domingo, 30 de octubre de 2016

“Los desamparados”: una palabra carismática querida para Don Orione

P. Flavio Peloso
           
            Don Orione pasó en Argentina gran parte de los tres años que van de 1934 a 1937. En este tiempo comenzó a hablar y a escribir algo en español, por la necesidad de comunicarse directamente con las personas y en virtud de la inculturación, queriendo “hacerse argentino con los argentinos”.
En sus escritos y discursos en italiano, mientras estaba en América Latina y también después de su vuelta a Italia, aparecen palabras y expresiones en español. Una palabra, en particular, le pareció particularmente querida y la usó frecuentemente: los desamparados. La expresión merece una profundización no en cuanto a sus detalles lingüísticos sino porque se convirtió en un término carismático.
            Parto de algunas notas que un cohermano argentino, Facundo Mela, me ha enviado al respecto sobre el significado etimológico del término desamparados.[1]


            ¿Qué significa desamparado?
La palabra desamparado es el participio pasivo del verbo desamparar, cuyo primer significado es abandonar, dejar a alguien sin protección (amparo) y sin la ayuda de algo que necesita.[2]
            El prefijo des-indica la negación del significado de la palabra a la cual se antepone; indica privación, ser «sin».
El verbo amparar significa proteger, socorrer, dar refugio, poner a cubierto; valerse de la ayuda o protección de alguien o de algo.
El sustantivo amparo significa acción y efecto de proteger o protegerse; protección, ayuda, sostén, patrocinio; remedio, abrigo, asilo, refugio; significa persona o cosa que proteje.
            Por tanto, desamparado tiene un significado concreto, material (quien no tiene resguardo, abrigo, asilo, refugio, un lugar donde protegerse), pero tiene un significado moral y relacional (quien está sin ayuda, quien no tiene una persona a quien recurrir, que pueda preocuparse por él).

Para entender el significado de amparo y por consiguiente de des-amparados, nos puede servir de ayuda el texto de la oración mariana más antigua y de todos conocida, el Sub tuum praesidium confugimus.[3]Pues bien, en español es traducida como “Bajo tu amparo nos acogemos”. En italiano se vuelve “bajo tu protezione buscamos refugio”; de modo similar en Inglés es “We fly to Thy protection”. Se aleja un tanto la traducción francesa: “Sous l'abri de ta miséricorde, nous nous réfugions”. Ésta última traducción es la más fiel al significado originario del texto griego de la oración, donde aparece el término εὐσπλαγχνία que normalmente es traducido con misericordia y hace referencia al σπλάγχνα, esto es a las vísceras maternas, en Hebreo raHámîm.
Éste es el refugio al que el orante recurre invocando a María: el útero, el regazo, las entrañas maternas, de las que derivan los sentimientos de misericordia y compasión y los actos de acogida, de protección, de ayuda.
De estas primeras noticias etimológicas rescatamos la indicación de que los des-amparados son aquellos que tienen necesidad de refugio concreto y de misericordia del corazón, de ayuda (pan, techo, salud) y de compasión, de servicios y de relaciones.

            Don Orione, que en su vocabulario apostólico tenía ya recogida una infinita letanía de nombres y de situaciones de pobres y de pobreza, fue golpeado por esta palabra española que encontró, quizás más completa y expresiva que otras para aclarar su concepto de “providencia” y de “pobres”: desamparado es quien no tiene providencia.



            Algún texto de Don Orione
            Don Orione conoció y usó el término español desamparado sobre todo cuando se puso a idear, promover y realizar el Pequeño Cottolengo Argentino de Claypole.
            El primer documento que testifica el uso del término por parte de Don Orione es el discurso radiofónico en la Radio Callao, el 25 de abril de 1935, algunos días después de la bendición de la primera piedra del Pequeño Cottolengo de Claypole. En los apuntes escritos para este discurso leemos: “He venido a la Argentina, para ponerme en manos de la Divina Providencia, como humilde instrumento para ayudar y consolar a los miembros más doloridos y desamparados de su sociedad, fundando un Pequeño Cottolengo”.[4]
Dos días después, el 27 de abril, usó desamparados en un texto italiano: “En el Cottolengo se vive alegremente: se reza, se trabaja, en la medida que lo permitan las propias fuerzas: se ama a Dios, se ama y se sirve a los pobres. En los desamparados se ve y se sirve a Cristo, en santa alegría”.[5]
            Predicando los ejercicios espirituales (6-15de enero de 1936)en la “Casa de Lanús” (Villa Dominico), junto al Padre Rodolfo Carboni, Don Orione dio una de sus definiciones de desamparados.“Nosotros no estamos para los nobles, para los hijos de los ricos, para las altas clases sociales. Los Hijos de la Divina Providencia viven de la merced de Dios, de la vida de trabajo y de pobreza, sólo debemos estar para los pobres, para los más pobres, para los deshechos, para los desamparados (para los abandonados) de la sociedad”.[6]

