viernes, 20 de mayo de 2016

Bendición e Inauguración de la Iglesia y Pabellones del Cottolengo Argentino



SOLEMNE BENDICIÓN E INAUGURACIÓN DE LA IGLESIA Y PABELLONES DEL COTTOLENGO ARGENTINO

 Deo Gratias! – El día 21 de mayo de 1936, solemnidad de la Ascensión de N. S., será para el PEQUEÑO COTTOLENGO ARGENTINO día glorioso y a la vez histórico por el brillante y extraordinario éxito que alcanzaron los actos organizados con motivo de la bendición e inauguración solemne de su Iglesia Titular, de sus primeros pabellones y de la piedra fundamental de otros dos pabellones más, a construirse en breve.

La concurrencia. –Una concurrencia, que puede calcularse en varios miles de personas, llegadas de la capital y de pueblos cercanos, en tren, en ómnibus, en camiones, en autos, asistió con entusiasmo a la ceremonia. La compañía del F.C.S.se vio en la necesidad de hacer correr trenes especiales de la estación Constitución a Claypole para poder trasladar a todos los pasajeros que deseaban llegar a conocer el “Cottolengo Argentino” y asistir a su bendición e inauguración.


La presencia del Presidente de la República, del Señor Nuncio Apostólico, del Ministro de Italia Señor Arlotta, del secretario del Ministro de Relaciones Exteriores en representación del ministro Saavedra Lamas, de cinco obispos y de Personas calificadas de la sociedad porteña, contribuyeron al singular lucimiento de los actos.
El magnífico parque, los caminos internos a los pabellones habían sido esmeradamente adornados con profusión de banderitas varias y de banderas patrias y papales… todo parecía sonreír a los visitantes.

Llegan las autoridades.- Minutos después de las 14.30 la llegada del Sr. Presidente Gral. Justo y del Excmo. Señor Nuncio Apostólico, Monseñor Cortesi fue saludada por grandes aclamaciones del público; demostraciones que se renovaron a la llegada del Ministro de Italia, Señor Arlotta. Mientras tanto la Banda del Patronato de Infancia de Claypole hacía resonar los aires con sus marchas briosas y alegres, que siguieron alternando con las de los Boy-scouts del Post-Escuela de N. Pompeya. 

En esos mismos momentos más o menos habían también llegado los Excmos. Arzobispos y Obispos: Mons. Fortunato Devoto, Auxiliar del Emmo. Cardenal Copello; Mons. Serafini, Auxiliar de la Plata: Mons. Aragone, Arzobispo de Montevideo, Mons. Audino Rodríguez, Obispo de Santiago del Estero y Mons. Martínez, Obispo Titular de Ibora.

El inmenso gentío se abalanzó hacia el templo atrás de las Autoridades, invadiéndolo a pesar de las contrarias disposiciones de la Sagrada Liturgia y de… la policía, ocupando todo su amplio sitio hasta los límites, resultando sin embargo imposible para muchísimos entrar en su recinto.


La ceremonia.- Mientras los Señores Obispos, los Padrinos, el Señor Presidente de la República y la donante Doña Carolina Pombo de Barilari y demás Autoridades ocupaban los sitios de honor reservados, el Excmo. Señor Nuncio Apostólico se revestía de los ornamentos sagrados, secundado y atendido por numerosos clérigos de la Escuela Apostólica de San Javier de Villa Calzada, la Schola cantorum de la misma benemérita Congregación entonaba un magnífico “Ecce Sacerdos” a 3 voces, de espléndido efecto.

Don Orione queda particularmente agradecido a los Rvdos. Religiosos del Verbo Divino de Villa Calzada por la desinteresada y eficaz cooperación prestada, tomando a su cargo las ceremonias sagradas y el canto, que tanto realce dieron a la función.

La alocución de Monseñor Serafini.- Después de las preces rituales, el Excmo. Mons. Serafini ocupó la Cátedra Sagrada. Comenzó el ilustre Orador por dar lectura de un extenso telegrama del Santo Padre.

En su elocuente discurso Mons. Serafini recordó los primeros años de San José Benito Cottolengo, su apostolado de bondad y caridad, la fundación de su admirable obra, su asombrosa y prodigiosa vida y dilatación.
Pasó luego a hablar de la Obra similar fundada por Don Orione en la República Argentina, felicitándose de que fuera la Diócesis de La Plata la primera en disfrutar de los beneficios del “Cottolengo Argentino”.
Extensa y elocuentemente se refirió a la importancia y alcance social de esta obra, especialmente en estos tiempos de brutal materialismo y de profundas convulsiones sociales.

Con una vehemente exhortación a los presentes y formulado votos para que las Autoridades públicas y los pudientes presten su apoyo decidido y generoso a la oportuna y benemérita obra, finalizó la elocuente alocución, escuchada en todo momento con vivo interés por la numerosa y calificada concurrencia.

A continuación se entonó un solemne “Te Deum” en acción de gracias, y, por último el Nuncio impartió la solemne Bendición con el Ssmo. Sacramento.

Los nuevos pabellones.- Después de la bendición de la Iglesia, las Autoridades y la concurrencia pasaron de inmediato a bendecir e inaugurar los varios pabellones, que son los primeros de la Colonia de la Caridad.
Estos son: el Pabellón “MARIA BAUDRIX”, que lleva el nombre de la donante.
El pabellón “EMILIO V. BARILARI”, donado por la Sra. Carolina Pombo de Barilari.

