sábado, 24 de diciembre de 2016

¡Navidad es paz para todos!



De una carta escrita por Don Orione a sus exalumnos, bienhechores y amigos para la Navidad de 1935.




El Ángel se les apareció a los pastores porque eran pobres, sencillos y piadosos; y llamados a la gruta de Belén, su corazón se enterneció ante el Niño Dios. El Señor se manifiesta a los humildes, a los puros, a los sencillos. Eran hombres de buena voluntad, y los ángeles proclamaron sobre ellos la paz.



¡Apareció el nuestro Dios y Salvador, el Mesías! Nace para salvar a todos los hombres; y su resplandor divino brilla hoy sobre nosotros, renovados por su gracia, e inundados por su luz y su paz. ¡Sólo su vida llena los corazones!



El que nace es Jesús, que perdona a los enemigos, vence al mal con el bien y establece el mandato de amar a todos los hombres: Jesús, el autor de la vida, el redentor del mundo, el que da la inmortalidad.



Oh Dios grande y bondadoso, Dios omnipotente y eterno, que por nosotros te hiciste niño, y nos alegras todos los años con la fiesta de Navidad, purifica nuestra vida mediante los misterios celestiales de los sacramentos; edifica en nosotros el Reino de tu santo amor y de tu paz suavísima; dirige nuestra voluntad hacia el bien y nuestras acciones según tu voluntad;





Haz, oh Señor,

que caminemos siempre por el camino recto,

bajo tu mirada:

siempre a los pies de tu Iglesia,

con gran humildad, sencillez y alegría.



¡Oh Jesús bondadoso, Jesús amor!

nosotros te queremos amar y servir

con gran caridad y santa alegría,

jubilosos siempre por la feliz esperanza,

amando y viviendo en humildad y pobreza,

como tú , Jesús, nos enseñaste,

con tu nacimiento, tu vida y tu muerte.

¡Hacer siempre el bien a todos,

oh Jesús,

siempre bendiciendo y jamás maldiciendo!



¡Colmados con las delicias celestiales de tu santa Navidad,

sólo  pedimos amarte, amarte, amarte!

Y que el consuelo de la paz

se difunda por toda la tierra








sábado, 10 de diciembre de 2016

Piccinini Gaetano, "Justo de las Naciones"

ISRAEL RECONOCE LA AYUDA DE LA IGLESIA A LOS JUDÍOS DE ROMA

 “Sería un error declarar que la Iglesia católica, el Vaticano y el propio Papa se opusieran a las acciones dirigidas a salvar a los judíos”: así lo declaró hoy el embajador de Israel ante la Santa Sede, Mordechay Lewy, con ocasión de la entrega de la medalla de “Justo entre las Naciones” a la memoria del sacerdote orionino Gaetano Piccinini, hoy en el Centro Don Orione de Roma.
Durante la segunda guerra mundial, y sobre todo durante la ocupación nazi de Roma, Piccinini, actuando con la ayuda de la red de casas de la Pequeña Obra de la Divina Providencia de san Orione, consiguió salvar a muchos judíos, entre ellos los componentes de la familia de Bruno Camerini, quien pidió oficialmente la condecoración.
“A partir de la redada en el gueto de Roma del 16 de octubre de 1943 – afirmó Lewy – y en los días siguientes, monasterios y orfanatos mantenidos por órdenes religiosas abrieron las puertas a los judíos y tenemos motivos para pensar que esto sucedió bajo la supervisión de los más altos exponentes del Vaticano, que estaban por tanto informados de estos gestos”.
No sólo no es cierto que la Iglesia católica y sus instituciones se opusieran a la salvación de los judíos, sino que “lo cierto es más bien lo contrario: prestaron ayuda siempre que pudieron”.
“El hecho de que el Vaticano – añadió el embajador – no hubiese podido evitar la partida del tren que llevó al campo de exterminio, durante los tres días transcurridos desde la redada del 16 de octubre hasta el 18, sólo puede haber aumentado la voluntad, por parte vaticana, de ofrecer sus propios locales como refugio para los judíos”.
Para Lewy, es cierto que “los judíos romanos tuvieron una reacción traumática”. Estos, de hecho, “veían en la persona del Papa una especie de protector y esperaban que les salvase y evitase lo peor”.
“Sabemos todos qué sucedió – afirmó Lewy – pero debemos reconocer que el que partió el 18 de octubre de 1943 fue el único convoy que los nazis consiguieron organizar desde Roma hacia Auschwitz”.
A la pregunta de si estas consideraciones arrojan una mirada distinta sobre las polémicas que por parte judía se refieren a la figura del papa Pío XII y a la iniciativa de su beatificación: “El judaísmo no es monolítico – afirmó Lewy – y hay opiniones distintas a nivel histórico”.
Sin entrar en la cuestión de la beatificación, que pertenece a la Iglesia católica: “Lo que nosotros sabemos no nos permite decir que fuese todo blanco o negro, pero se equivoca quien niega que el Vaticano, el Papa y las instituciones católicas hayan actuado para salvar a los judíos”.
Quizás puedan surgir nuevos elementos con la apertura de los archivos vaticanos, “pero no puede esperarse la verdad completa, porque en tiempos tan duros muchas cosas no podían siquiera ponerse por escrito”.
“Es mi opinión personal – concluyó el embajador – que la verdad de aquel tiempo trágico en su totalidad está oculta y así permanecerá”.