Don Orione traduce desamparados con abandonados. Y así se volvió una palabra clave del Pequeño Cottolengo, porque señalaba a sus destinatarios:
-          “los nuevos pabellones para los desamparados”;[7]
-          “la Institución del «Pequeño Cottolengo», destinada a proporcionar triple ayuda, social, moral y material a los desamparados de la sociedad”;[8]
-          “Pequeño Cottolengo, institución de caridad que recibe gratuitamente a las personas más desamparadas”;[9]
-          “institución de carácter social, moral y material, acoge gratuitamente a los desamparados de cualquier nacionalidad y de cualquier religión, que no encuentren refugio en otros institutos de beneficencia”;[10]
-          (A amigos y bienhechores) “Procuren acordarse siempre de estos hermanos nuestros desamparados. ¡Dios perdona muchas cosas por una obra de misericordia!”.[11]
           
Don Orione presentaba a San José Benito Cottolengo como “el Santo de los desamparados”;[12] y animaba a “llenarnos de fervor en el amor de Dios y de los hombres, especialmente de los más humildes y de los más abandonados e infelices, mirando al Santo que es el protector de los desamparados. Aprender de él el camino.[13]


Desamparados: es una condición
Pensándolo bien, los desamparados, de los que habla Don Orione,no son una nueva y particular categoría de pobres, sino que son los pobres en situación de “abandono”. ¿Son éstos para Don Orione los más pobres?”.En algunos escritos hace una identificación: desamparados=sin providencia humana.
Los más pobres entre los pobres son aquellos a los que nadie provee y no pueden ser acogidos en otros institutos”.[14] De hecho, Aquellos que tienen protección de otra parte, para ellos ya hay una providencia de los hombres, nosotros somos los de la Providencia Divina, es decir que nosotros estamos para atenderá quien le falta y ha agotado toda providencia humana. Donde acaba la mano del hombre, allí comienza la mano de Dios”.[15]
En esta asistencia a los más pobres, a los desamparados Don Orione revela no sólo una sensibilidad humano-social, sino una elección carismático-pastoral: la caridad hacia “los más abandonados, los más desamparados” era para él el signo público y simple, eficaz y convincente, “para experimentar la Providencia de Dios y la maternidad de la Iglesia”.

La institución símbolo, fundada sobre el criterio de la elección de los más pobres en el sentido de los más desprovistos de providencia humana fue y es ciertamente el Pequeño Cottolengo. Para el santo Cottolengo, al igual que para Don Orione, “entre todos los pobres, el Pequeño Cottolengo acoge a aquellos que están más abandonados y a los rechazados por todos. Para ser aceptados de hecho se requiere que no hayan encontrado providencia de los hombres”.[16]
En los tiempos del Fundador, la categoría más abandonada a sí misma y los más desprovistos eran los así llamados deshechos de la sociedad”, es decir personas con graves limitaciones físicas y psíquicas. Ocurrió de este modo que nuestros Pequeños Cottolengos fueron identificados popularmente como lugares de acogida para estas categorías de personas. Pero de por sí el Pequeño Cottolengo estaba “abierto a todos aquellos que el mundo rechaza”,[17]para quien no tiene otro refugio”. Por esto alojaba, con una sorprendente y fascinante convivencia, también a huérfanos, ancianos abandonados o desadaptados por diversos problemas (hoy se diría out cast, border line), persone fuera de cualquier esquema de fichas, de categoría, de institución, y sobre todo de subvenciones.

