viernes, 23 de septiembre de 2016

Don Orione y el Padre Pío

 El Padre Pío y Don Orione no se conocieron nunca personalmente. Sin embargo ambos dijeron conocerse. Cada uno sentía una ilimitada estima por el otro... Don Orione, entre otras cosas, se ocupó muchísimo ante la Santa Sede para que le fueran quitadas las famosas restricciones a la libertad del padre capuchino.



Al respecto tenemos una interesante carta del orionita P. Giuseppe Dutto el cual, respondiendo a una pregunta del padre capuchino Carmelo da Sessano, que estuvo muy cerca del estigmatizado del Gargano, se expresó así: “Satisfaciendo con gusto su deseo, pondré aquí por escrito lo que he escuchado decir a Don Orione del Padre Pio de Pietrelcina. Estábamos en Buenos Aires... En esos días habían prohibido varios libros que trataban del Padre Pio y, si recuerdo bien, también habían prohibido visitarlo... Un día del año 1936 o tal vez 1935 le pregunté a Don Orione a qué se debía esta prohibición... y Don Orione, a media voz, como quien dice algo que debe ser reservado, aunque cierto, dijo: “Es la sinagoga que continúa...”. Y expresaba así su disconformidad con lo que sucedía.


En esa circunstancia le pregunté también a Don Orione si conocía al Padre Pío. Don Orione respondió que no se habían visto nunca, pero se conocían. No quiso dar otra explicación. Como ve, es muy poca cosa lo que se dé la relación de Don Orione con el Padre Pío; pero sé que Don Orione tenía una gran veneración por él y escuché también que el padre Pío tenía una verdadera veneración por Don Orione.



Un abogado de Montevideo, un convertido ahora muy fervoroso, hablando con el Padre Pío en San Giovanni Rotondo, dijo que conocía a Don Orione (lo había visto en Montevideo, muchos años atrás) y entonces el Padre Pío le dijo a ese abogado, refiriéndose a Don Orione: “¡Ese sí que es un santo!... ¡Yo no soy ni siquiera digno de tocarle el borde del hábito!...”.


“Doy fe de lo que he escrito, asegurando que corresponde a la verdad”. (Cfr. Casa sollievo della sofferenza, San Giovanni Rotondo, a. 1993, Nº 13, pág. 11).




Fuente: Florecillas de Don Orione





jueves, 1 de septiembre de 2016

Don Orione y la Biblia

Algunos textos breves que nos presentan el interés de Don Orione por la lectura y conocimiento de la Sagrada Escritura. Investigación del P. Vicenzo Alesiani. 


Con una biblia en la mano

Buenos Aires, 8 de mayo de 1935.
Calle Victoria 2084. Patrocinio de San José

Querido Sciaccaluga:
        Con las hermanas que vienen, mándame una copia de la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento), en italiano, del P. Sales, dominico y maestro de los Sagrados Palacios Apostólicos, - la vende la librería Internacional Salesiana, aquella que me enviaron, la perdí en el tren (Scritti 27, 220).



Aconsejando leer la Biblia

           Ese año lean este libro (de Tobías) al menos dos veces: les hará mucho bien.
           Lean también y aprendan de memoria los Salmos, los Santos Evangelios, las cartas de los Apóstoles y también algunos libros del Antiguo Testamento, como el Eclesiastés. Con la lectura de estos libros su corazón se formará en sentimientos de bondad, de humildad, de verdad: sentimientos que deben regir la vida de todo hijo de la Divina Providencia (Diario de Scoccia)
  


La primer regla: el Evangelio

Repito que nuestra primera regla sea entonces la observancia del Santo Evangelio. Mas, para cumplir el Evangelio, es necesario, ante todo, conocerlo; conocerlo bien y luego, con la ayuda de Dios, vivirlo, vivirlo en el espíritu y en la forma. Sólo así seremos verdaderos cristianos y luego seremos verdaderos religiosos, si seguimos a Jesús también en sus consejos evangélicos de la perfección. Nosotros somos cristianos en cuanto imitamos la vida y vivimos la doctrina de Cristo y seremos verdaderos religiosos, si vivimos la vida perfecta, consagrada enteramente al Señor y a la Iglesia, con los santos votos, renunciando generosamente a nosotros mismos y a las cosas del mundo, abandonados en las manos de Dios y de nuestros Superiores.
Y para que el Evangelio se pueda conocer mejor y cumplir, está bien que se imprima en nuestras mentes, pero no sólo en trozos o bocados. Por eso les recomiendo, amados míos, la lectura frecuente y el estudio del Santo Evangelio. Es por eso que la Imitación de Cristo nos dice, desde el primer capítulo: “que sea nuestro supremo estudio meditar en la vida de Jesús”. Y no dice meditar la vida, sino en la vida de Jesús, o sea entrar en lo íntimo y vivir de Jesús, de la vida de Jesús. Nosotros debemos entonces, tener el Evangelio siempre delante de los ojos, de la mente y llevarlo en el corazón, vivirlo.
Las reglas y las constituciones de los religiosos son como el jugo y el meollo del Evangelio, ellas nos enseñan precisamente el modo práctico de vivirlo, nos enseñan el camino correcto para caminar detrás del Señor, y llegar a la más alta perfección religiosa. (Carta a religiosos de la PODP. Buenos Aires, 10 de agosto de 1935).