Entrevista al padre Flavio Peloso, superior general de la Obra de Don Orione

En 1943, en plena II Guerra Mundial, cuando la furia diabólica de los nazis parecía imparable, hubo muchos héroes desconocidos que arriesgaron sus vidas para salvar a judíos perseguidos cuyo destino parecía marcado.
Entre estos héroes desconocidos estaba el padre Gaetano Piccinini, religioso de la Pequeña Obra de la Divina Providencia (Obra de Don Orione).
Hoy, jueves 23 de junio a las 11 de la mañana, en la Sala de Congresos del Centro de Don Orione de Roma, Mordechai Lewy, Embajador de Israel en la Santa Sede, entregó al padre Flavio Peloso, superior general de los Orioninos, la Medalla de los Justos entre las Naciones, en memoria del padre Gaetano Piccinini.
La Medalla de los Justos entre las Naciones es el más alto honor del Estado de Israel, atribuida a los que ayudaron en la salvación de los judíos durante la Shoah.
“Es una ocasión-explicó el padre Flavio Peloso- para recordar, a través del padre Gaetano, a todos los Orioninos que han contribuido en salvar las vidas de muchos judíos durante los años de la guerra”. Para recuperar la historia de tantos héroes que contribuyeron en la salvación de los judíos y para conocer mejor al padre Gaetano, al que se debe la fundación del Centro Don Orione en el barrio romano de Monte Mario,

ZENIT ha entrevistado al padre Don Flavio Peloso.
- ¿Quién era el padre Gaetano Piccinini?
Padre Flavio Peloso: El padre Gaetano Piccinini (Avezzano 1904 - Roma 1972) fue recogido por el padre Luigi Orione después del terremoto de Marsica de 1915. El Santo ejerció de padre con él y Piccinini se identificó afectiva y espiritualmente con él, convirtiéndose en religioso y sacerdote entre sus Hijos de la Divina Providencia. Licenciado en Letras, fue director y rector de diversos institutos Orioninos. Promovió muchas aperturas de nuevas casas y obras en la Italia meridional, en Inglaterra y en los Estados Unidos. Más tarde fue consejero general de la Congregación.
Se le recuerda como hombre de gran ingenio intelectual y de notables capacidades organizativas que supo ejercer magníficamente en tantas empresas de bien. Era una especie de “Bertolaso” de nuestra Congregación. Se lanzaba a todas las grandes emergencias. La que recordamos con esta medalla, la salvación de muchos judíos, fue sólo una de las emergencias a las que el padre Piccinini se dedicó con pasión.
Posteriormente trabajó por los huérfanos y los mutilados de postguerra, organizando una docena de grandes instituciones en Italia, entre las que está la de Monte Mario. Luego fue al rescate de la inundación de Polesine (1951), ayudó con tempestividad y sabiduría en el terremoto de Irpinía (1962), en el desastre del Vajont (1963), incluso en el terremoto del Valle de Belice (1968) En Sicilia, Gibellina.
Su vida y su actividad incansable se detuvieron el 29 de mayo de 1972, dejando una gran recuerdo por su integridad sacerdotal, por su apostolado clarividente y emprendedor, por su profunda vida interior, el culto de la mistad, la promoción del laicado.

¿Por qué se le ha concedido la Medalla de los Justos?
Padre Flavio Peloso: En el periodo de las leyes raciales, a partir de 1938, fue director del Instituto de Novi Ligure (AL) y rector del Instituto Pontificio Escolástico “San Felipe Neri”, en el barrio Appio en Roma. Durante la II Guerra Mundial trabajó, sobre todo en Roma y se prodigó en socorrer a muchas personas de raza judía, a menudo arriesgando su propia vida. Mantuvo después relaciones de amistad con las personas salvadas, como es el caso de Bruno Camerini, que figura como el que ha realizado la petición oficial de la medalla “Justo entre las Naciones”, porque fue salvado por él. Entre los rescatados hay algunos personajes famosos del mundo hebreo italiano. Por ejemplo, el famoso escultor Arrigo Minerbi, acogido, con nombre falso y con el papel de profesor, en el Instituto San Felipe Neri de Roma. Es obra suya la llamada “Madonnina”, de 9 metros de altura, que se yergue sobre el Monte Mario, bendiciendo a Roma. Con Arrigo Minerbi, en el San Felipe Neri, estaba también Ettore Carruccio, eminente matemático y físico. Pero toda vida es preciosa a los ojos de Dios y así era para el padre Piccinini que intentó salvar a todos los que pudo.
El padre Gaetano Piccinini ya recibió un primer reconocimiento del Presidente de la Comunidad Israelita de Roma en el que leemos: “1945-1955. Los judíos de Italia agradecidos al padre Gaetano Piccinini”. Después vino otro reconocimiento oficial en 1994 de Benè Berith con el Diploma de un Árbol plantado en Jerusalén. Ahora llega del Yad Vashem, Instituto para la Memoria de los Mártires y de los Héroes del Holocausto, el título y la Medalla de “Justo entre las Naciones”.