Y ¿hoy?

Me doy cuenta que los conocimientos ideales y prácticos que se reclaman son muy importantes en el momento en el que, hoy, debemos inculturar el carisma en las nuevas situaciones sociales con nuevas respuestas y nuevas formas. También hoy hay personas y grupos enteros de personas que están fuera de la mesa prevista del welfare estatal o privado, sin puesto y sin los requisitos para la inserción en las instituciones subvencionadas de la providencia-previsión social. Son o están desamparados. ¿Tenemos aún espacio para estas personas? Con qué formas e instituciones podemos aún tener “abierta la puerta del Pequeño Cottolengo” o abrir otras puertas adaptadas para responder a las situaciones de los desamparados de hoy?[18]
“Sólo debemos estar para los pobres, para los más pobres, para los deshechos, para los desamparados (para los abandonados) de la sociedad”.[19]Este clavo fijo de nuestra finalidad carismática no vale sólo para los Pequeños Cottolengos o para las otras instituciones caritativo-asistenciales. Vale también para nuestras “parroquias en zonas pobres”,[20] para las “escuelas y colegios para muchachos pobres y de clase trabajadora”.
La perspectiva de los desamparados da un focus a toda la identidad y actividades orionistas. De hecho, el término desamparados indica mucho más que una categoría sociológica de pobres. Sugiere un destino, una dinámica y un estilo de servicio y de apostolado que el Papa Francesco está proponiendo apasionada y ejemplarmente a toda la Iglesia.

Concluyendo
Ninguna incertidumbre, por tanto, los más pobres” de Don Orione y de los Orionistas son “los más abandonados”, los “desamparados”, los más desprovistos de otras providencias.  Al caracterizar el “privilegium orioninum” para los pobres y su mayor o menor grado de abandono y de falta de otras providencias: “Nosotros somos de la Providencia Divina, esto es no estamos más que para atender a quien le falta y ha agotado toda providencia humana.[21]
La inculturación/renovación del servicio a los “pobres más pobres” en las actuales situaciones sociales es un punto fundamental para la custodia y la promoción del carisma orionista. Se está realizando con nuevas salidas hacia los más pobres en las nuevas misiones, pero también en las Provincias consolidadas, como en Italia, mediante grupos de ayuda, centros de escucha, casas familias para la vida naciente, pequeñas instituciones para menores en dificultad, iniciativas de acogida para emigrantes, ambulatorios gratuitos para pobres, iniciativas de sustento para pobres fuera de las instituciones, etc.
En cuanto religiosos y en cuanto comunidades orionistas debemos irnos “in prima linea Pro Providentia!”.[22]De otro modo terminaremos fuera de juego. Un Orionista fuera del campo de los pobres desamparados está fuera de juego y no podrá marcar su goal[23]carismático.





