martes, 24 de junio de 2014

Recordando al Hno. Dante Andrada



El P. Omar Cadenini, superior provincial, escribía recordando al Hno. Dante:

 "La noticia del fallecimiento del querido Hermano Dante Andrada, por un lado nos conmueve y por otro, en parte es un final anunciado.
Me encuentro terminando una semana de retiro espiritual junto a muchos religiosos nuestros, y anoche hicimos un recuerdo de nuestro querido Hno. Dante y casi como denominador común a todos nos venían imágenes de lo "buena persona que era", siempre tenía una palabra de aliento, especialmente para los más jóvenes, siempre nos preguntaba por nuestros familiares, se interesaba por nuestra salud, por los estudios, etc.


Dedicó mucho de su vida a los colegios, pero su corazón estaba en el Cottolengo de Claypole, adonde llegó hace muchos años desde su Córdoba natal, habiendo dejado el seminario diocesano de Córdoba, animado por su director espiritual a buscar una congregación que se dedique a la asistencia por su delicadeza para con los enfermos.
Siempre alegre, entusiasta y me gustaría que lo recordásemos como alguien que "amo mucho a la congregación" (con sus luces y sombras) a la cual dedico sus mejores energías y servicios, incluso los más ocultos.
Agradezco a la comunidad del Cottolengo de Claypole por los cuidados y la cercanía, especialmente en estos últimos tiempos, como así también al personal que nos acompaña.
Querido Hno. Dante, te despedimos con dolor, pero seguros que el Sagrado Corazón de Jesús y Don Orione, te reciben con los brazos abiertos en el paraíso".


Escribía el P. Flavio Peloso, superior general, recordando al Hno. Dante:
"Recibí la noticia de la muerte de querido Hno. Dante, en el avión a punto de viajar hacía Mozambique. Rápidamente eleve una oración al Señor con afecto y reconocimiento hacia el Hno. Dante que por 51 años fue un servidor fiel, sobretodo en el mundo escolar y educativo.


Era una persona buena, positivo, fraterno, fiel en sus prácticas de piedad y a la vida comunitaria, dedicado y competente en el campo de la educación. De gran amor a la Congregaciones. Un bello ejemplo de hermano orionita dedicado a una actividad específica, pero siempre disponible a “hacer equipo” también en el campo pastoral.
Dios lo bendiga en su eterna presencia".







martes, 17 de junio de 2014

Hno. Dante Andrada: una vida dedicada al Señor



 El jueves 12 de junio, el Hno. Dante Andrada fue llamado a la casa del Padre. Un ejemplo de religioso, educador, hermano e hijo de Don Orione. El año pasado, al cumplir cincuenta años de Vida Religiosa, daba gracias al Señor con estas palabras:

“Hoy quiero expresar, desde mi corazón, sentimientos de gratitud por mis 50 años de vida consagrada. He tenido, a través de tantos años de vida religiosa, el celoso acompañamiento de todos los superiores que me ayudaron a ser fiel a la promesa realizada.
Viene a mi mente un grato recuerdo cuando era novicio y recibí muchas gracias espirituales, guiado por un destacadísimo maestro.


Después de profesar, y cumpliendo con mi voto de obediencia, fui destinado a Sáenz Peña, Chaco, como educador y asistente de los pupilos, descubriendo mi gran vocación por la docencia.
Decía el P. Ignacio Iglesias, `la primera mirada de una persona consagrada en la escuela no es la tarea de realizar, sino quien le envía, para preguntarse qué es lo que quiere´. Compartiendo este concepto siempre consideré muy importante la presencia, en el ámbito escolar, de los consagrados, a la par de las otras personas de la comunidad educativa.
La vocación es una realidad dinámica que acogemos y cultivamos con fidelidad progresiva, en la unión con Dios, la vivencia del carisma y la renovación continuada. Por lo tanto debemos ser nosotros los que tenemos que testimoniar la espiritualidad y el carisma fundacional.


Cursé los años como maestro y profesor, poniéndome al servicio de la educación, previa lectura de la carta de Don Orione, para saber qué quería el fundador de sus escuelas, docentes y alumnos, hermoso legado que nos ha dejado de su pedagogía paterno-cristiana.
Respeté siempre a todos los integrantes de los distintos estamentos de las comunidades educativas donde fui destinado: Sáenz Peña (Chaco), Claypole, Rosario y Villa Domínico.
He formado también parte, desde los inicios, del Secretariado Educacional de la Obra. Participé de asambleas, capítulos provinciales y generales, llevando siempre los aportes que nuestro San Luis Orione nos enseñó con su vida y ejemplos evangélicos.
Nuestra existencia es un proyecto que se inicia gracias a Dios y en Dios, y que un día terminará en Él, así que, una vez jubilado, me ofrecí para ir a la comunidad de Sáenz Peña donde finalicé mi misión de educador.