¿Los Orioninos han realizado muchas actividades en defensa de los judíos?
Padre Flavio Peloso: Don Gaetano Piccinini es el caso más relevante de la acción en favor de los judíos realizada por muchos hermanos y por varias casas de la Pequeña Obra de la Divina Providencia de San Luigi Orione. Este capítulo de historia, permanecido en la discreción, fue reconstruido por mi investigación “Orioninos en ayuda de los judíos durante los años de exterminio” (Mensaje de Don Orione, 2003, nº112, pp. 75-106) y en el libro de Mario Macciò, “Génova y ´ha Shoah´, Salvados por la Iglesia” (Il Cittadino, Génova, 2006).
También recientemente, se han publicado nuevas páginas de la solidaridad valiente y generosa que tienen como protagonistas a religiosos y casas de Don Orione de toda Italia. Invariablemente, siempre el coordinador era él, desde un extremo a otro de Italia, el padre Piccinini. Encontré conmovedor el hecho de que los hermanos, fieles a la consigna de absoluta reserva en estas operaciones, sólo después de 50 o 60 años después de los eventos han comenzado a revelarse cosas. La mayoría de las cosas quedará oculta.

¿Qué le empujó a arriesgar la vida para salvar a los hermanos de fe hebrea?
Padre Flavio Peloso: En la Secretaría de Estado, de la época, estaba monseñor Giovanbattista Montini, después Papa Pablo VI, que formó parte siempre del círculo de Amigos de Don Orione, al que conoció personalmente en los años ´30. Era monseñor Montini el que transmitía al padre Piccinini y a los Superiores de la Congregación, los deseos de Pío XII, y muy probablemente señalaba también a personas y a situaciones concretas de judíos por los que se pudiera “hacer algo”.
Nosotros los Orioninos profesamos un IV voto de especial fidelidad al Papa, y pretendemos, por el sensus Ecclesiae que nos inculcó Don Orione, realizar no sólo los mandatos sino los deseos del Papa y de los Pastores de la Iglesia. Además de la motivación humanitaria, fueron determinantes las indicaciones de Pío XII y las peticiones de colaboración de los obispos en las ciudades donde actuaban. Es decir, que además de un acto humanitario y de caridad evangélica, la ayuda a los judíos era una expresión de vida eclesial.

¿Qué significado tiene hoy una historia heroica como la del padre Gaetano?
Padre Flavio PelosoComo superior general de la Familia Orionina, debo decir que este reconocimiento tributado al padre Gaetano Piccinini se agradece mucho porque honra a un hermano dignísimo, a la Congregación y a la Iglesia. Para nosotros los Orioninos, constituye un estímulo a cultivar, un estilo de caridad sin límites, que muestra la maternidad universal de la Iglesia. Como decía Don Orione, “la caridad no mira si el que la pide tenga un nombre, una religión, una patria, sino si tiene un dolor”. El padre Gaetano Piccinini actuaba exactamente así.




Discurso que el embajador de Israel en la Santa Sede, Mordechai Lewy, ha realizado al entregar la medalla de “Justo entre las Naciones”, a la memoria del padre Gaetano Piccinini. Roma, 23 de junio de 2011. Sala de Congresos del Centro Don Orione, Vía de la Camilluccia, 120.
Deseo saludar al respetable Superior General de la Obra Don Orione, el padre Flavio Peloso, el señor alcalde de Avezzano, el señor Antonio Floris, monseñor Andrea Gemma, obispo de Isernia y Venafro, a los familiares del justo Gaetano Piccinini, y de la familia Camerini, señoras y señores
Estoy contento de haber podido aceptar la invitación para participar en esta ceremonia en honor del padre Gaetano Piccinini, que ayudó a salvar a los miembros de la familia Camerini, haciendo lo posible para aliviar la dura prueba a la que fueron sometidos durante el periodo de la ocupación.
No me detengo en los detalles del asunto que ya mi colega Livia Link ha ilustrado y además hay testimonios directos presentes, que pueden contar mucho mejor que yo, esta historia.
Sin embargo, querría mencionar muy brevemente un tema ampliamente debatido: el comportamiento de la Iglesia durante el periodo de ocupación nazi en Roma, durante el que la vida de los judíos de la ciudad estuvo en serio peligro, y de tantos que, desgraciadamente, no volvieron de los campos de exterminio.
Sin el padre Gaetano Piccinini, y otros hombres y mujeres como él, el número de vidas humanas destrozadas hubiera sido más alto.
Al padre Piccinini le reconocemos no sólo haber dado asilo, sino el haberlo hecho por el respeto al origen e identidad de cada uno.
Después de una redada en el gueto de Roma, el 16 de octubre de 1943, y en los días sucesivos, monasterios y orfanatos dirigidos por órdenes religiosas, abrieron sus puertas a los judíos, y pensamos que esto sucedió bajo la supervisión de las instancias más altas del Vaticano, que estaban informadas de estas actuaciones.
Sería por tanto un error, declarar que la Iglesia Católica, el Vaticano y el Papa mismo se opusieron a las acciones dirigidas a salvar judíos.
En realidad, sucedió todo lo contrario: prestaron ayuda a todos los que pudieron.
El hecho de que el Vaticano no pudiese evitar que saliera el tren que fue al campo de exterminio, durante los tres días transcurridos después de la redada del 16 de octubre hasta el 18, sólo aumentó la voluntad, por parte del Vaticano, de ofrecer los propios locales como refugio para los judíos.
Los judíos romanos sufrieron una reacción traumática.
Ellos vieron en la persona del Papa a una especie de protector del que esperaban que les salvase y evitase lo peor. Bueno, todos sabemos lo que pasó, pero debemos reconocer que el que partió el 18 de octubre de 1943 fue el único convoy hacia Auschwitz que los nazis consiguieron organizar en Roma.
Esto es lo que deseaba compartir con ustedes. No les entretengo más y les agradezco su invitación.