[1]Cf. F. Mela, Don Orione expresándose en español, “Messaggi di Don Orione”, 2011, n.136, p. 65-70; Don Orione parla spagnolo, “Messaggi di Don Orione”, 2013, n.140, p. 79-84.
[2]Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa Calpe, 199221. Emilio M. Martinez Amador, Diccionario bilingue, italiano – español, 1988.
[3]El Sub tuum praesidium [Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν] es el más antiguo tropàrion devocional a Maria, en lengua griega, del III siglo y aún hoy muy usado en todo el mundo cristiano.
[4]En el texto dactilográfico, en español, hay señales escritas a mano para facilitar la pronunciación; Scritti 115, 183-185b.
[5]En el artículo Il Piccolo Cottolengo Argentino, firmado por Don Orione, en el Boletín “Piccola Opera della Divina Providenza”, 1935, n.5, p. 8-11.
[6]En Parola VI, 257.
[7]Invitación al Piccolo Cottolengo de Claypole, Buenos Aires, mayo de 1936; en el Archivo Provincial (Buenos Aires)3, Caja 3.
[8]Invitación al Pequeño Cottolengo de Claypole, Buenos Aires, 19 de julio de 1937; Scritti105, 223 y 118, 161.
[9]Borrador dactilográfico en español, con correcciones autógrafas, Buenos Aires, 2 de febrero de 1937; Scritti 75,121.
[10]Borrador para la planilla al “Señor Administrador de la Compañía Telefónica”; Scritti89, 36.
[11] Boletín Pequeño Cottolengo Argentino, junio de 1936.
[12]Scritti61, 175 e 180; “de los desamparados” es español, mientras que el texto es en in italiano.
[13]Scritti 61,175; “de los desamparados” se encuentra en el texto italiano.
[14]Scritti, 108, 55.
[15][15]Scritti 97, 251. “Ojalà que nuestro “Cottolengo” argentino llegue a ser un día, en medio de esta gran urbe, el árbol de brazos anchos y amigos que convide a poner en ellos su nido a las aves espirituales vagabundas, sin calor de nido ni reparo de fronda, que son los pobres desamparados! Que asì sea”; Scritti 115, 185b.
[16]Scritti 81, 226.
[17]Scritti97, 251.
[18]Los desamparados, salvo pocos casos, han ido desapareciendo de nuestros Pequeños Cottolengos de naciones como Italia, Brasil, Argentina, Chile, España y donde quiera que haya una legislación socio-sanitaria más evolucionada, exigente y que paga. Pero no van desapareciendo las personas y las categorías de pobres desprovistos de todo. Los Pequeños Cottolengos, entendidos como “arca de Noé” en los que siempre hay un puesto para las diversas miserias y necesidades de emergencia, se han ido transformando, en muchos casos, en residencias sanitarias cualificadas y financiadas para algunas categorías específicas.
[19]ParolaVI, 257.
[20]La Norma 132 dice: “Se aceptan parroquias situadas en zonas pobres, donde sea posible un testimonio de caridad en las formas que las épocas y las necesidades requieran, dispuestos a dejarlas en el momento que cambie el contexto socio-económico”.
[21]El art. 119 de las Constituciones: “Dedicados a los pobres y necesitados, queremos considerar un privilegio servir a Cristo en los más abandonados y rechazados”. La Norma 120: “El espíritu de caridad propio de Don Orione debe llevarnos a resolver los casos urgentes y de piedad que la Providencia pueda mandarnos, también a costa de riesgos e incomodidad. En los centros grandes deberá haber dispuesto un local que pueda servir de asilo nocturno de emergencia. En la aceptación, daremos precedencia absoluta a los casos más pobres, sin dejarnos condicionar por valoraciones económicas”.
[22]Scritti 64, 322.
[23]Significa meta, finalidad, objetivo.

viernes, 14 de octubre de 2016

"...que la escuela sea alegre..."

            En 1935, Don Orione asumía “la Casa de Lanús” (hoy, Villa Dominico). Allí abrió la primera casa de formación para sus religiosos en Argentina y el colegio San Vicente de Paul, una pequeña escuela primaria para los niños del barrio.

           En septiembre de 1937, a poco de su vuelta a Italia, Don Orione envía una hermosa carta al P. Cesar Di Salvatore, donde encontramos directivas de cómo tenía que ser la casa de formación y la escuela



Un tratado de cómo deben ser las escuelas orionitas:

“En Lanús deben estar solamente los aspirantes y los novicios, y algún hombre apto para los servicios de la casa, con tal que no disturbe el espíritu de la casa y viva las prácticas de piedad de la casa, como si fuera un religioso (…)

         Y que la escuela sea alegre, como un entretenimiento, como una recreación: hacer amar la escuela, hacer amar la escuela, tenerla viva y vivaz, también con palabras de consuelo, con chistes: para no cansarlos, sino encariñarlos al estudio y la vocación.

No les grites, no los mortifiques, sino anímalos siempre, ¡siempre!

          Cuida su piedad y la vida religiosa pero con simplicidad, sin exageraciones, sin que pese: la religión no debe jamás pesar, no debe ser una campana de plomo aplastante, sino un rayo sereno de cielo que conforte y eleve el espíritu.

Ten esto como regla general. Celebraciones breves.

Ten en la mano el corazón de tus jóvenes, para ellos sé un padre en Cristo y una madre en Cristo como el P. Cremaschi.

Sé siempre leal, veraz y sincero; para que tengan plena estima y plena confianza en ti”.