miércoles, 9 de noviembre de 2016

Consultorio médico gratuito de Nueva Pompeya.

P. Facundo Mela

           El 10 de noviembre de 1936, Don Orione junto con el Consorcio de Médicos Católicos y Conferencia de Señoras de San Vicente de Paul (conocidas como las Damas Vicentinas) daban inicio a un consultorio médico gratuito en el barrio porteño de Nueva Pompeya.
        Al cumplirse 80 años de la apertura aquella obra de caridad, queremos hacer memoria agradecida, rememorar sus inicios y reflexionar sobre las intuiciones del Fundador.

          El 9 de octubre de 1936, Don Orione pronunció un discurso en la “Hora Católica” por LR1 Radio “El Mundo”, explicando que era el Pequeño Cottolengo Argentino y anunciando la apertura del consultorio para obreros:

“Hoy se prepara a abrir un Consultorio Médico Gratuito para los obreros, en uno de los barrios más pobrecitos, cerca de Nueva Pompeya. El consultorio funcionará en las horas en que los obreros estén libres de su trabajo. Estará dirigido y atendido por el Consorcio de Médicos Católicos”.

            Junto con la publicidad radial, un panfleto fue distribuido en el barrio:


  
            El 10 de noviembre de 1936 fue la inauguración: “Como hemos informado, ayer a las 18 fue inaugurado un consultorio médico gratuito para obreros, en la Calle Lynch 3634” (Diario “El Pueblo”, 11 de noviembre de 1936). Al día siguiente, Don Orione lo compartía con el P. Sterpi:

“Aquí se inauguró ayer, con la más amplia bendición del Card. Arzobispo, el 1º Consultorio Médico gratuito para obreros de cualquier tendencia.
Esta en nuestra parroquia de la Divina Providencia, un barrio todo de obreros y muy difícil. Esta bajo los auspicios del Cottolengo y fue iniciado por la Obra del Pequeño Cottolengo Argentino. Tengo la casa para uso, gratuita y puesta a nuevo, y pronto será ampliada, los instrumentos y todo lo necesarios son gratis. El Consorcio de Médicos Católicos se encarga de conducir la institución y ayudará con las medicinas.
Espero, con la ayuda divina, de abrir otros en algún otro centro obrero. Es necesario ir al pueblo en todos los modos más santos, ¡y llevarlo a la fe! Ayúdame, rezando. Puse esta iniciativa a los pies del Divino Samaritano y de María Ssma., Salud de los enfermos, Madre de la caridad; la confíe al Evangelista San Lucas, que era medico, al Cottolengo y también a San Martín, obispo de Tours, patrono principal de Buenos Aires, en la vigilia de cuya fiesta desee se realizase la inauguración. Deo gratias!
Ahora miro a Avellaneda, una ciudad de más de 100.00 habitantes, el mayor aglomeración de obreros de Argentina, separada de Buenos Aires por un pequeño rio; ya tengo el local; un poco veo de hacer comenzar el 1º y luego doy manos a la obra en el 2º, in Domino. Ustedes, recen, recen; será una nueva forma de Cottolengo, un desarrollo de la Obra, según las necesidades de los tiempos”.



            Y al entonces seminarista Enrico Sciaccaluga:
           
“Mira que ahora aquí se ha comenzado también la Obra de los ambulatorios para obreros. El P. Sterpi te informará, le escribí: es como un apéndice del Pequeño Cottolengo Argentino, y está hecha en común con el Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires; es una obra social que podrá hacen que Dios entre en muchas familias de las cuales Dios está afuera”.

            Los contenidos del panfleto, del discurso radial y de los escritos nos ponen en contacto con el pensamiento de Don Orione sobre el Consultorio Médico: una obra abierta a todos, ubicada en una periferia, con numerosas especialidades médicas y horarios convenientes, llevada adelante con otras instituciones y con un carácter cristiano.
            No podemos dejar de destacar que para Don Orione, el ambulatorio médico no era sólo una nueva actividad, sino también “una nueva forma de Cottolengo, un desarrollo de la Obra, según las necesidades de los tiempos”, “un apéndice del Pequeño Cottolengo Argentino”.



La “obra de los ambulatorios” era forma de caridad nueva, menos institucional y de avanzada, “una nueva forma de cottolengo” en palabras de Don Orione. Una obra de caridad para los pobres obreros que sólo funciono un año a causa de malentendidos y discusiones. Los santos también experimentan en su vida el fracaso y la cruz.
Sus hijos e hijas siguiendo su espíritu, plasmaron el sueño de Don Orione abriendo ambulatorios, consultorios y dispensarios médicos, e incluso un hospital, en lugares como Kenya, Filipinas, Brasil, Togo, Madagascar, etc.



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