viernes, 25 de noviembre de 2016

Fray Ave María y el milagro del agua

 En la familia de los ermitaños de Don Orione se destaca por la luz de santidad, fray Ave María, de quien comenzó el proceso de beatificación.
Quedó ciego a la edad de doce años y en el encuentro con Don Orione encontró la fuerza no sólo para aceptar la cruel desgracia, sino también para santificarse y volverse, en el ermitorio de San Alberto, punto de segura referencia para tantas almas en busca de luz.
Entre los episodios más célebres de la vida del humilde fraile ciego, está el del denominado milagro del agua  en el pozo de la abadía de San Alberto. El hecho es interesante porque los dos santos protagonistas se daban uno al otro la culpa de lo sucedido. Narra Don Orione:


“Cuántas veces les he hablado del hecho estrepitoso de Plácido y Mauro discípulos de San Benito... Nosotros no necesitamos salir de nuestra casa, si deseamos ver cómo Dios premia la obediencia.
Un año, hacía ya meses que yo iba magnificando a los clérigos de esta casa el eremitorio, sus bosques de castaños, los frailes ciegos y no ciegos, las pinturas y los frescos de santos que hay en San Alberto; y muchos de los que me escuchan lo recordarán. Y todos estaban entusiasmados por el hecho de pasar allá un período de vacaciones. Allí había un sacerdote muy culto.
Cuando se debía partir desde Tortona para San Alberto (treinta km. a pie, a través de las colinas), me llega uno enviado por el P. Draghi (rector y párroco), a decirme que no había más agua en el pozo. Había sido alarmado por ese sacerdote culto, el cual me sugería no mandar a los clérigos porque -me decía- ¿si tú mandas cincuenta o sesenta clérigos cómo harán para lavarse, y tener agua en la cocina? Esto atentaría también contra la higiene...
Miren que él era y es muy higienista. ¿Pero cómo hacía yo para desautorizarme delante de mis clérigos? ¿Qué les podía decir después de haber hablado tanto de los bosques, los pájaros, los frailes y la quietud del ermitorio? ¿Qué pensarían? Podrían decir: “Eh, promete tantas cosas Don Orione...”.
Ese sacerdote pataleaba; no pataleaba el P. Draghi, pues no es capaz de patalear. Éste tenía también los pequeños huertos, allá arriba  y le interesaban... Era profesor de gastronomía y vegetariano; y durante la guerra sembró tantas cebollas y plantó repollos y achicorias en las retaguardias del frente. Y entonces le dije al joven que me habían enviado: “Vuelva, porque no necesitaremos ir con los bueyes y el barril a sacar agua de otro lado. Dígale a Fray Ave María que vaya a la boca del pozo y recite tres Padres Nuestros y Dios bendecirá la obediencia”.
Éste va arriba, llega y anuncia que los clérigos mandados por Don Orione estaban ya en camino. Imagínense a ese sacerdote: “¡Pero están locos! ¡Pero qué hacen!”.
Entre tanto Fray Ave María, obediente, va a la boca del pozo y con gran devoción dice los tres Padres Nuestros, y luego baja el balde, y todos están allí para ver... Ante la sorpresa de todos, también de aquellos que habían sacado del pozo la “nita”, o sea solamente lodo del fondo, barro, sube un hermoso balde de agua límpida, fresquísima, riquísima. Y entonces fueron inmediatamente a llamar a ese sacerdote el cual, para asegurarse del prodigio y convencerse, dado que desconfiaba, hizo extraer unos veintiséis baldes de agua para regar sus huertos, sus ensaladitas...
Y entre tanto se oían ya los gritos de los postulantes y los monaguillos que cantaban y que llegaban casi a la carrera, en grupos, deteniéndose sólo a comer moras y a dar ciertas sacudidas a las plantas.


