El 13 de abril de 1895 el director
del colegio Santa Chiara fue ordenado sacerdote. Una llama más para reavivar
esa acogida de jóvenes.
A principios del período estival de
1896, durante la semana que los jóvenes transcurrían en el instituto, hasta la
fiesta de la Asunción, se cumplían dos memorables eventos: la dedicación del santuario
del Sagrado Corazón, deseado por el Obispo Bandi en Stazzano, cerca del
seminario menor de Tortona y la tercera reunión de la Obra de los Congresos.
Don Orione participó allí con sus
jóvenes y fue también invitado a hablar, él, sacerdote muy joven, delante de
obispos y autoridades. A la hora del almuerzo Don Orione faltaba. Llegó al
final y fue invitado nuevamente a hablar por el mismo obispo. Las dos
intervenciones tuvieron una gran repercusión en la prensa. ¿Por qué Don Orione
había llegado tarde al almuerzo? “Yo estaba presente en esa fiesta, responde un
exalumno, el P. Gatti: el atraso, como se me dijo, debe ponerse en relación con
su ida a Monte Spineto (al santuario veneradísimo de la Virgen, sobre
Stazzano), a la hora del mediodía, cuando el director para humillarse e hizo
atar una cuerda al cuello y tirar hacia arriba hasta el santuario” (D.O. II,
234 s.).
Añade otro exalumno, Luis Sasso:
“Tendría unos catorce años. Un día Don Orione me dijo: “Ven conmigo, vamos a
Stazzano donde tendrá lugar una ceremonia solemne. Escucharás también buena
música de nuestro Renzo Perosi...” En la iglesia del seminario de Stazzano,
frecuentadísima, asistí al desarrollo de los ritos religiosos, acompañados por
coros con música del maestro luego célebre. Imprevistamente Don Orione me
llamó, invitándome a seguirlo fuera de la iglesia. Al llegar a la calle,
extrajo de los bolsillos del hábito una cuerda, se la puso en el cuello, me dio
las puntas, diciéndome que camine en dirección al santuario. Al comenzar la
subida empezó a orar con grandísimo fervor. Tuve la impresión que sentía la
necesidad de humillarse, de envilecerse, de someterse todo a una voluntad
superior.
Los pocos caminantes -era la hora
de mediodía- miraban sorprendidos el insólito espectáculo, expresando, con
varios gestos y con palabras sumisas, los sentimientos que experimentaban. Me
pareció intuir que alguno llegó a pensar en un sacerdote gravemente culpable,
al cual se impuso esa extraña penitencia.
“Don Orione, todo recogido en sí
mismo, no veía, no sentía nada. Una vez cumplida la subida, entró en el
Santuario, se quitó la cuerda del cuello y fue a ponerla sobre un altar.
Después salimos. De esto no se habló más. El hecho debe reportarse a 1896”.
El P. Guido Vincenzo añadió otros
detalles: “El sacristán del Santuario de Monte Spinetto, un cierto Cappelletti
Antonio, hombre de fe, buen cristiano e incapaz de mentir, me contaba que en
los días de la fiesta para la consagración del Santuario de Stazzano una
jornada pesada, el 19 de julio de 1896, en las primeras horas de la tarde,
alrededor de las dos, mientras descansaba en la habitación que tenía una
ventana con las rejas que daba hacia la iglesia y de la cual se puede ver
también el altar mayor, fue sobresaltado en medio del sueño a causa de una voz
fuerte en la iglesia. Lleno de curiosidad, se asoma a la ventana y ve a Don
Orione que, creyendo estar solo y no visto ni oído, habla en voz alta, un poco
de pie y un poco de rodillas. Tenía una cuerda en el cuello.
El Santuario de la Virgen estaba
desierto, porque toda la gente se había ido al cercano santuario del Sagrado
Corazón, en ocasión de la fiesta de la consagración. Un joven lo había acompañado.
Y por éste el sacristán supo que Don Orione había venido de rodillas por la
subida y así también había hecho el Via Crucis. Por el párroco de Stazzano, el
P. Alessandro Baldi me fue confirmada la narración de esta peregrinación de Don
Orione a Monte Spineto.
“Mientras el clero se había reunido
alrededor de los obispos y estaban almorzando, Don Orione, por cierto en
ayunas, había subido a hacer penitencia y a rezarle a la Virgen y a humillarse”
(D.O. II, 235 s.).
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