 Dios es el principio y el fin de nuestro existir, y nuestra vida no es más que el trecho entre estos dos puntos básicos que debemos aprovechar al máximo para alabarle, darle gracias y servirle en los hermanos más necesitados.
Sólo suscita gratitud el don que se realiza con el debido respeto, estima y voluntad de colaboración. Este gesto es, por una parte un gesto de humildad, ya que uno se reconoce menesteroso, y por otra parte, una manifestación de dignidad, ya que muestra que se haya dispuesto a estar a la recíproca en caso necesario, al menos con la intención.
Recordando las palabras de San Agustín que expresaba: `Que era injusto que no dejemos de ser agradecidos por tantos beneficios recibidos´, es que quiero expresar hoy mi infinita gratitud a Dios, a nuestra Santísima Madre que siempre me ha cobijado bajo su manto, a todos mis cofrades sacerdotes, hermanos, hermanas y a los laicos en general con quienes compartí muchos momentos de mis actividades y misión como religioso.
He tratado de hacer de mi vida una entrega de amor y de servicio, deseando con mi acción transmitir la presencia de la ternura de Dios que se regala, haciéndolo desde el carisma de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.
A todos, ¡¡¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!!!
Hno. Dante Luis Andrada"





miércoles, 11 de junio de 2014

P. Enrique Contardi: un “párroco que nunca ha tenido vocación de párroco”


El P. Enrique Contardi se definía como un “párroco que nunca ha tenido vocación de párroco”, pero su vida y apostolado nos muestra otra cosa.




Parroquia de Pres. Roque Sáenz Peña

(Chaco Argentino)

¡Almas y Almas!
25 de Julio de 1937



Muy querido P. José Opessi

 Su carta escrita hace tiempo ya, la he recibido, no en Buenos Aires, sino en el gran Chaco (se lee chacco) donde me encuentro desde el 1° de marzo. Es un territorio inmenso y la única parroquia era Resistencia capital del Chaco y solo el 1° de marzo fue creada la de Roque Sáenz Peña, segunda capital que dista de la primera seis horas de tren. El primer y único obispo del Chaco y Formosa (otro territorio) fue nombrado hace un año y medio atrás. Fue en sus comienzos lugar de misión de los Franciscanos, que por falta de personal, y dado el gran desarrollo poblacional, se retiraron a otros centros. Esta parroquia se extiende hasta 300 kilómetros, en algunos puntos. De esta distancia y de 200 a 150 km, vienen hasta aquí por bautismos y otras cosas; me invitan también a ir por algunos días a los centros más poblados, que no ven un misionero desde hace 6, 8 ó 10 años. Pero no puedo aceptar: aquí estoy solo, y vienen de todas partes, y a toda hora, sabiendo que aquí me encuentro fijo. Una anciana de 78 años, vino acompañada de su hijo, recorriendo 200 Km.: 100 a caballo y el resto con el tren. Deseaba hacer, como ella mismo me dijo, su segunda y última comunión. Con estas distancias cada casa tiene su cementerio; o sea que sepultan a sus propios muertos cerca de sus casas.

Es difícil encontrar aquí gente que esté casada por la Iglesia; o sea con el sacramento del matrimonio: únicamente aquellos que provienen de afuera están casados. Existe solo el matrimonio civil y el concubinato, que es lo mismo. Pero ¡ante Dios! Pobre gente, ¡qué culpa tienen si no veían un sacerdote; y si lo veían, era solo de paso! Y ¡cuántos sin bautismo! La Confesión y la Comunión, casi no se conocen. De todo esto puede imaginar el arduo trabajo que me ha tocado ahora que ya me siento viejo.

 
A doscientos kilómetros de aquí, están los aborígenes; pero un poco civilizados. En estos días, obligados por el hambre, se acercan a pedir limosna debido a la gran sequía y a la plaga de langostas que han destruido las cosechas. Ahora debo estudiar su lengua, para entenderlos y hacerme entender. Le envío una foto con un grupo de ellos. Estamos haciendo un camión capilla; para llevar a cabo misiones en los centros más poblados, apenas me envíen otro sacerdote. Entre tanto hago lo que puedo. Enseño el catecismo todos los días; mañana y tarde, a los chicos y a los grandes y cada mes hay numerosas primeras Comuniones.

Para preparar a los adultos a la primera Comunión, haga novenas predicadas a la tarde y de esta manera vienen numerosas personas. Para atraer muchos jóvenes, hice un campo de deportes con variedad de juegos y he formado una hermosa Compañía de Exploradores. En la ciudad tengo 15.000 habitantes y otro tanto en las colonias [de la zona rural]. Y soy el primer párroco de toda esta gente; y de un párroco ¡que nunca ha tenido vocación de párroco! Ud. ¿Por qué no viene a ayudarme? ¡Figúrese si yo voy a poder ir para San José a predicar para las misiones! Y sin embargo iría de buena gana a visitar a mis siempre queridos compañeros. No los puedo olvidar, aun si me hayan hecho sufrir un poco por sus resistencias a la Gracia: se iban los días de fiesta a dar vueltas por ahí.


El 6 de agosto parte nuestro querido Superior Don Orione de regreso a Italia; de él tendrá noticias abundantes. Vino a visitarme aquí y ha visto lo que es el Chaco.
Saludo y bendigo todos, todos. Hágalos rezar por el buen éxito de esta gran misión. A Ud. y a los cohermanos de allí y de Roma, cordiales saludos.

El Señor nos bendiga

P. Enrique Contardi O.D.P