martes, 18 de noviembre de 2014

Los Caminos de la Providencia: Don Orione y el Congreso Eucarístico Internacional de 1934





El 32º Congreso Eucarístico Internacional fue uno de los grandes hitos en la Iglesia de nuestro país. Las tres primeras décadas del siglo XX significaron una etapa de cambios para el catolicismo argentino, un proceso no falto de tensiones y conflictos, pero en el cual se cimentaron los rasgos propios de la Iglesia Argentina.

 El 9 de Octubre de 1934, junto con la comitiva oficial, Don Orione volvía a estas tierras para ser testigo de esta gran manifestación de gran fe. Pero esta vuelta tenía una dimensión de cruz y exilio, puesto que no solo venia a visitar a sus misioneros, sino también para alejarse de las calumnias y mentiras que lo perseguían en su Italia natal.


En esos años, el rápido desarrollo de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, la gran cantidad de vocaciones, la multiplicación de obras, algunos problemas financieros, junto con celos y envidia de algunos sectores eclesiales, produjeron que Don Orione fuera mal interpretado y calumniado. Por ello, su segunda visita a nuestro país resultaba -también- una suerte de retiro misionero.


Don Orione participó de las celebraciones centrales del Congreso Eucarístico, dio una conferencia para los peregrinos de lengua italiana y fue testigo de un espectáculo grandioso que quedaría marcado en su corazón: “El Congreso Eucarístico fue un milagro; más de dos millones de fieles participantes sintieron que el Papa estaba acá (…) La grandiosa celebración pública de fe, de amor, de adoración a Jesús Eucaristía en la Argentina superó todos los Congresos Internacionales Eucarísticos (...) ¡Hemos entrevisto y gustado por anticipado del Paraíso!...”.

 Al concluir el Congreso, Don Orione era conocido por toda Buenos Aires y su fama de santidad era aclamada por el pueblo y el clero. En ese momento providencial nacía el Pequeño Cottolengo Argentino, como él mismo lo expresaba por radio: “Al pie de la gran Cruz del Congreso Eucarístico nació una humilde obra de caridad. Una obra que fue bendecida por el Eminentísimo Cardenal Primado, por el Excmo. Señor Nuncio de Su Santidad y por el Episcopado Argentino, que fue confortada por los votos fervientes del pueblo. Es el Pequeño Cottolengo Argentino...”


El Congreso Eucarístico le abrió a Don Orione las puertas del corazón del pueblo argentino y preparó el camino para su obra de caridad y evangelización. Él, por su parte, supo leer los signos de los tiempos y ver las necesidades de la época, aportando su audacia apostólica y su dinámica de la caridad. Pero, principalmente, su presencia y su ejemplo de santidad moderna.



Los caminos de la Providencia no son los caminos    que el de los hombres. Don Orione llegó a nuestro país calumniado, pero encontró aquí su segunda patria y un campo fértil para su obra.



P. Facundo Mela fdp









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