigieron a mí diciendo: “¿Cómo es que debemos tener una estatua de la Virgen con un puñal clavado en el corazón? ¡No, no queremos que tenga una espada en el pecho!”

Les hacía mal ver a la Virgen, nuestra buena madre, herida; y de inmediato, una vez quitada la espada, añadieron: “¡Qué no suceda nunca que la Virgen esté entre nosotros llena de dolor, dolorida!”. Así fue como le rompieron la espada, y, mejor con unos fósforos la quemaron allá en medio del jardín, a mitad del cerco, donde había una puerta y ahora  está la estatua de la Virgen; y dijeron: “Que así sean quemados nuestros pecados”.

Ese acto, aunque ingenuo, decía mucho; pero yo amonesté a esos buenos jóvenes: “No basta que quemen la espada; no deben pecar más; se deben cuidar del pecado voluntario: nunca decir una mentira queriendo mentir, nunca hacer una acción indigna, nunca ofender a un compañero intencionalmente”. En efecto luego esos jóvenes se comportaron todos muy bien; eran ejemplo para toda Tortona, y se acuerdan aún de esos días, y me escriben y me vienen a ver. Después, sobre la espalda, la llevaron a su estudio. Y en el lugar de la espada le pusieron un corazón de plata, el que ahora ven... Y la visitaban con frecuencia...

 Esa lejana ceremonia de la toma de posesión por parte de la Virgen de los Dolores -que luego fue la Virgen de la Obra, la Virgen de la Divina Providencia-, esa toma de posesión , por parte de la devota estatua, del primer instituto para niños pobres y aspirantes al altar, era símbolo de la toma de posesión por parte de la misma Virgen Santísima, nuestra madre Celeste y única fundadora, de toda la Obra, también para el futuro...

Aquellos primeros jovencitos representaban a todos aquellos que vendrían después; los que entrarían a formar parte del nuevo instituto... En ese gesto de amor y de fe de los primeros muchachos a esa santa Virgen, de quitarle la espada, estaba la fe, el amor, la consagración de los futuros miembros de la Obra... La entronización  de esa estatua era la entronización de la divina Madre en el corazón, en la idealidad, en los propósitos de vida santa de toda la futura congregación... La Virgen santísima, la Madre de Dios, tomaba de su mano, en su posesión, para entonces y para siempre, todo lo que sería luego, personas, instituciones y actividades de la Pequeña Obra de la Divina Providencia...”