El lunes 27 de enero de 2014, el P.
Carlo Marin, superior del Seminario orionita de Monte Mario, Roma; acompaño al
seminarista Gleison de Paula Souza en el encuentro personal con el Papa
Francisco, en la Casa Santa Marta en el Vaticano.
Escribió algunos recuerdos
personales.
Mis
recuerdos corresponden sustancialmente a cuanto ya fue contado por el
seminarista Gleison (ver http://loqueyorecibi.blogspot.com.ar/2014/01/el-papa-francisco-llama-encuentra-y.html)
El Papa
comenzó diciendo: "Conozco su obra en Argentina... Uriona... San Miguel...
Muy buena gente.”
Bromeó
recordando un episodio de la ordenación episcopal de Mons. Uriona. "En su
ordenación hubo una teofanía... Estábamos en el Cottolengo de Claypole y yo
presidía la Santa Misa. Mons. Mykycek (obispo orionita de rito oriental
ucraniano) en el viaje de Buenos Aires a Claypole se olvidó el maletín con
todos los ornamentos orientales, entonces alguien volvió a Buenos Aires, varios
kilómetros, a buscar el maletín. Nosotros, mientras tanto, comenzamos la
ceremonia y Mykycej tenía ornamentos latinos. Luego de la ordenación, en el
momento del ofertorio, llego el maletín, él fue a la sacristía y se revistió
con la corona en la cabeza, y después salió y... toda la gente: Aaaaah! Fue una
teofanía... como si se hubiera aparecido el Padre Eterno. Es todo material
común... pero pintado de oro y plata".
Le hable al
Papa Francisco de una carta de nuestro superior general, el P. Flavio Peloso.
El Papa respondió: "Lo conozco, lo encontré en la sala del Sínodo; eran
más o menos 120 superiores generales, estuve con ellos toda la mañana, durante
tres horas, para tratar los problemas de la vida religiosa, alentarse y seguir
adelante".
En cuanto al Pequeño Cottolengo de
Claypole, dijo: "Si, yo mandaba siempre los novicios y también los
diáconos 15 días al Cottolengo. Mucha gente, también los no creyentes, ven lo
que es y se maravillan".
También
señalo los problemas económicos del Pequeño Cottolengo de Claypole. "El
problema es que el gobierno ahora no sostiene, no da dinero para mantener a los
residentes... Pero en el Cottolengo siguen adelante. Ellos tienen otras
entradas... esta la Providencia".
Después,
continuó: “El Cottolengo es una obra hermosa, pero su vocación es hermosa,
dentro de aquel arco de santos piamonteses del ochocientos. Sino mira, en el
tiempo del laicismo feroz, del anticlericalismo feroz, de la masonería feroz...
surgieron Don Bosco, Cafasso, Don Orione, el Cottolengo, y también las mujeres,
tantas santas mujeres, un fenómeno. Estos hombres y estas mujeres tenían una
intuición pastoral verdaderamente hermosa. En fin, eligieron el método de Don
Bosco, para trabajar con estos niños y niñas. Aquel periodo fue una gran gloria
para la Iglesia. Tenían una espiritualidad muy simple, con tres amores blanco,
ellos decía: la Eucaristía, la Virgen y el Papa, se entiende porque era el
tiempo del Garibaldismo".
Después de algunas otras bromas,
nosotros dejamos la sala para dejar que hable con Gleison. Terminado el
encuentro, nos llamó de nuevo y nos dio su bendición. Le entregamos un
consistente paquete de cartas y aun hubo tiempo para un intercambio de chistes
con el P. Giacomo y conmigo.
Le comenté
como muchas personas rezan por él y respondió: "deciles que sigan rezando
por mí porque lo necesito".
Nos abrazó a
los tres, le agradecimos y él nos agradeció a nosotros. Mientras Me abrazaba,
me dijo: "reza por mí". Después fuimos a buscar nuestros abrigos y
paraguas y vino con nosotros hasta que salimos por la puerta. Y antes que
salgamos, nos saludó aun una vez más con la mano".
En el Papa
Francisco, su paternidad, su humanidad, atrapan rápidamente. Te hace sentir que
está contento de verte, aunque haga poco que te conoce. Se transparenta su
autenticidad de vida en querer seguir siendo un sacerdote y obispo cercano a su
gente. Recibe a la persona que tiene adelante con el corazón y se interesa de
sus problemas. Me pregunto que habrá experimentado del amor de Dios y su
misericordia para comunicarlos de modo tan vivo. El deseo de ser como él te
llena el corazón, con esta profunda humanidad, como la del mismo Jesús.
Sentí con
gran alegría escuchar el hermoso recuerdo que tiene de nuestra Congregación, de
nuestros hermanos y hermanas, y del trabajo que llevan adelante, especialmente
en el Cottolengo. Y luego esas palabras "¡su vocación es hermosa!",
me confirman aún más el camino y la belleza de nuestra vocación religiosa
orionita, en el amor a la Iglesia, el Papa y los pobres. Es una invitación para
nosotros y para los seminaristas a vivir con mayor entusiasmo y autenticidad el
don de la vocación religiosa orionita. Quien sabe cómo Don Orione habrá
exultado en el cielo.
Te das
cuenta después que el Papa vive un estilo de simplicidad, humildad y cercanía
como nos enseñó Don Orione a nosotros. Me impacto el hecho que se haya
presentado de modo simple, "normal", fuera del protocolo, sin nada
que pudiese recordar que es el Papa, sino su hábito blanco, "de
batalla", un poco gastada. Por el contrario, me hizo reconocer aún más en
el al Vicario de Cristo.
Entrando de
repente con el rostro un poco cansado, un poco dolorido, después del saludo nos
hizo sentir cómodos con solo un chiste. Comenzó a hablar con un tono humilde,
en voz baja, pero de modo cordial. El recuerdo tan lúcido de nuestros hermanos
y otros sacerdotes, la descripción tan precisa de algunas de sus
características, me hicieron entender cuán grande es su atención a cada
persona, tanto que aun hoy conserva en el corazón sus nombres h y el bien
recibido.
Posee una
simplicidad que con solo decir poco conquista. Luego, él no quiere perder los
gestos normales de la vida. Quiere hacerlos en persona: como ir en persona a
llamar a un empleado para hacernos la foto grupal; o también llevarnos
personalmente a otra sala y luego venir a llamarnos, ir al escritorio de la
recepción para buscar un papel, abrazarnos a cada uno, agradecernos la visita,
y esperar hasta que salgamos para saludarnos con la mano. No me olvidare jamás
su actitud humilde y espontanea hacia nosotros y el tiempo que nos dedicó, con
calma, sin ningún apuro, con una completa disposición. Percibí que no solo era
escuchado, sino tomado en el corazón.
Es un Papa que me evangelizo también
con estos signos de cercanía, de ternura, de verdadero encuentro y así su misma
persona fue "palabra" para mí. Descubrí en el una humanidad plena, la
misma humanidad que descubro cuando en el Evangelio, siento hablar del Señor
Jesús y en mi corazón no deseo otra cosa que encontrarlo de nuevo.
P. Carlo
Marin
*Las palabras del Papa son
transcriptas de memoria y reconstruidas en su sustancia, no con precisión
literaria.