En el año 1930, era evidente que la Congregación de las Hermanas
Misioneras de la Caridad, iba consolidándose, ya sea en el orden interno, ya en
las múltiples actividades desplegadas en el campo de la caridad y cooperando,
como deseaba el Padre Fundador, con el creciente desarrollo de los Hijos de la
Divina Providencia.
Don Orione sentía que el tiempo de
la espera había terminado y que la Familia Religiosa femenina podía ya lanzarse
hacia metas más altas, asumir compromisos y fatigas, no sólo en Italia, sino
también en el exterior, donde los pedidos y la posibilidad de un vasto
ministerio de bien, eran muchos.
Seguimos el orden de los hechos.
Sobremanera digna de mención es una exhortación dirigida el 25 de junio, por el
Padre Fundador, a las Misioneras de la Caridad reunidas en la Capilla de San
Bernardino. Ella toca el argumento de la casa, ya prometida, a las Hermanas
Sacramentinas.
Narra un hecho no ordinario,
sucedido años atrás y ya conocido por todos, porque Don Orione habló de él en
más de una vez a sus religiosos y religiosas. He aquí las palabras del Siervo
de Dios:
"Les digo apenas dos palabras porque tengo que partir; ayer
llegué de Roma y debo partir nuevamente. Las he reunido aquí para decirles algo
sobre la fiesta del Sagrado Corazón. Estamos casi a vigilia de esta suavísima
fiesta, que no fue determinada por el papa o el Obispo, sino que fue el mismo
Sagrado Corazón que quiso un día para Él.
Esta casa le está consagrada. El Sagrado Corazón apareció en esta
casa, sobre el arco de la puerta de entrada; ese lugar estaba un poco oscuro y
ahora ustedes han puesto una pequeña estatua.
Apareció el Sagrado Corazón todo
resplandeciente y tenía a su alrededor escritas estas palabras: "de
aquí partirá mi misericordia y mi gloria". ¿Entienden?... Desde esta
pobre casa se difundirá la misericordia y la gloria de Dios. He aquí el motivo
por el cual se puso la pequeña estatua en la entrada; he aquí porque se puso el
Sagrado Corazón sobre el altar.
El Corazón de Jesús apareció
resplandeciente con las palabras a su alrededor, que no sólo aparecieron
escritas, sino que fueron pronunciadas por E. El Sagrado Corazón dijo que desde
esta casa se difundirá la misericordia y la gloria de Dios en todo el mundo.
El Señor se sirve de los stracci
para hacer las cosas grandes; se sirve de la nada para confundir a los fuertes.
De todas maneras, nosotros mantengámonos humildes; no entendemos lo que quiso
decir el Señor, pero ciertamente quería decir cosas grandes...
Yo no estaré aquí para la fiesta del
Sagrado Corazón, llegué ayer y parto nuevamente hacia Roma hoy.
Les comunico una gran noticia: con
la gracia de Dios y la ayuda de la Virgen, espero poder dar muy pronto una casa
a las Hermanas Sacramentinas, muy cerca de aquí, casi a la sombra del
Santuario. He venido ayer expresamente desde Roma, para firmar la escritura,
pero ha surgido una dificultad.
Les había prometido una casa, ellas
han tenido paciencia, han confiado en las palabras de los Superiores y he aquí
que llegó el momento de realizar este deseo. Tendrán la casa con Capilla propia
y una linda huerta, tres o cuatro veces más grande que ésta.
Y alrededor del Santuario surgirá
una corona de casas de caridad. Por el momento aquí adelante y luego, poco a
poco, también en la parte posterior; se levantarán todas a la sombra del Santuario,
bajo la protección de la Virgen.
Ayer se debía hacer el acto de compra de la casa de las
Sacramentinas, pero como ya les dije, no se ha podido porque surgió una grave
dificultad, pero recen... caso se puede decir que está hecho. Hubo otras
dificultades y se han allanado, esperamos que así sea también para ésta.
En la casa de las Sacramentinas
tendrán también, después, las niñas no videntes, a las cuales les enseñarán a
amar al Señor.
Ustedes recen, recen, callen y
adoren la Santa Voluntad de Dios. Deseo que de esto no se hable afuera. Se
puede decir que la cosa ya está hecha, pero no conviene que se hable todavía.
Como les había prometido, las
Sacramentinas tendrán su casa.
Tendrán también la adoración y la
exposición del Santísimo se hará cuando sean mayor número.
Y así el Señor hará nacer alrededor
de la Madre Celestial, las obras de piedad y caridad. De todas estas casas se
elevará la oración, el sacrifico, la alabanza y el agradecimiento al Señor.
Recemos para que todo se cumpla con el solo fin de glorificar a Dios".
Estas palabras de Don Orione están llenas de prudencia y humildad.
Todavía él confió otras veces haber sido consolado por este hecho, sucedido en
el primer año de la casa de San Bernardino, o sea, en 1892-1893, cuando él era
clérigo y daba comienzo al Primer Colegio de la Divina Providencia.
Una Hermana
Misionera de la Caridad recuerda:
“Cuando Don Orione hizo esa prédica, yo estaba presente; me parece
verlo todavía. A medida que avanzaba en la narración, parecía que veía nuevamente
al Sagrado Corazón; al decirnos que las palabras no solamente estaban escritas,
sino que fueron pronunciadas por el sagrado Corazón, estaba tan encendido de
amor de Dios y su rostro tan iluminado, que yo tuve la impresión de que sus
pies no tocaban la tierra.
Tenía las manos apretadas sobre su
corazón, como si quisiese reprimir sus impetuosos latidos”.
Fuente: Don Orione a las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (Pro
manuscrito), Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, Buenos Aires, 1979, pp.
385-388.
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