segunda parte de la charla dada por Mons. Adolfo Uriona explicando el significado de la venida del Corazon de Don Orione a la Argentina
I. LA RELIQUIA DEL CORAZÓN DE DON ORIONE
Creo que puede ser muy útil, al recibir la reliquia
del corazón de DON ORIONE tener presente esto que, tan sintéticamente,
hemos desarrollado. Especialmente al recibir la reliquia tan particular del
Corazón que es, a mi modo de ver, además de la mejor conservada, la más
significativa de nuestro Fundador.
Sabemos que su cuerpo ha sido sometido a un
tratamiento. Les cuento brevemente la historia.
En el año 1965 cuando se cumplieron 25 años de la
muerte de DON ORIONE, siguiendo las indicaciones de la Santa Sede, a fin de
efectuar el reconocimiento de los restos de alguien que está en proceso de
beatificación, se abrió el féretro donde se contenían los mismos.
DON ORIONE había sido sepultado en la cripta del
santuario de Tortona. Cuando se abrió la urna lo encontraron mejor que cuando
lo habían enterrado. De hecho, la madera del cajón estaba prácticamente
destruido y la ropa desintegrada, mientras que el cuerpo estaba intacto. Hasta
le había crecido la barba.
Una vez hecho el reconocimiento del cadáver, tuvieron
que sepultarlo de nuevo. Unos tres años después, aproximadamente, hubo una
inundación en Tortona y la cripta se llenó de agua. Por determinados factores
que desconozco, no alcanzaron a retirar el cajón. Quizás se confiaron de que el
mármol estaba sellado y no penetraría el agua, pero esta se entró por una
hendidura muy pequeña. Por tanto, el cuerpo estuvo bajo el efecto del agua por
varios años.
En el año 1980, cuando lo beatifican, y al proceder a
reconocer nuevamente el cadáver de nuestro Padre, descubren que el cuerpo de
DON ORIONE tiene signos de deterioro por el agua. Es ahí que deciden hacerle un
tratamiento de momificación extrayéndole el corazón. El cuerpo así conservado
se encuentra en el Santuario de Ntra. Sra. de la Guardia, en Tortona.
Sinceramente no me dio muy buena impresión cuando lo vi. Para mí, y esta es una
opinión demasiado personal, no es el DON ORIONE que uno ve retratado en las
numerosas fotografías que de él se poseen. Pero el corazón se mantuvo intacto,
incluso con la marca bien visible del infarto.
Por eso, cuando en el Capítulo General, desde nuestra provincia pedimos la venida
definitiva del corazón a la Argentina, pensábamos que esta petición sería
rechazada por los capitulares. Sin embargo, no fue así. Nos maravillamos
cuando, por amplia mayoría, se aceptó la moción. Creemos que es la reliquia
mejor conservada que tenemos de nuestro Padre y considero un gran privilegio
traerla para la Argentina.
Cuando venga el corazón de DON ORIONE definitivamente
a nuestra patria para quedar en ese Santuario de la Caridad que es el
Cottolengo de Claypole, reflexionemos acerca de la condición de nuestra “pobre carne
humana”, “divinizada” porque la asumió el “Verbo de Dios”, destinada, no a la
muerte y la corrupción, sino a la gloria definitiva de la Resurrección.
“Un corazón traspasado” (Jn 19,34)
En la Biblia se da muchas veces un lenguaje
antropomórfico. Por ejemplo, para hablar de la “Misericordia divina” se usa la
palabra “rahamim” (rehem = regazo materno) que significa las entrañas
maternas. El amor de Dios es “entrañable”, proviene de ese fondo profundo, que
son las entrañas maternas donde se engendra la vida.
Por eso podemos
decir con propiedad que el corazón es el
órgano corpóreo que más se relaciona con la vida espiritual.
Muchas
espiritualidades, desde las que surgieron el siglo pasado basadas en la
devoción al Sagrado Corazón hasta la “oración del corazón” o “hesicasmo”,
propias del oriente cristiano, basan su relación con Dios desde este centro
vital del hombre.
Ahora bien:
¿Quién conquistó ese Corazón logrando
que latiera tan fuertemente, impulsado por el AMOR y que terminó partiéndose de
AMOR?
Vemos
sus misma palabras:
CRISTO) Quiso morir con los
brazos abiertos, suspendido entre el cielo y la tierra, llamando a todos ‑‑ángeles
y hombres‑‑ a su Corazón abierto,
traspasado: anhelando abrazar y salvar en ese Corazón divino a todos, a todos,
a todos: ¡Dios, Padre, Redentor de todo y de todos!...
No fueron los milagros ni su
resurrección los que me conquistaron, sino su Caridad: ¡esa caridad que venció
al mundo! [2]
Es el AMOR-CARIDAD del Cristo traspasado en la Cruz el
que sedujo definitivamente el corazón de nuestro Padre. Es el Corazón Humano de
Cristo penetrado por la Divinidad, el corazón traspasado en la Cruz del que
brotó sangre y agua:
“Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos
pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara
retirar sus cuerpos, para que no
quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y
quebraron las piernas a los dos que habían sido
crucificados con Jesús.
Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no
le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado
con la lanza, y en seguida brotó sangre
y agua.
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es
verdadero y él sabe que dice la verdad,
para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura
que dice:"No le quebrarán ninguno de sus
huesos".
Y otro pasaje de la Escritura, dice: "Verán al que ellos mismos traspasaron"
(Jn 19,31-37)
Desde los comienzos, los Padres de la Iglesia,
vieron en esta “agua y en esta sangre” los símbolos de los sacramentos del
Bautismo y la Eucaristía, con los cuales nace y se construye la Iglesia:
“...La Iglesia, o Reino de
Cristo, presente actualmente en
misterio, crece visiblemente en el mundo por el poder de Dios. Este
comienzo y crecimiento están simbolizados en la sangre y en el agua que manaron
del costado abierto de Cristo crucificado (cf. Jn., 19,34), y están
profetizados en las
palabras de Cristo acerca de su muerte en la cruz: "Y yo, si fuere
levantado de la tierra, atraeré todos a mí" (Jn., 12,32)” (L.G., 3)
El corazón es, por tanto, sede del Espíritu Santo
fuente del Amor y lugar de la interioridad.
Ahora bien, podemos preguntarnos ¿por quién
latió ese corazón?
Es “un corazón sin fronteras” que latió amando de una
manera increíble. Que lo llevó a un modo de vida de entrega a los hermanos que
podemos definir casi “martirial”.
Así lo expresaba, con un acento fuertemente místico:
"La
claridad y el amor de Dios lejos de destruirme,
me
templan, me purifican y subliman,
ensanchan
mi corazón,
hasta querer estrechar,
entre mis pequeños brazos humanos,
a todas las criaturas para llevarlas a
Dios" [3]
Su vida ascética llevada desde niño, su fundación en
medio de la precariedad, su entrega por los damnificados en los terremotos de
Messina y Avezzano; sus viajes, su preocupación por la Iglesia, su amor y
dedicación por los discapacitados, etc..., provienen de ese “fuego de
amor” que latía dentro de su corazón y que lo impulsan a realizar obras
de todo tipo, muchas de ellas heroicas en grado sumo.
Para utilizar una imagen, podemos decir que el corazón
de Don Orione amó al modo de la cruz del Señor.
Ella está
construida por dos travesaños: uno vertical, apoyado en la tierra pero
orientado hacia el cielo; en él podríamos colocar su inmenso amor a CRISTO
Y MARÍA SANTÍSIMA.
Un segundo horizontal, sostenido por el anterior y que
permite tener los brazos abiertos. En él podemos colocar el amor al PAPA,
a la IGLESIA y a las ALMAS. Creo que esta imagen puede condensar
aquello por lo cual latió su corazón.
"Jesús
entregó su vida con los brazos abiertos.
Es
Dios que ha venido a nosotros y se ha inmolado
con
los brazos abiertos.
¡Caridad! ¡Quiero cantarle a la caridad!
¡Quiero tener el alma llena de piedad para con todos! [4]
Cuando uno lee sus últimos escritos, él habla mucho
del “fuego”, del “fuego de la Caridad”. Motiva a los suyos a tener una “Caridad
ardiente”:
“Abramos a muchas personas un mundo nuevo y divino,
inclinémonos con caritativa dulzura a la comprensión
de los pequeños,
de los pobres, de los humildes...
Queremos arder de fe y caridad.
Queremos ser santos, llenos de vida para los demás
y muertos a nosotros mismos.
Que nuestra palabra sea una como brisa de cielos
abiertos;
todos deben sentir en ella el fuego que
inflama nuestro corazón
y la luz de nuestro incendio interior,
y encontrar en ella a Dios y a Cristo (...)” [5]
¿No nos suena
familiar al texto de los Hechos de los Apóstoles que nos relata la Venida del Espíritu Santo cuando, con sus lenguas de
fuego, se manifiesta a la primitiva Iglesia reunida en el Cenáculo, el día de
Pentecostés?.
El ESPÍRITU es, en el seno de la Trinidad, el AMOR. La Caridad es entonces, en DON
ORIONE, el fuego del ESPÍRITU SANTO derramado sobre nuestros corazones para ser
contagiado a todos los hombres, un fuego que arde y se consume por amor a este
mundo, alejado de Dios.
Considero fundamental contemplar a DON ORIONE desde
esta perspectiva y no tanto desde la perspectiva de las obras que realizó,
porque las mismas fueron la consecuencia de ese fuego interior.
Lo que hizo fue
grandioso pero para él era secundario, la fuente de todo eso estaba en su
corazón. Cuando venga el corazón a la Argentina pensemos en sus grandes amores
y busquemos de seguir este paradigma para nuestra vida.
III. La proyección de la venida definitiva del corazón a la Argentina
Esta cuarta venida de DON ORIONE a la Argentina es muy
importante, porque es la definitiva.
El riesgo que podemos correr es el de preparar con
gran entusiasmo y hacer gran fiesta celebrando su llegada y quedarnos solamente
en ello. Sería demasiado efímero.
