Carta a un joven
para agradecer le su colaboración escribiendo en varios boletines de la
Congregación. Don Orione aprovecha esto para hacer reflexionar al joven,
intelectualmente dotado, sobre la importancia del estudio. Pero también sobre
las motivaciones que nos impulsan a estudiar: ¿vanidad humana o deseos de amar
mejor a Dios y servir lo en los hermanos pobres?
En fin, es necesario
hacer todo a la luz de Dios, también el estudio: “¡Estudia a la luz de Dios!”
Tortona, 9 de junio de 1932
Querido Franco:
He recibido con agrado tu carta, discúlpame la tardanza.
Acepto con gusto y con alegría, tu ofrecimiento de
escribir para nuestros Boletines Religiosos, envíame todo aquí que yo luego lo
distribuiré según los temas y te haré llegar también la copia de los diversos
periódicos, así podrás organizarte mejor.
¡Y rezaré por ti!
Rezaré para que Jesús te conserve el corazón puro y
siempre unido a Él y te dé una piedad sólida y fervorosa, alimentada con el
espíritu de oración y con santas lecturas.
Presta atención para que los estudios no realcen tanto la
mente y aridezcan tu corazón.
También San Francisco escribía más o menos así a San
Antonio, si bien él estudiaba más que otra cosa, la Biblia.
Estudia para conocer a Dios y poder amarlo mejor, para
conocer las necesidades del prójimo y así un día poder ayudarlo mejor.
Toda ciencia humana es hueca y vana, si no la invade el
amor de Dios y de los hermanos.
Querido Franco: ¡estudia a la luz de Dios!
Te acompaño y bendigo de todo corazón.
Tuyo, Don Orione
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