Llegaron los clérigos y hubo abundancia de agua para todos, durante el mes en que se quedaron allá; pero el día siguiente de su partida, el agua faltó imprevistamente; y esto también como prueba del prodigio, del prodigio operado por la obediencia humilde de fray Ave María”. Así lo narraba Don Orione.
Por su parte el pío ermitaño atribuía la gracia a la fe de Don Orione y a la protección de San Alberto que amaba verse rodeado por tantos futuros sacerdotes y a la oración de todo el personal religioso presente en el ermitorio. Minimizaba, en humildad sincera y caridad fraterna, la propia parte. Y confirmaba que el agua no faltó nunca durante la permanencia de los clérigos, que usaban mucha. “Cuando se fueron los clérigos, el posó se secó”.

Fuente: "Florecillas de Don Orione"

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Consultorio médico gratuito de Nueva Pompeya.

P. Facundo Mela

           El 10 de noviembre de 1936, Don Orione junto con el Consorcio de Médicos Católicos y Conferencia de Señoras de San Vicente de Paul (conocidas como las Damas Vicentinas) daban inicio a un consultorio médico gratuito en el barrio porteño de Nueva Pompeya.
        Al cumplirse 80 años de la apertura aquella obra de caridad, queremos hacer memoria agradecida, rememorar sus inicios y reflexionar sobre las intuiciones del Fundador.

          El 9 de octubre de 1936, Don Orione pronunció un discurso en la “Hora Católica” por LR1 Radio “El Mundo”, explicando que era el Pequeño Cottolengo Argentino y anunciando la apertura del consultorio para obreros:

“Hoy se prepara a abrir un Consultorio Médico Gratuito para los obreros, en uno de los barrios más pobrecitos, cerca de Nueva Pompeya. El consultorio funcionará en las horas en que los obreros estén libres de su trabajo. Estará dirigido y atendido por el Consorcio de Médicos Católicos”.

            Junto con la publicidad radial, un panfleto fue distribuido en el barrio:


  
            El 10 de noviembre de 1936 fue la inauguración: “Como hemos informado, ayer a las 18 fue inaugurado un consultorio médico gratuito para obreros, en la Calle Lynch 3634” (Diario “El Pueblo”, 11 de noviembre de 1936). Al día siguiente, Don Orione lo compartía con el P. Sterpi:

“Aquí se inauguró ayer, con la más amplia bendición del Card. Arzobispo, el 1º Consultorio Médico gratuito para obreros de cualquier tendencia.
Esta en nuestra parroquia de la Divina Providencia, un barrio todo de obreros y muy difícil. Esta bajo los auspicios del Cottolengo y fue iniciado por la Obra del Pequeño Cottolengo Argentino. Tengo la casa para uso, gratuita y puesta a nuevo, y pronto será ampliada, los instrumentos y todo lo necesarios son gratis. El Consorcio de Médicos Católicos se encarga de conducir la institución y ayudará con las medicinas.
Espero, con la ayuda divina, de abrir otros en algún otro centro obrero. Es necesario ir al pueblo en todos los modos más santos, ¡y llevarlo a la fe! Ayúdame, rezando. Puse esta iniciativa a los pies del Divino Samaritano y de María Ssma., Salud de los enfermos, Madre de la caridad; la confíe al Evangelista San Lucas, que era medico, al Cottolengo y también a San Martín, obispo de Tours, patrono principal de Buenos Aires, en la vigilia de cuya fiesta desee se realizase la inauguración. Deo gratias!
Ahora miro a Avellaneda, una ciudad de más de 100.00 habitantes, el mayor aglomeración de obreros de Argentina, separada de Buenos Aires por un pequeño rio; ya tengo el local; un poco veo de hacer comenzar el 1º y luego doy manos a la obra en el 2º, in Domino. Ustedes, recen, recen; será una nueva forma de Cottolengo, un desarrollo de la Obra, según las necesidades de los tiempos”.



            Y al entonces seminarista Enrico Sciaccaluga:
           
“Mira que ahora aquí se ha comenzado también la Obra de los ambulatorios para obreros. El P. Sterpi te informará, le escribí: es como un apéndice del Pequeño Cottolengo Argentino, y está hecha en común con el Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires; es una obra social que podrá hacen que Dios entre en muchas familias de las cuales Dios está afuera”.

            Los contenidos del panfleto, del discurso radial y de los escritos nos ponen en contacto con el pensamiento de Don Orione sobre el Consultorio Médico: una obra abierta a todos, ubicada en una periferia, con numerosas especialidades médicas y horarios convenientes, llevada adelante con otras instituciones y con un carácter cristiano.
            No podemos dejar de destacar que para Don Orione, el ambulatorio médico no era sólo una nueva actividad, sino también “una nueva forma de Cottolengo, un desarrollo de la Obra, según las necesidades de los tiempos”, “un apéndice del Pequeño Cottolengo Argentino”.



La “obra de los ambulatorios” era forma de caridad nueva, menos institucional y de avanzada, “una nueva forma de cottolengo” en palabras de Don Orione. Una obra de caridad para los pobres obreros que sólo funciono un año a causa de malentendidos y discusiones. Los santos también experimentan en su vida el fracaso y la cruz.
Sus hijos e hijas siguiendo su espíritu, plasmaron el sueño de Don Orione abriendo ambulatorios, consultorios y dispensarios médicos, e incluso un hospital, en lugares como Kenya, Filipinas, Brasil, Togo, Madagascar, etc.



domingo, 30 de octubre de 2016

“Los desamparados”: una palabra carismática querida para Don Orione

P. Flavio Peloso
           
            Don Orione pasó en Argentina gran parte de los tres años que van de 1934 a 1937. En este tiempo comenzó a hablar y a escribir algo en español, por la necesidad de comunicarse directamente con las personas y en virtud de la inculturación, queriendo “hacerse argentino con los argentinos”.
En sus escritos y discursos en italiano, mientras estaba en América Latina y también después de su vuelta a Italia, aparecen palabras y expresiones en español. Una palabra, en particular, le pareció particularmente querida y la usó frecuentemente: los desamparados. La expresión merece una profundización no en cuanto a sus detalles lingüísticos sino porque se convirtió en un término carismático.
            Parto de algunas notas que un cohermano argentino, Facundo Mela, me ha enviado al respecto sobre el significado etimológico del término desamparados.[1]


            ¿Qué significa desamparado?
La palabra desamparado es el participio pasivo del verbo desamparar, cuyo primer significado es abandonar, dejar a alguien sin protección (amparo) y sin la ayuda de algo que necesita.[2]
            El prefijo des-indica la negación del significado de la palabra a la cual se antepone; indica privación, ser «sin».
El verbo amparar significa proteger, socorrer, dar refugio, poner a cubierto; valerse de la ayuda o protección de alguien o de algo.
El sustantivo amparo significa acción y efecto de proteger o protegerse; protección, ayuda, sostén, patrocinio; remedio, abrigo, asilo, refugio; significa persona o cosa que proteje.
            Por tanto, desamparado tiene un significado concreto, material (quien no tiene resguardo, abrigo, asilo, refugio, un lugar donde protegerse), pero tiene un significado moral y relacional (quien está sin ayuda, quien no tiene una persona a quien recurrir, que pueda preocuparse por él).

Para entender el significado de amparo y por consiguiente de des-amparados, nos puede servir de ayuda el texto de la oración mariana más antigua y de todos conocida, el Sub tuum praesidium confugimus.[3]Pues bien, en español es traducida como “Bajo tu amparo nos acogemos”. En italiano se vuelve “bajo tu protezione buscamos refugio”; de modo similar en Inglés es “We fly to Thy protection”. Se aleja un tanto la traducción francesa: “Sous l'abri de ta miséricorde, nous nous réfugions”. Ésta última traducción es la más fiel al significado originario del texto griego de la oración, donde aparece el término εὐσπλαγχνία que normalmente es traducido con misericordia y hace referencia al σπλάγχνα, esto es a las vísceras maternas, en Hebreo raHámîm.
Éste es el refugio al que el orante recurre invocando a María: el útero, el regazo, las entrañas maternas, de las que derivan los sentimientos de misericordia y compasión y los actos de acogida, de protección, de ayuda.
De estas primeras noticias etimológicas rescatamos la indicación de que los des-amparados son aquellos que tienen necesidad de refugio concreto y de misericordia del corazón, de ayuda (pan, techo, salud) y de compasión, de servicios y de relaciones.

            Don Orione, que en su vocabulario apostólico tenía ya recogida una infinita letanía de nombres y de situaciones de pobres y de pobreza, fue golpeado por esta palabra española que encontró, quizás más completa y expresiva que otras para aclarar su concepto de “providencia” y de “pobres”: desamparado es quien no tiene providencia.



            Algún texto de Don Orione
            Don Orione conoció y usó el término español desamparado sobre todo cuando se puso a idear, promover y realizar el Pequeño Cottolengo Argentino de Claypole.
            El primer documento que testifica el uso del término por parte de Don Orione es el discurso radiofónico en la Radio Callao, el 25 de abril de 1935, algunos días después de la bendición de la primera piedra del Pequeño Cottolengo de Claypole. En los apuntes escritos para este discurso leemos: “He venido a la Argentina, para ponerme en manos de la Divina Providencia, como humilde instrumento para ayudar y consolar a los miembros más doloridos y desamparados de su sociedad, fundando un Pequeño Cottolengo”.[4]
Dos días después, el 27 de abril, usó desamparados en un texto italiano: “En el Cottolengo se vive alegremente: se reza, se trabaja, en la medida que lo permitan las propias fuerzas: se ama a Dios, se ama y se sirve a los pobres. En los desamparados se ve y se sirve a Cristo, en santa alegría”.[5]
            Predicando los ejercicios espirituales (6-15de enero de 1936)en la “Casa de Lanús” (Villa Dominico), junto al Padre Rodolfo Carboni, Don Orione dio una de sus definiciones de desamparados.“Nosotros no estamos para los nobles, para los hijos de los ricos, para las altas clases sociales. Los Hijos de la Divina Providencia viven de la merced de Dios, de la vida de trabajo y de pobreza, sólo debemos estar para los pobres, para los más pobres, para los deshechos, para los desamparados (para los abandonados) de la sociedad”.[6]

