El
Junio de 2007, visite al P. Pablo en el Santuario della Madonna di Caravaggio
en Fumo (Italia), quien apenas supo que yo
era argentino me recibió como un hijo. Recuerdo que los parroquianos al
escuchar mi acento me decían: “¿argentino?,
¿usted es un alumno del P. Pablo?”.
Durante ese fin de semana, compartimos largas charlas acerca de su vida,
su ministerio, Don Orione, la Congregación y su querida Argentina.
Algunas frases del P. Pablo
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“El Busso es un niño
adentro, el cuerpo es viejo y a veces no responde, pero el espíritu es joven”.
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“Antes de irme de la Argentina les dije a todos: Pórtense bien, o vuelvo de
provincial”.
·
“Estoy contento de ser
sacerdote, y todos los días le doy gracias a Dios de eso. Tengo más de 60 años de misa y estoy feliz de ser sacerdote”.
·
“Hice 50 años en
Argentina, ahora estoy haciendo 50 en Italia, cuando termine, vuelvo a hacer
otros 50 en Argentina”.
·
“Busque siempre de vivir en gracia de Dios, pese a mis
debilidades, y nunca me fui a dormir en pecado”.
Como afrontar los problemas
Y luego agrego algo que me quedo grabado,
palabras que aun hoy me hacen repensar mi modo de enfrentar los problemas: “Nosotros, los viejos somos fuertes, ustedes son más débiles. Nosotros
no somos como ustedes, a veces no entendemos algunas cosas, pero somos más
fuertes, no venimos abajo cuando comienzan los problemas, es que nosotros
pasamos una guerra. Cuando vienen los problemas, no bajamos los brazos,
esperamos otra guerra. Nosotros pasamos la guerra, hambre, bombardeos. Recuerdo que estábamos en Génova,
en una casa que no si aun la tenemos, cerca había una fábrica de armas, un día
nos bombardearon desde los barcos, vos sabes que las bombas de los barcos son
peores de las que caen de los aviones.
Nosotros nos refugiamos en una especie de “subterráneo”, así lo llamábamos
nosotros. Una bomba cayó cerca, y su onda nos movió a todos de una pared a
otra. Cuando salimos, vi tres hoyos inmensos alrededor de la casa, si alguna de
esas bombas hubiese caído en la casa no estaríamos vivos. Luego, nos fuimos de
ahí, a un lugar cerca de Fumo”.
Las vocaciones
Hablando
de las vocaciones y tanto jóvenes que acompaño al altar, decía: “En un
sueño Jesús me dijo: “me pediste acompañar muchos jóvenes al altar, pero nunca
me pediste acompañar dos obispos”. No recuerdo los demás detalles del sueño,
pero recuerdo con cariño ese sueño. A Jesús le pedí la gracia de acompañar
muchos jóvenes al altar, y me concedió esta gracia, pero nunca pensé que
acompañaría dos obispos (refiriéndose a Mons. Mykycej y Mons. Uriona). El Señor me ganó, me dio más de lo que me pedía. El Señor
siempre nos da más gracias de las que les pedimos. Siempre trabaje por los jóvenes y las vocaciones, acompañar un
joven no es una tarea fácil”.
El recuerdo de Don Orione
Al
hablar sobre Don Orione, parecía un niño hablando de su papá, su rostro se
transformaba: “Don Orione era un padre, derecho, así (mientras ponía su mano recta), pero era un padre. Si no fuese por Don
Orione, hoy yo sería un comunista”.
Y me contó una historia, una picardía de sus años de seminario menor.
Un día antes de visitar un santuario, Don
Orione les contó que en dicho santuario estaba el cuerpo de un santo del cual
él era muy devoto. Entonces, el P. Pablo, entonces seminarista menor, junto con
otro compañero tuvieron una idea: llevarle a Don Orione una reliquia del santo.
Ya en el santuario, mientras que un fraile hablaba acerca de la vida del
Santo y el templo, cuando nadie se dio cuenta, él y un compañero cortaron un
dedo del pie del santo.
Apenas volvieron al seminario, Don Orione
les salió al cruce y les dijo: “¡Qué
hicieron! ¡Qué hicieron!”. Inmediatamente le dijeron al Fundador lo que
habían hecho y este les dijo: “mañana, volverán
al santuario, se presentaran al fraile, le dirán lo que hicieron, le devolverán
el dedo y le pedirán perdón”.
“Yo no se como se entero, pero
sentimos dolor por haberlo hecho enojar, y al día siguiente, hicimos lo que él
nos dijo. Don Orione era muy exigente, pero era un padre”.
La misión
En esos días, el Busso me pregunto que estaba haciendo en Italia,
entonces le conté que había terminado la formación permanente y debía ir a
Londres a estudiar ingles para ir a Filipinas. En cuanto supo que iba a la
misiones, me beso las manos y agrego: “Pablo,
te besa las manos por que sos misionero, y eso es una gran palabra”. Su
gesto me dejo sin palabras y al mismo tiempo me hizo sentir indigno.
Luego solo en la cripta de la
Virgen, rezaba y pensaba en Pablo, y tantos misioneros que
estuvieron en Argentina, los que conocí y los que no.
Y por ultimo, me compartió algo de su experiencia misionera: “Cuando salíamos a las misiones no sabíamos si volvíamos a
casa, pero salíamos contentos. Cuando me pidieron ir, acepte sin saber a dónde
iba, “voy a donde me pida la congregación” y eso siempre me acompaño”.
A modo de conclusión
Recordar
al P. Pablo es recordar un sacerdote feliz de ser sacerdote, preocupado por los
jóvenes y las vocaciones, un hombre de Dios y fiel hijo de Don Orione.
Ojala el Señor nos de la
gracia de seguir el ejemplo del P. Pablo y tener algo de su pasión por las
almas.
¡Gracias P.
Pablo por tu ejemplo de sacerdote y de orionita!
P. Facundo
Mela, fdp
Payatas,
Filipinas
20 de mayo de
2012