Creo que la presencia del corazón tiene que ser para
nosotros un acicate para renovar nuestra vocación de hijos de semejante Padre,
es decir ha de llamarnos a comprometernos con la realidad desde la fuerza del
carisma orionita.
El corazón es un símbolo, dice más de lo que
representa, de lo que es materialmente. En sí, es un corazón muerto, pero su
valor simbólico es de una gran fuerza vital. Por eso, ese símbolo ha de
motivarnos en nuestro compromiso cristiano y carismático.
¿Cómo entiendo el efecto de esta presencia del
Padre Fundador?
A través de un
esfuerzo de comprensión hacia el mundo en que vivimos. Les confieso que me
cuesta comprender y aceptar el mundo actual. Pero también sé con certeza que,
para poder entenderlo, debo esforzarme, previamente, en amarlo; porque para
poder dialogar con él, como diría el gran Papa PAULO VI en la encíclica
“ECCLESIAM SUAM”, hay que aprender a amarlo primero:
“El diálogo de la salvación fue abierto
espontáneamente por la iniciativa divina : Él ( Dios ) nos ha amado primero ( 1
Jn 4,10 ). Nos corresponderá a nosotros tomar la iniciativa para extender a los
hombres este mismo diálogo, sin esperar a ser llamados. El diálogo de la salvación partió de la
caridad, de la bondad divina : Dios ha amado de tal manera al mundo, que le dio
a su Hijo unigénito ( Jn 3,16 ). Sólo el amor fervoroso y desinteresado deberá
mover nuestro diálogo” (E.S., 70-71)
A la época
actual se la denomina “posmoderna”, ni siquiera nombre propio tiene...
En sus raíces más profundas hay “un gran desencanto”,
una gran decepción, porque todos los proyectos, surgidos en la etapa anterior
–“la modernidad”- se desmoronaron.
El hombre de hoy vive sin proyectos “trascendentes”
(sin “utopías”), por tanto, busca gozar “el ahora”. Se afana por vivir el
presente, con todo lo que le pueda proporcionar de placer, porque “no hay
futuro”.
A nivel religioso, por ejemplo, se busca una religión
“light” (el caso más típico es la “New Age”)
que me satisfaga las necesidades que tengo “ahora”, que me haga sentir
bien. No quiero una fe que me exija, que me comprometa hasta el fondo la vida.
También es un
mundo fragmentado; el hombre está dividido y no sabe para dónde va, es un
errante sin un sentido definido.
Frente a este mundo, nosotros cristianos e hijos de
DON ORIONE debemos dar una respuesta que tiene que surgir de nuestra propia
condición, convencidos de que es válida y necesaria para los hombres de hoy.
Intento de algunos esbozos de “respuestas
orionistas” para este mundo:
- La absoluta confianza en la Divina
Providencia: La certeza de que la historia no es un
conjunto alocado de casualidades sino que la historia está conducida por la
mano de la Divina Providencia. Esta certeza nos da una gran esperanza. Y, sobre
todo, da un sentido a nuestro caminar hacia la casa del Padre.
- La centralidad de Cristo Crucificado: Frente al hombre que hoy sufre tanto, tenemos que
presentar a un Cristo que padece y es crucificado por nuestra salvación, pero
que no se quedó en la cruz, ni en la frialdad del sepulcro, sino que resucitó.
- La búsqueda de la “unificación”, de la
“unidad”: Don Orione es un hombre de unidad. El lema de la congregación es el “INSTAURARE OMNIA IN
CHRISTO” (“reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un
solo jefe, que es Cristo”) de San Pablo a los Efesios 1, 10. Es un lema de
unidad y a ésta la necesitamos, hoy más que nunca, en el interior del propio
corazón, en las comunidades, en la Congregación, en la Iglesia y en el mundo.
Son algunas respuestas a nuestra realidad (¡hay muchos
más, por supuesto!!!) que debe despertar el carisma de DON ORIONE en nosotros
con su llegada definitiva a la Argentina.
CONCLUSIÓN:
Para concluir,
algo que me impresionó mucho y todavía sigo palpando en los ambientes donde me
manejo, es la capacidad que tuvo DON ORIONE de penetrar en la sociedad
Argentina en su segundo viaje. Seis meses después de su llegada en octubre de
1934, ya ponía la piedra fundamental del Cottolengo de Claypole con la
presencia del presidente de la Nación. Además, en ese segundo período que
estuvo en nuestra patria, desde 1934 a 1937, abrió la mayor parte de las casas
que tenemos en la Argentina. En esos tres años desplegó una actividad de
fundaciones, de contacto con personas e instituciones de todo tipo, realmente
impresionantes. Todavía seguimos encontrando gente, o descendientes de aquellos
que lo conocieron y pudieron gozar de su
presencia y acción benéfica.
Ahora, todos sus hijos, religiosos y laicos, tenemos
la misión de desplegar un contagio análogo, en los lugares donde nos
encontremos. Creo que ese es el gran desafío que nos trae LA VENIDA
DEFINITIVA DEL CORAZÓN DE DON ORIONE...
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