martes, 4 de agosto de 2015

Hasta el último aliento. Un sacerdote no se jubila nunca



 Para Don Orione los achaques comienzan a hacerse sentir, se le escapa: no son los de hace treinta años atrás.
Sobre todo no se ve el sufrimiento interior que lo acompañó en la Argentina y que sólo el Señor conoce: “Pero Dios sabe porque estoy aquí”. No sabe cuándo podrá volver.
Está indeciso sobre un nuevo campo de acción: ¿abrir una nueva tienda en la Pampa argentina? ¿o ir a terminar sus días en el Chaco? Por esto le pide consejo al obispo amigo y compañero de estudios. Él mientras tanto seguirá trabajando por la Iglesia y los pobres. Hasta el último aliento.


A Su Excelencia Revma. Mons Pablo Albera
Obispo de Prov. Catanzaro Mileto (Calabria)

¡Almas y almas! Buenos Aires, 1° de Julio de 1936


Querido Excelencia, no te pude escribir por San Pablo, ¡pero me acordé!
            Que el Señor te conserve muchos y felices años para el bien de la Iglesia, y conceda a tu corazón de pastor y de padre todos los consuelos que un obispo puede desear.
            Espero que estés bien, también yo, gracias a Dios, estoy bien hoy; en los días pasados no, pero siempre pude celebrar: el día de San Pablo lo pase en cama, pero, ahora, estoy casi bien.
            ¿Qué quieres? Tengo mucho trabajo en verdad, y lo siento, porque a pesar de la voluntad, no soy más aquel de hace treinta años atrás. Pero todo aquello que todavía tengo, lo quiero dar al Señor y a la Iglesia, todo, hasta el último aliento.


            Que bello y reconfortante es vivir y morir por el Señor, y por la Santa Madre Iglesia, y por el Papa.
            Yo pienso todos los días nostálgicamente en nuestra lejana patria y en Tortona, en el querido Santuario, levantado, donde nosotros, querido Monseñor, hemos crecido: pienso en los hijos en Jesucristo que deje, y que amo tanto.
            Pero Dios sabe porqué estoy aquí, y Dios hace bien todas las cosas y vio que esta lejanía, este sacrificio haría bien a mi espíritu, y ¡hágase su voluntad!
            Aquí tendría aún mucho trabajo, y veré pasar también este año de aquí  la Virgen de la Guardia, aquel día tan querido para los tortoneses…
            A veces pienso: ¿estará bien que prolongue esto, y que termine mis días entre estos pobres, o predicando el Evangelio en la Pampa donde hay tanta necesidad? Ahora ya hablo este idioma,  podría aún hacer un poco de bien, donde nadie va, donde nadie o rarísimamente van a llevar a Jesús y a administrar los sacramentos.



            En Italia los sacerdotes se chocan. El P. Sterpi trabaja muy bien: pueden seguir adelante bien, ¡hay tanta necesidad! Como ves, te escribo en confidencia: reza un poco más, y luego dame aquel consejo que me darías cerca de la muerte.
            ¿Y Mons. Felice, cómo está? Confórtalo mucho de parte mía, y recen por mí como yo rezo y lo haré por ustedes.
Bendíceme con las dos manos.
Tuyo con afecto en J.C. y María Ssma.
Sac. J. Luis Orione


“Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera
y la misión que recibí del Señor Jesús”
(Hech 20, 24)



Fuente: Scritti 49, 71



1 comentario: