¡Almas
y Almas!
Tortona,
1º de junio de 1920
Querido
P. Casa:
Recibí tu grata carta del 15 de abril
y te agradezco en el Señor. Todo lo que sirve para unir y reconfortar en la
caridad, siempre hace bien y causa placer; no debemos mirarnos a nosotros
mismos, "siervos inútiles", sino a la gloria de Dios y al bien de
nuestras almas y de las de los demás.
Aquí no se hicieron fiestas, no
permití que se las hiciera para los 25 años de mi sacerdocio. Debía pasar ese
día en Bra, en el silencio y con el Señor, pero la víspera me di cuenta que mi
querido clérigo Viano iba empeorando y entonces me detuve en Tortona. Pasé la
noche junto a su lecho y a la mañana dije la Misa a los pies de la Virgen de la
Divina Providencia; los niños y todos hicieron la comunión general. Quise
celebrar la Misa de difuntos; sentí que debía rezar por todos los que me
siguieron y fueron alumnos nuestros o benefactores y que se habían ido a la
vida eterna.
Te diré cómo pasé la hora del
almuerzo. Viano estaba cada vez peor, pero estaba siempre consciente; desde
hacía varios días, a pesar de los enterocolitis, este pobre hijo no movía el
vientre, pero hacia medio día tuvo como un relajamiento y él no lo advirtió a
tiempo o tal vez ni siquiera se dio cuenta, pobrecito, y no tuvimos tiempo de
nada.
Entonces, el clérigo Camilo
Secco, ahora subdiácono, que era el enfermero y que es muy fuerte, levantó al
enfermo sobre la cama y cambiamos todo, la cama y el enfermo, y así, mientras
los demás almorzaban, yo lo lavaba y lo limpiaba con agua tibia, haciendo con
nuestro querido Viano esas tareas humildes pero santas que la madre hace con
sus hijos.
En aquel momento miré al clérigo
Camilo y vi que lloraba. Nos habíamos encerrado en la enfermería para que nadie
entrara, y desde afuera llamaban con insistencia para que fuera a almorzar;
pero yo pensaba que era mejor cumplir con amor de Dios y humildad esa obra
santa y verdaderamente de Dios; me decía a mí mismo: ¡Mucho mejor esto que
todas las prédicas que he hecho! Ahora veo que Jesús me ama, ya que me da
ocasión de purificarme y de santificar así este 25º aniversario de mi
sacerdocio. Sentía que nunca había servido a Dios en el prójimo más sublime y
santamente que en aquel momento, mucho más grande que todas las obras hechas en
25 años de ministerio sacerdotal. ¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios!
¿Ves? Así nos amamos. Por la gracia de
Dios que está en nosotros y por su divina misericordia, así nos amamos en El. Y
ahora Viano rezará, y también rezará nuestro último querido muerto, el P.
Angelo Bariani, juntamente con nuestros demás muertos, por mí y por todos
vosotros, hijos míos....
I think this work of charity of Don Orione on his 25th anniversary of priesthood sums up the charism and shows how to be an Orionine priest!
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