De una carta de Don Orione desde la Argentina
(Epifanía de 1935.)
Comenzamos un nuevo año:
sepamos dar gracias a Dios,
por tantos beneficios recibidos,
y comencemos hoy a amar
y servir verdaderamente a Jesucristo
y a la Santa Iglesia de Roma, nuestra Madre,
con el fuego ardiente de la caridad,
con todo el corazón,
con toda el alma,
con toda nuestra pobre vida.
Postrados a los pies de Dios,
pidamos humildemente perdón
a nuestro Padre celestial,
por todas nuestras ingratitudes pasadas,
y digamos de corazón:
"nunc incipio in Nomine Jesu":
ahora comienzo, en Nombre de Jesús:
comienzo a ser de Cristo y de su Iglesia:
"nunc incipio esse Christi et
Ecclesiae".
¡Año nuevo, vida nueva:
vida santa y santificadora!
Año nuevo,
vida entera en Jesús, de Jesús, por Jesús!
¡Vivamos en Jesús!
Perdidos en su Corazón, inflamados de amor,
pequeños, pequeños, pequeños:
simples, humildes, bondadosos.
¡Vivamos de Jesús!
¡Como niños en sus brazos y su Corazón,
santos e irreprensibles ante su mirada;
sumergidos en amor de Jesús y de las almas,
en fidelidad y obediencia ilimitadas
a El y a su Iglesia!
¡Vivamos para Jesús!
Entera y totalmente para Él;
¡nada fuera de Jesús,
nada que no sea Jesús,
nada que no lleve a Jesús,
que no respire a Jesús!
De modo digno y coherente con la vocación
que hemos recibido,
moldeados sobre su cruz,
sobre su sacrificio y obediencia
"usque ad mortem", hasta la muerte,
en suave olor de oblación
y holocausto total de nuestras vidas.