miércoles, 26 de noviembre de 2014

El testimonio de Mons. Francisco Vicentín sobre Don Orione

Del testimonio de Mons. Francisco Vicentín, primer arzobispo de Corrientes, para la causa de beatificación de Don Orione. Tomado el 17 de noviembre de 1964.

Encuentro con Don Orione 
            Conocí a Don Orione en 1934, cuando vino a la Argentina para el Congreso Eucarístico Internacional. Me lo encontré luego, durante una audiencia con el Nuncio Apostólico, Mons. Filippo Cortesi. Yo también estaba presente. Mons. Cortesi estaba preocupado por las condiciones del Santuario de Itatí y pensaba de confiarlo, para el cuidado espiritual, a una Congregación religiosa. Enseguida pensó en Don Orione, a quien él conocía bien. Don Orione acepto con gusto la llamada del Nuncio y acogió la propuesta que le fue hecha de aceptar aquel Santuario, diciendo: “Yo estoy aquí en presencia del representante del Santo Padre y, aun cuando no pueda disponer de muchos religiosos, este es para mí una orden del Señor”, y cayendo de rodillas delante del Nuncio, “como haría – continuo – en la presencia del Señor”. A causa de esto, después de alrededor de dos años, fue mi huésped en Corrientes por poco tiempo. Recuerdo que antes de retirarse a su habitación quería hacer una visita al Santísimo en una iglesia vecina, y luego retomar su viaje a Itatí a la mañana siguiente bien temprano.

 

La fe de Don Orione

            Sobre la fe de Don Orione quiero recordar algunas palabras suyas, las cuales demuestran la fe firme que él tenía: “Si no hiciésemos – decía – todo aquello que podemos, el Señor está obligado a hacer el resto”. Advertí también en él una devoción filial a la Virgen: en Itatí sé que estuvo rezando por largo tiempo delante de la imagen de la Virgen y sé también que frecuentemente tenía en sus labios estas expresiones: “La Santa Madonna” (La Virgen Santa) y algunas veces “La Madonnina” (La Virgencita”).


El Cottolengo de San Miguel

            A propósito de la caridad de Don Orione quiero recordar que, a poca distancia de Buenos Aires y precisamente en San Miguel, un señor visito al Siervo de Dios buscando consejo sobre cosas que reguardaban a su conciencia. Don Orione lo escucho pacientemente, pero cuando aquel señor le aludió que estaba por abrir una casa de mala fama, Don Orione tuvo un arrebato de indignación y le dijo: “¡Esto no!”. Entonces el señor le ofreció aquella casa a Don Orione, quien de aquella casa de pecado hizo una casa de caridad. Este hecho me lo conto el mismo Don Orione. Tuve también ocasión de visitar algunas veces algunas casas de caridad, como el Cottolengo de Claypole, y he notado, admirándolos, que sus religiosos conservan el espíritu de caridad hacia los asistidos que su fundador misma tenia y el cual quería se inspirasen sus hijos.


Pobreza y servicio a los pobres

            En las instituciones fundadas por Don Orione, que pude visitar, siempre me ha impactado la pobreza que las distinguían y el espíritu de pobreza que animaba al personal encargado de los asistidos.

Don Orione, un verdadero hombre de Dios
            De cuanto he podido conocer de Don Orione, es mi firme convicción que el Siervo de Dios haya practicado las virtudes cristianas en modo verdaderamente heroico. Él era un verdadero hombre de Dios.

La fama de Santidad
            Con toda seguridad puedo afirmar que Don Orione gozaba en Argentina, y todavía goza, de fama de santidad. Muchas veces tuve ocasión de escuchar este juicio de varias personas directamente. Personalmente yo estoy más que convencido de la santidad de Don Orione y espero verla pronto reconocida y proclamada solemnemente por la Iglesia…




Fuente: Sacra Congregatio Pro Causis Sanctorum, Beatificationis et canonizationis servi Dei Aloisii Orione sacerdotis professi fundatoris Congregationis Filiorum Divinae Providentiae et Parvarum Sororum Missionariarum a caritate. Positio super virtutibus, Roma, Postulazione della Piccola Opera della Divina Provvidenza, 1976, 639-640.

Traduccion y titulos: P. Facundo Mela FDP




 

martes, 18 de noviembre de 2014

Los Caminos de la Providencia: Don Orione y el Congreso Eucarístico Internacional de 1934





El 32º Congreso Eucarístico Internacional fue uno de los grandes hitos en la Iglesia de nuestro país. Las tres primeras décadas del siglo XX significaron una etapa de cambios para el catolicismo argentino, un proceso no falto de tensiones y conflictos, pero en el cual se cimentaron los rasgos propios de la Iglesia Argentina.

 El 9 de Octubre de 1934, junto con la comitiva oficial, Don Orione volvía a estas tierras para ser testigo de esta gran manifestación de gran fe. Pero esta vuelta tenía una dimensión de cruz y exilio, puesto que no solo venia a visitar a sus misioneros, sino también para alejarse de las calumnias y mentiras que lo perseguían en su Italia natal.


En esos años, el rápido desarrollo de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, la gran cantidad de vocaciones, la multiplicación de obras, algunos problemas financieros, junto con celos y envidia de algunos sectores eclesiales, produjeron que Don Orione fuera mal interpretado y calumniado. Por ello, su segunda visita a nuestro país resultaba -también- una suerte de retiro misionero.


Don Orione participó de las celebraciones centrales del Congreso Eucarístico, dio una conferencia para los peregrinos de lengua italiana y fue testigo de un espectáculo grandioso que quedaría marcado en su corazón: “El Congreso Eucarístico fue un milagro; más de dos millones de fieles participantes sintieron que el Papa estaba acá (…) La grandiosa celebración pública de fe, de amor, de adoración a Jesús Eucaristía en la Argentina superó todos los Congresos Internacionales Eucarísticos (...) ¡Hemos entrevisto y gustado por anticipado del Paraíso!...”.

 Al concluir el Congreso, Don Orione era conocido por toda Buenos Aires y su fama de santidad era aclamada por el pueblo y el clero. En ese momento providencial nacía el Pequeño Cottolengo Argentino, como él mismo lo expresaba por radio: “Al pie de la gran Cruz del Congreso Eucarístico nació una humilde obra de caridad. Una obra que fue bendecida por el Eminentísimo Cardenal Primado, por el Excmo. Señor Nuncio de Su Santidad y por el Episcopado Argentino, que fue confortada por los votos fervientes del pueblo. Es el Pequeño Cottolengo Argentino...”


El Congreso Eucarístico le abrió a Don Orione las puertas del corazón del pueblo argentino y preparó el camino para su obra de caridad y evangelización. Él, por su parte, supo leer los signos de los tiempos y ver las necesidades de la época, aportando su audacia apostólica y su dinámica de la caridad. Pero, principalmente, su presencia y su ejemplo de santidad moderna.



Los caminos de la Providencia no son los caminos    que el de los hombres. Don Orione llegó a nuestro país calumniado, pero encontró aquí su segunda patria y un campo fértil para su obra.



P. Facundo Mela fdp