Don Orione traduce desamparados con abandonados. Y así se volvió una palabra clave del Pequeño Cottolengo, porque señalaba a sus destinatarios:
-          “los nuevos pabellones para los desamparados”;[7]
-          “la Institución del «Pequeño Cottolengo», destinada a proporcionar triple ayuda, social, moral y material a los desamparados de la sociedad”;[8]
-          “Pequeño Cottolengo, institución de caridad que recibe gratuitamente a las personas más desamparadas”;[9]
-          “institución de carácter social, moral y material, acoge gratuitamente a los desamparados de cualquier nacionalidad y de cualquier religión, que no encuentren refugio en otros institutos de beneficencia”;[10]
-          (A amigos y bienhechores) “Procuren acordarse siempre de estos hermanos nuestros desamparados. ¡Dios perdona muchas cosas por una obra de misericordia!”.[11]
           
Don Orione presentaba a San José Benito Cottolengo como “el Santo de los desamparados”;[12] y animaba a “llenarnos de fervor en el amor de Dios y de los hombres, especialmente de los más humildes y de los más abandonados e infelices, mirando al Santo que es el protector de los desamparados. Aprender de él el camino.[13]


Desamparados: es una condición
Pensándolo bien, los desamparados, de los que habla Don Orione,no son una nueva y particular categoría de pobres, sino que son los pobres en situación de “abandono”. ¿Son éstos para Don Orione los más pobres?”.En algunos escritos hace una identificación: desamparados=sin providencia humana.
Los más pobres entre los pobres son aquellos a los que nadie provee y no pueden ser acogidos en otros institutos”.[14] De hecho, Aquellos que tienen protección de otra parte, para ellos ya hay una providencia de los hombres, nosotros somos los de la Providencia Divina, es decir que nosotros estamos para atenderá quien le falta y ha agotado toda providencia humana. Donde acaba la mano del hombre, allí comienza la mano de Dios”.[15]
En esta asistencia a los más pobres, a los desamparados Don Orione revela no sólo una sensibilidad humano-social, sino una elección carismático-pastoral: la caridad hacia “los más abandonados, los más desamparados” era para él el signo público y simple, eficaz y convincente, “para experimentar la Providencia de Dios y la maternidad de la Iglesia”.

La institución símbolo, fundada sobre el criterio de la elección de los más pobres en el sentido de los más desprovistos de providencia humana fue y es ciertamente el Pequeño Cottolengo. Para el santo Cottolengo, al igual que para Don Orione, “entre todos los pobres, el Pequeño Cottolengo acoge a aquellos que están más abandonados y a los rechazados por todos. Para ser aceptados de hecho se requiere que no hayan encontrado providencia de los hombres”.[16]
En los tiempos del Fundador, la categoría más abandonada a sí misma y los más desprovistos eran los así llamados deshechos de la sociedad”, es decir personas con graves limitaciones físicas y psíquicas. Ocurrió de este modo que nuestros Pequeños Cottolengos fueron identificados popularmente como lugares de acogida para estas categorías de personas. Pero de por sí el Pequeño Cottolengo estaba “abierto a todos aquellos que el mundo rechaza”,[17]para quien no tiene otro refugio”. Por esto alojaba, con una sorprendente y fascinante convivencia, también a huérfanos, ancianos abandonados o desadaptados por diversos problemas (hoy se diría out cast, border line), persone fuera de cualquier esquema de fichas, de categoría, de institución, y sobre todo de subvenciones.

Y ¿hoy?

Me doy cuenta que los conocimientos ideales y prácticos que se reclaman son muy importantes en el momento en el que, hoy, debemos inculturar el carisma en las nuevas situaciones sociales con nuevas respuestas y nuevas formas. También hoy hay personas y grupos enteros de personas que están fuera de la mesa prevista del welfare estatal o privado, sin puesto y sin los requisitos para la inserción en las instituciones subvencionadas de la providencia-previsión social. Son o están desamparados. ¿Tenemos aún espacio para estas personas? Con qué formas e instituciones podemos aún tener “abierta la puerta del Pequeño Cottolengo” o abrir otras puertas adaptadas para responder a las situaciones de los desamparados de hoy?[18]
“Sólo debemos estar para los pobres, para los más pobres, para los deshechos, para los desamparados (para los abandonados) de la sociedad”.[19]Este clavo fijo de nuestra finalidad carismática no vale sólo para los Pequeños Cottolengos o para las otras instituciones caritativo-asistenciales. Vale también para nuestras “parroquias en zonas pobres”,[20] para las “escuelas y colegios para muchachos pobres y de clase trabajadora”.
La perspectiva de los desamparados da un focus a toda la identidad y actividades orionistas. De hecho, el término desamparados indica mucho más que una categoría sociológica de pobres. Sugiere un destino, una dinámica y un estilo de servicio y de apostolado que el Papa Francesco está proponiendo apasionada y ejemplarmente a toda la Iglesia.