El pabellón “ANTONIO DEVOTO” donado por los Sres. Fernando Rodríguez y su esposa Hermenegilda Pombo.
El Pabellón “SANTA LUCIA”, donado por la Sra. Marquesa María Unzué de Alvear.
El Pabellón “ISABEL SOLARI DE RAGGIO” (la cocina), donado por el Sr. D. José Raggio e hijos.
El Pabellón “ELINA POMBO DE DEVOTO”, destinado para habitación de las hermanas y para jardín de infantes de la localidad, donado también por la Sra. Carolina Pombo de Barilari.

A continuación fueron bendecidas las piedras fundamentales de dos nuevos pabellones más, que se construirán muy en breve, donados respectivamente por la Sra. Marquesa Adelia Harilaos de Olmos y Señorita María Anchorena.

Estos nombres beneméritos pasarán en bendición a la posteridad y, mientras las glorias mundanas muy pronto desvanecen, las glorias de la caridad brillarán siempre más con el pasar de los años, porque serán celebradas por las generaciones futuras en este siglo y por la Corte celestial en la Eternidad.


Fuente: Boletín “Pequeño Cottolengo Argentino” junio-julio 36.


miércoles, 4 de mayo de 2016

¡Trabajadores y trabajadoras! ¡Llegó la hora de la reivindicación!



Como apóstol y en nombre de la Iglesia Don Orione se ocupó de los problemas sociales de su tiempo, con realismo y gran amplitud de miras. Esta es una carta-proclama dirigida a los trabajadores y trabajadoras de los arrozales. Salió publicada en un boletín religioso, el 18 de mayo de 1919.

...¡Proletariado de los arrozales, de pie!
            Se abre un horizonte nuevo; a la luz de la civilización cristiana, que apuesta siempre al progreso, nace una nueva conciencia social, como flor del Evangelio.
            Trabajadores y trabajadoras de los arrozales, en nombre de Cristo, que nació pobre, vivió pobre, murió pobre y entre pobres, que trabajó como ustedes y que amó a los pobres y a los trabajadores, en nombre de Cristo, ha sonado la hora de su reivindicación.
            El trabajo debe ser limitado y adecuado a sus fuerzas y sexo. El salario debe tener relación con su esfuerzo y con sus necesidades; las condiciones de trabajo deben ser menos penosas, más humanas, más cristianas. Es un derecho, ¡Su derecho!
            Nosotros, como católicos y como ciudadanos, emprenderemos éste año la batalla por las ocho horas en los arrozales.
            No se dejen  explotar por los capataces, no se dejen intimidar por las amenazas de los patrones, no se presten  a ciertas maniobras que siempre terminan perjudicando al trabajador.


Y si no hay más remedio, tomen medidas de fuerza;  dentro de la legalidad, claro, pero háganlo.
Únanse contra los rompehuelgas y no se dejen engañar por un horario que supere las ocho horas en los arrozales.
            Únanse y sean solidarios. Si todos los pueblos de la diócesis que proporcionan trabajadores a los arrozales se unen en una red organizada y firme, sólida y cristiana, los llevaremos a una victoria segura.
            Por sus reivindicaciones, por la justicia intrínseca de su santa causa, no nos quedaremos quietos. No, no dejaremos en paz, ni de noche ni de día, a los explotadores de la gente pobre, que va a sacrificarse en los inundados pantanos de los arrozales y en la malaria, que se ve obligada a alejarse de la familia para ganarse el pan.
            Pero los patrones no son siempre explotadores, ni son los únicos; los patrones, son como todos: algunos malos, otros buenos; explotadores indignos son también y siempre quienes, por sus negocios deshonestos abusan pérfidamente de ustedes, los que les ofrecen un pan pero les envenenan el alma, los que predican el odio y quitan la fe, que es el gran consuelo de la vida presente y base de la vida futura.


            Trabajadores y trabajadoras de los arrozales, ... no confíen en quienes no tienen religión; quienes no tienen religión, no tienen conciencia: ¡no confíen jamás en ellos!
            ¡Hermanos! ¡ Con la bendición de Dios y de la Iglesia, trabajaremos por ustedes, y triunfaremos con ustedes !
            Todos encontrarán trabajo, todos tendrán un salario justo, y asistencia moral y religiosa; descanso en los días de fiesta; control de sus derechos laborales (salarios, horarios, asistencia médica), alojamiento digno.  Los defenderemos en todo lo que sea justo: haremos realidad sus legítimas aspiraciones y utilizando las leyes pertinentes vigilaremos, acompañaremos, animaremos.
“¡La unión hace la fuerza!” Tenemos que romper toda cadena que quita la libertad de hijos de Dios; tenemos que abolir toda esclavitud: debe cesar toda servidumbre, y para siempre.
            En nombre de Cristo debe suprimirse la explotación del hombre  por el hombre. La fuerza divina de éste nombre y su conducta honrada de trabajadores cristianos, les ayudará a conquistar cada uno de sus derechos, así como los llevará a cumplir sus deberes.
            ¡Proletariado de los arrozales, de pie! Abran los ojos y vean la aurora brillante que ya se insinúa: ¡es para ti, es tu día!
            ¡Adelante proletariado, adelante, llevando contigo la fuerza moral de tu fe y de tu trabajo, una era se abre: el mundo se renueva!



            El Señor es tu Dios, está contigo: camina en la luz de Dios y nadie podrá jamás detener tu marcha triunfal.

            Por tu interés, por tu dignidad, por tu alma.
            ¡Proletariado de los arrozales! ¡De pie y adelante!