martes, 30 de octubre de 2012

La colecta de las vocaciones




Famosa circular escrita el 15 de agosto 1927 a los párrocos de Italia para la campaña de vocaciones sacerdotales y religiosas.

"A los Reverendísimos Párrocos, Directores Espirituales, padres y maestros:

            Vengo a realizar la colecta de las vocaciones. Y busco, en especial, a aquellos jovencitos que muestren deseos de hacerse sacerdotes o hermanos coadjutores y que estén dispuestos, con el consentimiento de sus familias, a formar parte de esta naciente Congregación de los Hijos de la Divina Providencia, la cual, como ya fue bendecida por el Vicario de Jesucristo y los obispos, podrá extenderse, en breve, fuera de Italia...
            Y la Congregación está dispuesta a aceptar jovencitos pobres, porque constituyen una buena esperanza para la Iglesia. Y los educará, con la ayuda de Dios, en la doctrina de Cristo, con una piedad eucarística sólida y ardiente, con un fervoroso espíritu de caridad y de apostolado, y los asistirá con un cuidado especial en los estudios y en la formación religiosa.
            Hermanos, ¡brindemos trabajadores y buenos trabajadores para los vastos campos de la fe y de la caridad!
             La mirada experta de Vuestra Señoría habrá, por cierto, entrevisto un rayo de vocación celestial en algún humilde muchacho: son los pequeños Samuel que la Providencia Divina suscita a cada instante para el servicio de la Iglesia y para la ampliación del Reino de Dios en el mundo.
            No vengo a cosechar las mieses; dejo que cosechen los obispos para sus seminarios y luego, como cuando muchacho iba con mi pobre madre a espigar por los surcos quemados por el sol, vengo también, en nombre de Dios, a recoger las espigas abandonadas, las humildes espigas que pudieron haberse perdido. Y con la gracia divina, intentaré extraer también de ellas alimento y pan de vida para las almas.
            ¡Cuánto caminar por las vocaciones de los muchachos pobres!...
            'Muchos son llamados al servicio del altar' escribía aquel gran siervo de Dios que fue el P. Rua, 'pero muchos se pierden porque no siempre pueden ser ayudados'.
            Por lo tanto, si Vuestra señoría ha descubierto entre los niños que frecuentan la iglesia, algún jovencito pobre, quizá un poco olvidado, pero con el candor de la inocencia y los signos de la vocación al servicio de Dios, permita que humildemente le ruegue me lo envíe.
            Brindaré a todos las facilidades posibles. La Virgen me ayudará. Las vocaciones sacerdotales de los muchachos pobres constituyen, después del amor al Papa y a la Iglesia, mi más caro ideal, el sagrado amor de mi vida.
            ¡Cuánto caminaré por las vocaciones de los muchachos pobres! He subido tantas escaleras; he golpeado tantas puertas. Y Dios me impulsaba hacia adelante como si fuera su estropajo.


            He sufrido hambre, sed y las humillaciones más dolorosas y sin embargo, ¡parecían bizcochitos de Dios! También me llené de numerosas deudas, pero la Divina Providencia no me dejó ir a quiebra jamás. Y consideraría una enorme gracia que Jesús quisiera concederme seguir mendigando el pan para las vocaciones hasta el final de mi vida.
           Por eso, por el carácter de esta Congregación naciente, vengo haciendo una colecta de vocaciones y también de vocaciones tardías tanto para el Sacerdocio como para hermanos y auxiliares, de los que tenemos una gran necesidad, en Italia y en el extranjero, en las misiones y en las escuelas para los hijos de italianos emigrados.
         Recibo también hombres ya hechos, con tal que sean libres: campesinos, artesanos, viudos, basta que tengan buena salud y buena voluntad. Cuantos se sientan llamados y en condiciones de darme una mano para ejercer el apostolado de la caridad en los colegios, oratorios festivos, colonias agrícolas, escuelas profesionales: tipografías, talleres mecánicos, carpinterías, laboratorios de artes y oficios, y también en los hospicios, asilos que la mano de la Providencia abre para la salvación de la juventud o el consuelo de los humildes: todos pueden encontrar su destino, su puesto de trabajo porque en estas instituciones de caridad, 'multae sunt mansiones'.
            Quien persevere se quedará con vosotros, enfermo o sano, para toda la vida.

          
            Luego, para los desengañados del mundo que quieren entregarse a Dios para una vida de recogimiento, de oración y de olvido, tenemos los ermitaños.
            Los ermitaños de la Divina Providencia viven en la paz de la soledad, rezando y trabajando; se admiten aspirantes también jóvenes, como ya lo hacía San Benito.
           
             ¿Y luego? Aún no he terminado porque también tengo Hermanas.
            La Divina Providencia actúa. Desde hace algunos años me viene desarrollando una nueva congregación de religiosas, llamadas las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad... 
           No sé cuántas son. Pero sé que, en general, se parecen un poco a las hormigas: se afanan, crecen, se multiplican, como las hormigas. Pero para las necesidades resultan siempre pocas porque me las piden de todas partes: para asilos, escuelas maternales, hospitales, refugios de mendigos, etc.
            Por lo cual, si vuestra señoría me enviase buenas vocaciones para religiosas, le estaría muy agradecido.
            Existe también una sección de religiosas para las viudas. También tenemos las religiosas ciegas, que son las Sacramentinas.
            Y luego, y luego... si la Divina Providencia sigue con su juego veremos, dentro de pocos años, qué podrá salir de las manos del Señor.


