Nos narra el sacerdote Roberto
Rissi: "Iba a Casale Pío V, (cuando era capellán de Santa Ana de los
Palafrenieri, en el Vaticano), para las confesiones de las ciegas internas,
cuando un día el profesor Augusto Romagnoli, ciego de nacimiento y director
didáctico de esa escuela, me dijo: - Estas buenas jóvenes viven como las
religiosas, ¿por qué la Iglesia no da también a ellas el mérito de las almas
consagradas a Dios.
"Llevé esta idea original a Don
Orione, quien estaba ligado a Romagnoli por una sincera amistad y gran estima”.
"Después
de un tiempo y ciertamente inspirado por Dios, Don Orione decidió la Fundación
de las Hermanas ciegas Sacramentinas".
La
idea no era nueva para él, pero al sentirla expresar por un laico, le renovó en
el corazón el proyecto ya examinado.
Podemos
decir que la Familia Sacramentina ha brotado del corazón de Don Orione,
inflamado de amor a la Eucaristía.
Efectivamente, aún clérigo y
custodio en la Catedral Orione pasaba parte de la noche adorando al Ssmo.
Sacramento. Esta adoración le era fácil debido a que una ventana de su cuarto,
en la parte superior de la Catedral, se habría hacia el interior del templo.
Eco
de sus sentimientos eucarísticos, es la siguiente composición poética:
'De lejos te veo lámpara querida,
resplandecer allá como una estrella,
¡oh cuántas cosas dice tu llamita,
que esta sedienta alma aprende
siempre!
Tú consumes la vida ante el ara,
tu luz es de amor, dulce lenguaje'
¿oh quién puede imaginar vida más
bella,
quién puede desear mejor vida?
Ante El, que aflige y que consuela,
déjame tu sitio sólo por un día,
o mejor todavía, por una noche sola.
Deja que yo pruebe, qué delicia sea,
hacer siempre con Jesús, dulce
morada;
consumir por Él, la vida mía.
Comentario de esta composición
poética, podría considerarse el siguiente escrito, publicado a modo de
meditación, en el primer número del boletín "La Pequeña Obra de la Divina
Providencia", en el mes de agosto de 1898.
"¡Solo... de noche, en la iglesia amplia y oscura! El silencio
profundo envuelve todas las cosas... De lo alto descienden las sombras... Y
allá en el fondo, cerca del altar, la lámpara... una pálida luz tranquila.
"De vez en cuando un soplo y un
suave haz de luz, se proyecta sobre la pared como queriendo besar la figura de
un querubín, el cual, ante esta caricia gentil parece querer moverse y
desprenderse confusamente, como si una onda de amor celestial le diese la vida.
"¡Qué bien se reza de noche,
cerca del altar!... Calla el mundo, callan los deseos, calla el colorido de la
fantasía. La paz del Señor se difunde por toda el alma, paz... paz profunda...
imperturbable.
"¡Oh, feliz de ti, lámpara
humilde, que siempre velas, consumiéndote delante de mi Jesús!, eres familiar a
este ambiente saturado de amor que rodea el Corazón de mi Dios. Dime si conoces
sus pálpitos ardientes y sus inestimables dulzuras.
"Ven luz bendita, penetra mi
corazón, húndeme en la intimidad más profunda y háblame de Jesús bueno, de su
amor. Tu calor suave y delicado revivirá dulcemente mi espíritu y hará brotar
los gérmenes de la virtud y del sacrificio.
"¡Oh, Jesús dulcísimo!... Si
tuviese en mi corazón una llama perenne de amor que emulase la vigilante
lámpara en el ardor a Ti, intensamente, hoy... mañana...! ¡siempre!..."
El 27 de noviembre de 1915, algunos
meses después de la fundación de las "Pequeñas Hermanas Misioneras de la
Caridad", Don Orione aceptaba la primera joven no vidente del Instituto
Reina Margarita: Iride Papini de 22 años.
Pocos
días después, el 8 de diciembre, Don Orione se encontraba en Roma y fue a
celebrar la Santa Misa en dicho Instituto; al finalizar la prédica dijo: "les traigo los saludos de Iride, está
bien y contenta, si ella resiste, recibiré otras y fundaré la Familia de las
Hermanas no videntes Adoratrices".
Escribiendo
desde Roma, el 26 de junio de 1916, el Siervo de Dios anunciaba la llegada a
Tortona de Anita Niri, de 26 años, diciendo: "Para San Pedro mandaré allá otra aspirante no vidente, y luego
otras más; si es del agrado del Señor, la primera familia que brotará será la
de las Hermanas no videntes. Estas vestirán de blanco y adorarán a Jesús
Sacramentado".
Con
la oración, las Sacramentinas apoyarían e integrarían la obra de las Hermanas
que atienden el apostolado activo, y su disminución física no moderaría en lo
más mínimo la ordinaria actividad de la Congregación, al contrario, la
valorizarían con una intensa vida interior.
