martes, 10 de diciembre de 2013

La democracia avanza, ¡recibámosla amigablemente!



Como profeta y hombre de Dios, Don Orione supo leer los “signos de los tiempos”, percibiendo los cambios sociales que se producían: la revolución industrial, el nacimiento de nuevas ideologías, las migraciones, el crecimiento de las ciudades, los cambios culturales, etc. 

 Juan Pablo II destacaba la actitud y el modo de actuar de Don Orione frente a los nuevos cambios que se avecinaba: “Sintiéndose llamado por el Espíritu para reportar a Cristo al pueblo y el pueblo a Cristo, en un período histórico muy difícil de grandes cambios sociales y culturales, en el cual tanta gente era atraída por ideologías materialistas contrarias al Evangelio, Don Orione fue inspirado por un profundo sentido de Iglesia” (Juan Pablo II, Carta para el 50° aniversario de la muerte de Don Orione)
Juntos con estas nuevas realidades y cambios sociales, el avance de la democracia fue visto con miedo y rechazo en muchos sectores de la Iglesia de la época. Don Orione, por el contrario, tuvo una posición de apertura y esperanza ante ella.

En unos apuntes de 1905, escribía: 


“Vivimos en un período de transición de la humanidad. A nuestro alrededor se está produciendo una transformación radical de la sociedad, en el gobierno de los pueblos, en las relaciones de la vida humana. 

            Todas estas mutaciones pueden resumirse en una palabra: ha llegado la hora de la democracia, de la soberanía de los poderes populares. Aquí no es el lugar para examinar la razón filosófica de esta revolución o redención como se la quiera llamar, nos basta de establecer y aceptar el hecho que no se puede poner más en discusión, y de expresar la convicción que esto no obra de la casualidad o del demonio, sino que todo esto se cumple por designio de la Divina Providencia.  El Evangelio es la semilla de redención de los pueblos. 



Todo el que tenga los ojos abiertos reconocerá que ha terminado el tiempo de los gobiernos paternales y que, si en algunas partes del mundo incivilizado luchan por su existencia, esto dura muy poco. América no tiene más rey. Hasta ahora, la Iglesia trató con las dinastías. De aquí en más deberá tratar con los pueblos, sin admitir intermediarios. Los pueblos la conocen”.

Y unos días después, les escribía a los habitantes de Tortona:

“La democracia avanza con nuevas necesidades y con nuevos peligros. No nos asustemos, mis amigos, seamos, por favor, gente de fe amplia y amplia de nuevas ayudas, si queremos ser la gente de nuestro tiempo. La democracia avanza, recibamosla amigablemente, encaminemosla en su álveo, ¡cristianicemosla en sus fuentes, que son la juventud! ...”





No hay comentarios.:

Publicar un comentario