            Es Nuestro Señor el que lo hace todo, es Nuestro Señor el que juega, digamos. Aquél que habló por boca de la burra de Balaam, no encontró sobre la tierra criatura más mísera que yo para que se conozca que todo bien proviene de él.
            No busco dote, no pongo ningún límite de edad, sólo busco que tengan buen espíritu, buena salud, buena voluntad de amar y servir a Jesucristo; de trabajar en humilde obediencia, de sacrificarse en la caridad, de hacer el bien a los pobres, sirviendo a Jesús en los más pobrecitos.
            Porque nosotros somos para los pobres, incluso para los más pobres y abandonados.
            Vocaciones, buenas vocaciones, muchas vocaciones.
            Mire un poco, querido señor y hermano mío en el Señor, cuántas preocupaciones viene a darle, cuántas personas viene a pedirle, este 'Fray Galdino' de la Divina Providencia.
            El Fray Galdino de Manzoni se contentaba con buscar, recolectar nueces; yo, por el contrario (¡será por culpa de los tiempos que progresan!) si Vuestra Señoría se descuida, terminaré por buscarlo y llevarlo también a usted. Y, ¿quién lo sabe? Quizás, un día... Si Dios quisiera...
            ¡Almas y almas! ¡Busco almas! Busco, con la divina ayuda y con la de vuestra Señoría, hacer una obra que suscite buenos religiosos, santos sacerdotes, apóstoles.
            ¿Quién no querrá ayudarme? Hacedme esta caridad, ¡por el amor de Dios bendito!... 
                                                            Don Orione

martes, 23 de octubre de 2012

Un pedazo de historia orionita en el Archivo Central Salesiano


             Una de las pasiones que el Hno. Jorge Silanes y yo compartimos es la historia de Don Orione y de la congregación, especialmente en Argentina. Con la idea de compartir nuestras últimas investigaciones, nos reunimos el fin de semana del 4 y 5 de febrero (de 2012) a charlar y intercambiar materiales.
            Como broche de oro de nuestro encuentro peregrinamos al barrio porteño de Almagro, una zona salesiana por excelencia, pues queríamos encontrarnos con un pedazo de historia orionita allí. El día elegido por la Providencia no fue un día cualquiera, fue el 6 de febrero de 2012, día en que se cumplían 90 años del arribo de los primeros misioneros orionitas a la Argentina: el P. Zanocchi, el P Contardi, el P. Montagna y los entonces postulantes Castegneti y José Dondero.

Un 6 de febrero de 1922
Don Orione llego a nuestro país un 13 de noviembre de 1921, con miras de abrir alguna comunidad, luego de visitar varios lugares, regresó al Brasil un 23 de diciembre.
El 15 de enero de 1922, los misioneros orinitas partieron desde Génova, haciendo escala en  Rio de Janeiro y donde se encontraron con el Fundador y junto con él continuaron su viaje.
El 6 de febrero de 1922, llegaron a Buenos Aires, una ciudad pujante y completamente nueva para ellos. Luego de hacer los trámites migratorios correspondientes, fueron a la parroquia salesiana de “San Carlos Borromeo”, donde fueron huéspedes de los salesianos por tres días, yendo luego a Lujan para aprender castellano.

La Iglesia de María Auxiliadora
Aquella mañana nos levantamos temprano, celebramos la misa, desayunamos algo y salimos con destino a Almagro. 

El primer lugar que visitamos fue la Basílica de María Auxiliadora y parroquia “San Carlos Borromeo”. Allí, recorrimos la iglesia, encontramos la mayólica de Don Bosco de la cual hace referencia Don Orione y dimos gracias a Dios por los 90 años de la llegada de los primeros misioneros. Recorriendo los distintos rincones del templo y nos imaginamos a Don Orione rezando por la naciente misión en Argentina, encomendándola a María Auxiliadora como había aprendido en el oratorio salesiano.

 Luego seguimos a nuestro próximo destino: el Archivo Central Salesiano


El Archivo Central Salesiano
Allí, nos esperaba el Hermano Dante Brambilla, un robusto coadjutor salesiano de unos jóvenes 85 años, quien nos mostro los secretos del Archivo Central Salesiano y nos ayudo a rastrear el paso de Don Orione por las casas salesianas.
Hurgando cajas, mirando papeles y leyendo crónicas salesianas de la época pudimos encontrarnos con Don Orione. Por ejemplo, encontramos allí:
·         Un purificador utilizado por Don Orione en la capilla “San Antonio” de la calle México 4050 (Ciudad de Buenos Aires) en 1936.


       La colección de la revista “Albores” de la casa salesiana de Bernal, en la cual encontramos la conferencia de Don Orione sobre Sto. Domingo Savio (Bernal, 10 de Febrero de 1922)  y un artículo sobre Don Orione escrito en 1935.


·         La Crónicas del Colegio “Nuestra Señora de la Guardia” Bernal 1895-1937, menciona esta visita el día 10 de febrero de 1922: “A las 13 hs. llegó el P. Orione: hizo una conferencia para toda la casa”.
·         El programa de la colectiva italiana para el Congreso Eucarístico Internacional de 1934, donde encontramos la mención de la conferencia que Don Orione dio a los italianos el 13 de octubre de 1934.
·         Las crónicas del colegio “Pio IX”, donde se reseña la visita de Don Orione durante la fiesta de San Carlos Borromeo (4 de noviembre 1936) y la celebración de una misa cantada por este en la Basílica de María Auxiliadora en 23 de Mayo de 1937.
·          Una foto y un artículo en un diario acerca del funeral de Don Orione, celebrado por los salesianos en la cripta de la Basílica de María Auxiliadora el  17 de abril de 1940.
·         Como también algunos libros, estampitas de Don Orione y publicaciones orionitas.


Una vez terminada la visita al archivo, compartimos un rico almuerzo y fuimos al Boletín Salesiano, donde encontramos alguna información interesante, pero nos llevamos una sorpresa: los boletines salesianos publicados en Argentina en la época de Don Orione, venían editados en Italia, razón por las cual, las visitas de Don Orione a las casas salesianas casi no se menciona.

Una visita con gusto a poco
La visita dejo sus frutos, ya que pudimos encontrarnos con Don Orione y los pasos de los primeros misioneros orionitas.
Aquellas horas que pasaron volando, pudimos recabar un montón de material que poco a poco iremos procesando y dando a conocer. Por otro lado, estamos seguros que esta no será la única visita, sino la primera de muchas.
De paso queremos agradecer al Hno. Dante Brambilla por darnos esta oportunidad de encontrarnos con Don Orione y a los salesianos por su ayuda al comienzo de nuestra presencia en Argentina.
¡Viva Don Bosco! ¡Viva Don Orione!

P. Facundo Mela fdp


martes, 16 de octubre de 2012

El encuentro del P. Pensa con Don Orione



El pasado 5 de octubre, se cumplieron 50 del fallecimiento del P. Carlos Mario Pensa, 2° sucesor de Don Orione. Carlos era un joven quien impresionado por la figura de Don Orione, decidió ingresar a su congregación.
En su carta “Sera lámpara ardiente”, el P. Flavio Peloso, nos comparte el relato de esta encuentro.

El encuentro con Don Orione
Carlos Pensa nace el 27 de julio de 1886 en Scaldasole, provincia de Pavía. Aquí, encontró a Don Orione porque allí iba de vez en cuando a predicar o por algún servicio sacerdotal. Le confió su vida y sus deseos de santidad. Don Orione lo acogió el 14 de octubre de 1903, en el Instituto Santa Clara de Tortona. Carlos Pensa tenía ya 17 años y una cierta experiencia de vida y de sacrificio.
Muchos años después, él mismo contó cómo se decidió en la vocación.

 “Ya en 1902 en Scaldasole (PV), mi pueblo, oí hablar de don Orione como de un santo. Desde hacía tiempo meditaba consagrarme a la vida religiosa. Sentía que era llamado, especialmente después de un hecho que siempre retuve como providencial. Me había desplazado a Pavía para hacer algunas compras, vi sobre una banca de libros usados una copia de Preparación a la muerte. Y lo compré: me costó, lo recuerdo bien, una lira. Al llegar a casa lo puse sobre la chimenea de nuestra cocina, donde nos reuníamos en las tardes de invierno. E iba leyéndolo… Fue aquella lectura la que me hizo comprender con gran intensidad que “porro unum est necessarium” (una sola cosa es necesaria) (cfr. Lc 10,41).
Conocí a Orione en octubre de 1902 cuando, invitado por mi párroco, él vino a Scaldasole, mi pueblo. Fuimos por la tarde a la rectoral a visitarlo, yo y cuatro de mis paisanos, todos con intenciones de darnos a Dios.
A la mañana siguiente me confesé con Don Orione. Hice mi confesión general. Escuchó mi acusación con los ojos bajos sin interrumpirme. Después me mostró el crucifijo que tenía sobre el reclinatorio: era de hojalata, recuerdo, y tenía en los extremos borlas resplandecientes. “Mira -me dijo- este es el Crucifijo que Don Bosco tenía delante de los penitentes cuando confesaba. ¡Cuántos han llorado sus pecados ante este Crucifijo!”. Añadió algunas palabras para exhortarme a un dolor vivo, haciendo referencia a la muerte, al juicio, al infierno, a la pasión de Nuestro Señor. Después escuché su Santa Misa. Recuerdo que hizo una explicación del Evangelio que fue memorable en mi pueblo. La impresión de ese encuentro fue tan fuerte que al año siguiente, precisamente el 14 de octubre de 1903, entraba en la Pequeña Obra de la Divina Providencia”.

Para leer la carta del P. Flavio, clickar: http://www.donorione.org/Public/ContentPage/content.asp