Por
lo demás, la división en familias y la diversa distribución de las tareas en
una misma Congregación, es cosa de todos los tiempos en la historia de la
Iglesia.
El 15
de agosto, festividad de la Asunción, tenía lugar en la capilla de San
Bernardino, la consagración y vestición de las cuatro primeras Hermanas no
videntes. Transcribimos del diario el tiempo, las particularidades de aquel día
memorable:
"Terminada la Misa, comienza la
función de la vestición de las aspirantes Sacramentinas. Don Orione pronuncia
un largo discurso de circunstancia y luego se entona el Miserere, mientras las
aspirantes no videntes adoratrices, se postran en tierra sobre una alfombra, cubiertas
con un pesado y gran paño mortuorio.
"Durante
el canto del Miserere en tono lento y fúnebre, una campana preparada en el
patio para esa ocasión, acompaña con lentos retoques de muerto. Al finalizar el
canto, las aspirantes se levantan y se presentan al Superior, el cual les
dirige la pregunta:
" - ¿Qué piden ustedes?... etc., etc.
"Luego
Don Orione bendice los hábitos y los entrega. Las aspirantes salen; mientras en
la Iglesia se canta y se reza. Poco después regresan revestidas con el hábito
blanco. La capa, también de lana, es blanca con unos cuarenta centímetros de
cola.
"Sobre el hábito y del mismo
largo, tienen un escapulario de lana roja que lleva en la parte superior, a la
izquierda, una Hostia grande de seda blanca bordada u rodeada de rayos dorados.
Sobre la capa tienen aplicado un corazón de lana roja con una Hostia, también
de seda blanca, bordada en el centro y en la parte superior una cruz con rayos.
"En
la cintura llevan una faja de lana blanca con dos franjas pendientes a la
derecha y largas como el vestido; en cada una de ellas están aplicadas siete
cruces de lana roja.
"Llegadas
al altar se ponen de rodillas y el Superior les bendice a cada una la faja y el
escapulario dirigiéndoles algunas palabras. Luego pone sobre sus cabezas una
corona blanca de lirios, rosas y jazmines, dándoles al mismo tiempo el nuevo
nombre: María Sebastiana: Sor María Tarcisia de la Encarnación; María Luisa:
Sor María Josefina de la Asunción de la Madre de Dios; María Cecilia: Sor María
Clara del Santísimo Sacramento y Herminia: Sor María Anunciación de la
Santísima Trinidad.
"Mientras
tanto las Hermanas cantan "Accipe coronam", "Jesu corona
Virginum"... Después del canto Don Orione habla nuevamente y entrega la
corona del rosario, para colgar de la cintura, bendecida por el Santo Padre con
todas las posibles indulgencias de vida y de muerta; y no solamente a las
cuatro Sacramentinas, sino también a las tres Hermanas profesas y a la
Superiora, que todavía no se lo había entregado el día de la Profesión.
"Luego
se canta el "Te Deum" y deja el Ssmo. expuesto durante todo el día.
La función fue muy conmovedora, Don Orione estaba radiante de alegría. Durante
la prédica afirmó que él entendía ofrecer aquella nueva "rama
religiosa" al trono de la Virgen Santa, para que Ella misma con sus manos
benditas, la presentase a Jesús Sacramentado. Expresó también el deseo de que
en los ángulos del corporal usado ese día, se bordasen los nombres de las
cuatro primeras "adoradoras" y lo conservasen en Casa Madre, como recuerdo
del acto.
"Terminada
la función, Don Orione llamó a las nuevas Sacramentinas, les habló como un
Padre, las animó y las aconsejó como un Santo. Aquella memorable jornada
terminó con la Bendición Eucarística".
El
día 27 de agosto, a solo 12 días de la vestición, el pequeño grupo de las
Sacramentinas dejaba Casa Madre para comenzar en "Quarto dei Mille",
su nueva vida claustral. Pasado allí el primer año, fueron transferidas a
Quezzi, donde permanecieron hasta el 13 de diciembre de 1928, que regresaron
nuevamente a la Casa Madre, para comenzar los Ejercicios Espirituales en
preparación a los Santos Votos. Estos los emitieron en las manos del Padre
Fundador, la mañana de Navidad, el 25 de diciembre de 1928.
Ese
mismo día, se unieron a las Sacramentinas otras tres, y desde entonces su vida
ni tuvo variaciones: trabajo y oración constituían la diaria ocupación.
Don
Orione, que comprendía muy bien su situación, quiso darles un lugar más
tranquilo, donde pudiesen responder con más facilidad a sus fines. El nuevo
nido asignado fue la casa del "Groppo" en Tortona.
Fuente: "Don Orione a la Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad"