El P. Enrique
Contardi se definía como un “párroco que nunca ha tenido vocación de párroco”, pero
su vida y apostolado nos muestra otra cosa.
Parroquia de Pres. Roque
Sáenz Peña
(Chaco Argentino)
¡Almas y Almas!
25 de Julio de 1937
Muy querido P. José Opessi
Su carta escrita hace
tiempo ya, la he recibido, no en Buenos Aires, sino en el gran Chaco (se lee
chacco) donde me encuentro desde el 1° de marzo. Es un territorio inmenso y la
única parroquia era Resistencia capital del Chaco y solo el 1° de marzo fue creada
la de Roque Sáenz Peña, segunda capital que dista de la primera seis horas de
tren. El primer y único obispo del Chaco y Formosa (otro territorio) fue
nombrado hace un año y medio atrás. Fue en sus comienzos lugar de misión de los
Franciscanos, que por falta de personal, y dado el gran desarrollo poblacional,
se retiraron a otros centros. Esta parroquia se extiende hasta 300 kilómetros,
en algunos puntos. De esta distancia y de 200 a 150 km, vienen hasta aquí por
bautismos y otras cosas; me invitan también a ir por algunos días a los centros
más poblados, que no ven un misionero desde hace 6, 8 ó 10 años. Pero no puedo
aceptar: aquí estoy solo, y vienen de todas partes, y a toda hora, sabiendo que
aquí me encuentro fijo. Una anciana de 78 años, vino acompañada de su hijo,
recorriendo 200 Km.: 100 a caballo y el resto con el tren. Deseaba hacer, como
ella mismo me dijo, su segunda y última comunión. Con estas distancias cada
casa tiene su cementerio; o sea que sepultan a sus propios muertos cerca de sus
casas.
Es difícil encontrar aquí
gente que esté casada por la Iglesia; o sea con el sacramento del matrimonio:
únicamente aquellos que provienen de afuera están casados. Existe solo el
matrimonio civil y el concubinato, que es lo mismo. Pero ¡ante Dios!
Pobre gente, ¡qué culpa tienen si no
veían un sacerdote; y si lo veían, era solo de paso! Y ¡cuántos sin
bautismo! La Confesión y la Comunión, casi no se conocen. De todo esto puede
imaginar el arduo trabajo que me ha tocado ahora que ya me siento viejo.
A doscientos kilómetros de
aquí, están los aborígenes; pero un poco civilizados. En estos días, obligados
por el hambre, se acercan a pedir limosna debido a la gran sequía y a la plaga
de langostas que han destruido las cosechas. Ahora debo estudiar su lengua,
para entenderlos y hacerme entender. Le envío una foto con un grupo de ellos.
Estamos haciendo un camión capilla; para llevar a cabo misiones en los centros
más poblados, apenas me envíen otro sacerdote. Entre tanto hago lo que puedo. Enseño
el catecismo todos los días; mañana y tarde, a los chicos y a los grandes y
cada mes hay numerosas primeras Comuniones.
Para preparar a los
adultos a la primera Comunión, haga novenas predicadas a la tarde y de esta
manera vienen numerosas personas. Para atraer muchos jóvenes, hice un campo de
deportes con variedad de juegos y he formado una hermosa Compañía de
Exploradores. En la ciudad tengo 15.000 habitantes y otro tanto en las colonias
[de la zona rural]. Y soy el primer párroco de toda esta gente; y de un párroco
¡que nunca ha tenido vocación de párroco! Ud. ¿Por qué no viene a ayudarme?
¡Figúrese si yo voy a poder ir para San José a predicar para las misiones! Y
sin embargo iría de buena gana a visitar a mis siempre queridos compañeros. No
los puedo olvidar, aun si me hayan hecho sufrir un poco por sus resistencias a
la Gracia: se iban los días de fiesta a dar vueltas por ahí.
El 6 de agosto parte
nuestro querido Superior Don Orione de regreso a Italia; de él tendrá noticias
abundantes. Vino a visitarme aquí y ha visto lo que es el Chaco.
Saludo y bendigo todos, todos. Hágalos rezar por el
buen éxito de esta gran misión. A Ud. y a los cohermanos de allí y de Roma,
cordiales saludos.
El Señor nos
bendiga
P. Enrique Contardi O.D.P
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