Concluyendo
Ninguna incertidumbre, por tanto, los más pobres” de Don Orione y de los Orionistas son “los más abandonados”, los “desamparados”, los más desprovistos de otras providencias.  Al caracterizar el “privilegium orioninum” para los pobres y su mayor o menor grado de abandono y de falta de otras providencias: “Nosotros somos de la Providencia Divina, esto es no estamos más que para atender a quien le falta y ha agotado toda providencia humana.[21]
La inculturación/renovación del servicio a los “pobres más pobres” en las actuales situaciones sociales es un punto fundamental para la custodia y la promoción del carisma orionista. Se está realizando con nuevas salidas hacia los más pobres en las nuevas misiones, pero también en las Provincias consolidadas, como en Italia, mediante grupos de ayuda, centros de escucha, casas familias para la vida naciente, pequeñas instituciones para menores en dificultad, iniciativas de acogida para emigrantes, ambulatorios gratuitos para pobres, iniciativas de sustento para pobres fuera de las instituciones, etc.
En cuanto religiosos y en cuanto comunidades orionistas debemos irnos “in prima linea Pro Providentia!”.[22]De otro modo terminaremos fuera de juego. Un Orionista fuera del campo de los pobres desamparados está fuera de juego y no podrá marcar su goal[23]carismático.





[1]Cf. F. Mela, Don Orione expresándose en español, “Messaggi di Don Orione”, 2011, n.136, p. 65-70; Don Orione parla spagnolo, “Messaggi di Don Orione”, 2013, n.140, p. 79-84.
[2]Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa Calpe, 199221. Emilio M. Martinez Amador, Diccionario bilingue, italiano – español, 1988.
[3]El Sub tuum praesidium [Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν] es el más antiguo tropàrion devocional a Maria, en lengua griega, del III siglo y aún hoy muy usado en todo el mundo cristiano.
[4]En el texto dactilográfico, en español, hay señales escritas a mano para facilitar la pronunciación; Scritti 115, 183-185b.
[5]En el artículo Il Piccolo Cottolengo Argentino, firmado por Don Orione, en el Boletín “Piccola Opera della Divina Providenza”, 1935, n.5, p. 8-11.
[6]En Parola VI, 257.
[7]Invitación al Piccolo Cottolengo de Claypole, Buenos Aires, mayo de 1936; en el Archivo Provincial (Buenos Aires)3, Caja 3.
[8]Invitación al Pequeño Cottolengo de Claypole, Buenos Aires, 19 de julio de 1937; Scritti105, 223 y 118, 161.
[9]Borrador dactilográfico en español, con correcciones autógrafas, Buenos Aires, 2 de febrero de 1937; Scritti 75,121.
[10]Borrador para la planilla al “Señor Administrador de la Compañía Telefónica”; Scritti89, 36.
[11] Boletín Pequeño Cottolengo Argentino, junio de 1936.
[12]Scritti61, 175 e 180; “de los desamparados” es español, mientras que el texto es en in italiano.
[13]Scritti 61,175; “de los desamparados” se encuentra en el texto italiano.
[14]Scritti, 108, 55.
[15][15]Scritti 97, 251. “Ojalà que nuestro “Cottolengo” argentino llegue a ser un día, en medio de esta gran urbe, el árbol de brazos anchos y amigos que convide a poner en ellos su nido a las aves espirituales vagabundas, sin calor de nido ni reparo de fronda, que son los pobres desamparados! Que asì sea”; Scritti 115, 185b.
[16]Scritti 81, 226.
[17]Scritti97, 251.
[18]Los desamparados, salvo pocos casos, han ido desapareciendo de nuestros Pequeños Cottolengos de naciones como Italia, Brasil, Argentina, Chile, España y donde quiera que haya una legislación socio-sanitaria más evolucionada, exigente y que paga. Pero no van desapareciendo las personas y las categorías de pobres desprovistos de todo. Los Pequeños Cottolengos, entendidos como “arca de Noé” en los que siempre hay un puesto para las diversas miserias y necesidades de emergencia, se han ido transformando, en muchos casos, en residencias sanitarias cualificadas y financiadas para algunas categorías específicas.
[19]ParolaVI, 257.
[20]La Norma 132 dice: “Se aceptan parroquias situadas en zonas pobres, donde sea posible un testimonio de caridad en las formas que las épocas y las necesidades requieran, dispuestos a dejarlas en el momento que cambie el contexto socio-económico”.
[21]El art. 119 de las Constituciones: “Dedicados a los pobres y necesitados, queremos considerar un privilegio servir a Cristo en los más abandonados y rechazados”. La Norma 120: “El espíritu de caridad propio de Don Orione debe llevarnos a resolver los casos urgentes y de piedad que la Providencia pueda mandarnos, también a costa de riesgos e incomodidad. En los centros grandes deberá haber dispuesto un local que pueda servir de asilo nocturno de emergencia. En la aceptación, daremos precedencia absoluta a los casos más pobres, sin dejarnos condicionar por valoraciones económicas”.
[22]Scritti 64, 322.
[23]Significa meta, finalidad, objetivo.