Hace unas semanas, Chile sufrió un nuevo terremoto 8.4 magnitud Richter. El epicentro fue en la región de Coquimbo. Muchas personas en momentos como estos piensan en Dios y piden su ayuda. Don Orione es considerado el santo de los terremotos ¿por qué? acá te contamos su historia en dos grandes terremotos acontecidos en su país.
Terremoto y tsunami en Messina
En la mañana del 28 de Diciembre de 1908, se produjo un excepcional movimiento de tierra, seguido por un tsunami en la ciudad de Messina, próxima al estrecho siciliano. Los muertos ascendieron a ochenta mil. El temblor había durado solamente 37 segundos.
Don Orione se enteró de la noticia por los diarios, al día siguiente del desastre. Buscó ansiosamente detalles de la inmensa tragedia, Sentía un irresistible llamado interior que le parecía provenir de los desconocidos supervivientes, necesitados de todo.
Partió, confiado en la Providencia, con un solo programa: Convertirse en padre de los huérfanos. Todos lo vieron, desde la mañana a la noche, con su andar rápido, recorrer la ciudad en ruinas, ayudando y consolando, sin descansar, pasando de una obra de caridad a la otra.
Cuando el cuerpo estaba extenuado se recostaba en un establo, en la pesebrera, acompañado por dos animales.
Estaba desecho, extenuado, pero siempre dispuesto a acudir ante el gemido del herido, el estertor del moribundo, el llanto de un niño y en todo lugar donde reinase la desventura, siempre obedeciendo las órdenes del que dirigía, o convirtiéndose en organizador donde la necesidad lo requiriese, sin descansar.
Terremoto y tsunami en Messina
En la mañana del 28 de Diciembre de 1908, se produjo un excepcional movimiento de tierra, seguido por un tsunami en la ciudad de Messina, próxima al estrecho siciliano. Los muertos ascendieron a ochenta mil. El temblor había durado solamente 37 segundos.
Don Orione se enteró de la noticia por los diarios, al día siguiente del desastre. Buscó ansiosamente detalles de la inmensa tragedia, Sentía un irresistible llamado interior que le parecía provenir de los desconocidos supervivientes, necesitados de todo.
Partió, confiado en la Providencia, con un solo programa: Convertirse en padre de los huérfanos. Todos lo vieron, desde la mañana a la noche, con su andar rápido, recorrer la ciudad en ruinas, ayudando y consolando, sin descansar, pasando de una obra de caridad a la otra.
Cuando el cuerpo estaba extenuado se recostaba en un establo, en la pesebrera, acompañado por dos animales.
Estaba desecho, extenuado, pero siempre dispuesto a acudir ante el gemido del herido, el estertor del moribundo, el llanto de un niño y en todo lugar donde reinase la desventura, siempre obedeciendo las órdenes del que dirigía, o convirtiéndose en organizador donde la necesidad lo requiriese, sin descansar.
Terremoto en Avezzano
El 13 de Enero de 1915, a las 07,55, en gran parte de la Mársica – una región al sur de Italia – un enorme estruendo, entre ráfagas de viento huracanado, sembró el pavor en la población que recién comenzaba sus diarias labores.
El temblor, se produjo de abajo hacia arriba, y duró menos de un minuto. La ciudad de Avezzano fue arrasada hasta los cimientos. Hubo 30.000 muertos. Otras ciudades y aldeas del entorno fueron también destruidas o afectadas en parte.
Don Orione se instaló en el centro de la ciudad, en plena plaza, en una carpa que debía servirle como auxilio urgente, ambulancia, cuartel general y dormitorio.
Sirvió para todo, fue suficiente para todo, si bien en los momentos en que afluían en mayor número los salvados y los huérfanos, decidió dejarles todo el lugar a ellos.
Armado de una manta, se refugiaba bajo un alero medio derruido, en forma de cabaña. Allí dormía.
Un testimonio ocular afirma:”En medio de la muerte y del desorden, se movía un humilde Sacerdote, un santo, surgido entre los humildes y los pobres para los humildes y los pobres. Llevaba dos niños, uno en cada brazo, y, por donde pasaba dejaba orden, esperanza y fe en aquel desbarajuste y desesperación”.
Su investigación apuntó enseguida hacia los huérfanos. Cinco mil niños habían quedado solos.
El 13 de Enero de 1915, a las 07,55, en gran parte de la Mársica – una región al sur de Italia – un enorme estruendo, entre ráfagas de viento huracanado, sembró el pavor en la población que recién comenzaba sus diarias labores.
El temblor, se produjo de abajo hacia arriba, y duró menos de un minuto. La ciudad de Avezzano fue arrasada hasta los cimientos. Hubo 30.000 muertos. Otras ciudades y aldeas del entorno fueron también destruidas o afectadas en parte.
Don Orione se instaló en el centro de la ciudad, en plena plaza, en una carpa que debía servirle como auxilio urgente, ambulancia, cuartel general y dormitorio.
Sirvió para todo, fue suficiente para todo, si bien en los momentos en que afluían en mayor número los salvados y los huérfanos, decidió dejarles todo el lugar a ellos.
Armado de una manta, se refugiaba bajo un alero medio derruido, en forma de cabaña. Allí dormía.
Un testimonio ocular afirma:”En medio de la muerte y del desorden, se movía un humilde Sacerdote, un santo, surgido entre los humildes y los pobres para los humildes y los pobres. Llevaba dos niños, uno en cada brazo, y, por donde pasaba dejaba orden, esperanza y fe en aquel desbarajuste y desesperación”.
Su investigación apuntó enseguida hacia los huérfanos. Cinco mil niños habían quedado solos.
El automóvil del Rey
En una curva del camino que sube a la montaña, un Sacerdote pequeño y mal parado encabeza a un grupo de niños salvados de los tugurios o de las ruinas. En la carretera, tres automóviles detenidos, escoltados por Carabineros, esperaban el regreso del Rey Víctor Manuel, que inspeccionaba los escombros, acompañado de su séquito.
Los autos estaban libres, los chicos temblaban de hambre, frío y aprensión. El sacerdote se acercó a uno de ellos, abrió con resolución la puerta del vehículo y acomodó en él a sus pequeños protegidos.
Los Carabineros llegan corriendo. Hay un intercambio de peticiones, explicaciones y prohibiciones. Pero el Cura no se inmuta y sigue cargando a los niños. Se produce un forcejeo con los Carabineros agitados y desesperados.
“¡Éste el automóvil del Rey!”, explican.
“Está bien, pero los pequeños tienen urgencia de todo y debo llevarlos a Roma. ¿Cómo puedo hacer? ¿Dónde está el Rey?”
Don Orione va, saluda, explica y pide. Víctor Manuel accede y le agradece su preocupación por los huérfanos. Partida triunfal de los niños asombrados, junto con su salvador.
¡San Luis Orione, ruega por nosotros!
Fuente: www.donorione.cl
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